“La chipa paraguaya me salvó la vida”

En París, Francia, la ciudad del amor, donde el pan y el queso son marcas registradas, resaltan el aroma y el sabor de la tradicional chipa paraguaya. Allí un joven las vende, con la torre Eiffel de fondo. 

Su particularidad: no es paraguayo, sino argentino. Se llama Maximiliano Barrientos (28) y con él nace una historia emocionante. 

“La chipa paraguaya me salvó la vida, me sacó de lo más profundo del pozo en el que estaba y me dio esperanza de seguir adelante”, contó a Crónica y narra su testimonio 

Maximiliano es de Misiones, Argentina. Es huérfano y fue criado por su abuelo Genaro. “A los 8 años comencé a vender chipas con mi abuelo y a los 11 yo mismo ya preparaba y salía a las calles a ofrecer casa por casa”, recordó. Pasaron los años y Maxi se formó profesionalmente y hoy es un gran escritor, guionista y cineasta.

 Hace un tiempo viajó a Europa y por culpa de la pandemia quedó varado en París. Todas las puertas se le cerraron y, con los problemas económicos que tenía, entró en un cuadro de desesperación. 

«Ahora también ya preparo chipa guasu y chipa so’o”, contó Maxi

“Pensé en quitarme la vida unas 5 veces. Sinceramente toqué fondo. Pero fue en ese momento que a mi mente llegaron recuerdos de cuando era chico y vendía chipas en mi barrio Poujades, en Posadas, junto con mi abuelo. Así que, hice lo que Misiones me enseñó: hacer y vender chipa a lo paraguayo”, contó. 

Esto comenzó hace unas semanas. Solo tenía 15 euros en mi bolsillo y decidí invertirlos. Conseguí harina en una tienda africana y preparé chipa en casa y fui a colocarme a lado de la torre Eiffel y comencé a gritar ‘chipaaa, chipaaa’. 

La primera hora no pasó nada, luego una familia paraguaya pasó por ahí y me compró todo lo que tenía. Allí me motivé y desde ahí ya no paro. 

Es por eso que te cuento que la chipa paraguaya me salvó la vida”, finalizó. 

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