Con la incorporación formal de Venezuela como miembro pleno del Mercosur, se dio un golpe mortal al Tratado de Asunción. Don dinero fue el poderoso caballero.  

Autores de esta decisión política fueron Argentina, Brasil y Uruguay, que en la Cumbre Extraordinaria realizada en Río el 31 de julio, han privilegiado sus intereses económicos actuales y futuros con el país caribeño sin haber cumplido con los requisitos mínimos establecidos en el Tratado de Asunción y sin ratificar siquiera sus instrumentos jurídicos sucesivos, vale decir de sus posteriores textos fundacionales.

Una decisión a todas luces violatoria a los enunciados básicos del bloque regional y sin la presencia de nuestro país como Estado Parte fundador.

En realidad, la inclusión de Venezuela, fue la segunda fase de la farsa montada en la Cumbre de 29 de junio, en el que sus participantes se tomaron “per se” la atribución de perpetrar la suspensión del Paraguay del organismo por una supuesta ruptura democrática que solo existió en la afiebrada imaginación e interesada interpretación de los “sancionadores”, desconociendo los principios de autodeterminación de los pueblos y la no intervención en asuntos de otros países.

 Este medio de prensa, en enero 1995 –el Tratado de Asunción entró en vigor pleno el 1° de enero de ese año- había anunciado que la creación de dicha instancia supranacional sudamericana serviría para que el pez grande se comiera al chico. Hubieramos preferido estar equivocados..

No cuestionamos el derecho de Venezuela de integrar el Mercosur, pero sí el modo de hacerlo.

El cambio de gobierno acaecido en nuestro país fue el anticuerpo inmunológico fijado en nuestra Constitución nacional como corrección necesaria ante un estado de cosas cuya perdurabilidad en el tiempo podría llegar a constituirse en situaciones de imprevisible desenlace.