“El hijo pródigo”: Una parábola con un significado que se pasa por alto

La historia una de las más famosas y queridas de todas las enseñanzas de Cristo, nos ofrece una lección que sigue estando vigente para nosotros en la actualidad.

«El hijo pródigo»/Imagen: YouTube

De todas las parábolas que Jesús relató, la que representa el hijo pródigo tal vez sea la más conmovedora y recordada. Sólo aparece una vez en la Biblia —sólo se encuentra en el Evangelio de Lucas. A medida que leemos el relato, no podemos menos que sentirnos extasiados por la historia del amor del padre por su hijo rebelde.

La historia es muy corta. Un padre tenía dos hijos, y cuando el menor llegó a la mayoría de edad, le pidió que le diera su parte de la herencia. El padre le concede su petición y pronto su hijo se va para otro país, donde malgasta su riqueza con una forma de vida suntuosa en la que desperdicia y hace toda clase de gastos innecesarios.

Después de que ha malbaratado todo su dinero, escasamente logra sobrevivir con un empleo en el que cuidaba cerdos. Hambriento y sin dinero, él empieza a recapacitar. Decide volver donde su padre y pedirle perdón por su necia conducta. Espera que su padre lo acepte tan solo como uno de sus siervos. Para su sorpresa, y el disgusto de su hermano mayor, su padre le da la bienvenida a su hijo menor, con una gran celebración.

Cuando entendemos que esta parábola es una historia imaginaria para ilustrar un punto espiritual, podemos percibir rápidamente que Jesús está usando este relato para enseñarnos del amor que Dios el Padre tiene por cada uno de nosotros. Y, si bien todos hemos sido pecadores, como lo fue el hijo pródigo, es consolador, reconfortante, y sí, es casi incomprensible que Dios el Padre esté dispuesto a aceptarnos de regreso, dados los errores que hemos cometido.

El contexto – Algunas veces los principios importantes son repetidos en la Biblia para hacer énfasis. Para responder a la reprensión de los fariseos y escribas, registrada en Lucas 15:1-2, Jesús mencionó tres parábolas que le dieron énfasis a su respuesta.

«Oveja perdida»/Imagen: ids.com

La primera parábola es acerca de la oveja perdida. En esta historia –que también solo aparece en el Evangelio de San lUcas, el pastor tiene 100 ovejas. Cuando se le pierde una de ellas, él deja las 99 restantes para ir a buscar la que se le ha perdido. Después de encontrarla y traerla a casa, se alegra con sus amigos y vecinos.

En la Biblia, con frecuencia el pueblo de Dios es llamado ovejas o el rebaño de Dios . A los pastores se les advierte que deben pastorear “el rebaño de Dios”, y al referirse a Jesús, dice que es el “príncipe de los pastores”. El punto de la parábola es que Dios desea traer a todos los que están perdidos (pecadores) a una relación con Él, y se alegra cuando ellos se arrepienten.

“Moneda perdida”/ Imagen: ministerioibc.com

La segunda parábola es el de la moneda perdida, de una mujer que pierde una de sus 10 monedas de plata. La mujer enciende una lámpara y barre y busca cuidadosamente por toda su casa buscando la moneda perdida. Según narra el Evangelio de San Lucas, cuando la encuentra, también se regocija con sus amigos y sus vecinos

Algunos se han preguntado por qué se le da tanta importancia a la pérdida de una sola moneda. Los comentarios han sugerido que esto puede deberse a dos razones. Primero, el dueño de casa tal vez era pobre y la moneda, aunque no era mucho en sí misma, podría bajo esas circunstancias ser muy importante para la familia. Segundo, la moneda que se perdió podría haber formado parte de una banda para la frente compuesta de 10 monedas que simbolizaban un voto matrimonial —algo similar a lo que en la actualidad representa una argolla matrimonial. 

Similitud de las parábolas -Veamos el tema común de las tres parábolas. Bien sea que se trate de una oveja perdida, una moneda perdida o un hijo perdido, hay gozo y regocijo cuando lo que estaba perdido es recuperado.

En la primera parábola era una oveja perdida, una pérdida que podría reemplazarse pronto, y pronto se olvidaría también; en la segunda, era una moneda perdida y, como hemos visto, la pérdida era de algo más valioso que el oro, aun honor y carácter, en tanto que en la tercera era ‘un hijo perdido’”.

Las tres parábolas de Lucas 15 también responden la pregunta planteada por las autoridades judías y era tipificada por el hermano mayor en la tercera parábola —si era apropiado o no que Jesús tuviera en cuenta o aun se mezclara con pecadores. Las parábolas muestran que a Dios sí le importan los seres humanos y se regocija cuando son rescatados de los problemas. Y así también deberíamos hacerlo nosotros.

La razón de la celebración y la aceptaciónSi bien muchos han notado que la parábola del hijo pródigo y las dos parábolas que la anteceden señalan hacia el amor de Dios por la humanidad, muchos han perdido de vista la enseñanza que hay en ellas, que es la razón de la celebración de Dios.

Hablando de la parábola de la oveja perdida, Jesús explicó: “Os digo que así habrá más gozo en el cielo por un pecador que se arrepiente, que por noventa y nueve justos que no necesitan de arrepentimiento”  Y más adelante, al hablar de la parábola de la moneda perdida, dijo: “Así os digo que hay gozo delante de los ángeles de Dios por un pecador que se arrepiente”.

Al continuar con el tema del arrepentimiento, vemos lo que el hijo pródigo le dijo a su padre cuando regresó: “Padre, he pecado contra el cielo y contra ti, y ya no soy digno de ser llamado tu hijo”. El regocijo de Dios el Padre y su familia espiritual, que incluye a los ángeles, es producto del arrepentimiento.

Arrepentimiento: un tema central en la enseñanza de Cristo – El énfasis de Jesús en el arrepentimiento no era un tema nuevo que estaba tocando en estas parábolas. Con frecuencia, Él hablaba de la necesidad que tenemos de arrepentirnos. Ya que el arrepentimiento es un tema tan importante para todos los que quieren ser parte de la familia eterna de Dios, no debe sorprendernos que Jesús incluyera esta enseñanza en la parábola del hijo pródigo y en las dos parábolas que la preceden

vidaesperanzayverdad.org

N.de R. El conjunto de las tres parábolas recibe la denominación tradicional de “parábolas de la misericordia” o ‘parábolas de la alegría’