Política paraguaya: «Lo que se viene en el 2018»
Por Dany Fleitas (daniel.fleitas@gruponacion.com.py)
De un total de 4,2 millones habilitados para votar el domingo 17 en las internas simultáneas, cerca de 1.600.000 paraguayos acudieron a las urnas para definir a sus candidatos a presidente, vicepresidente, senadores, diputados, gobernadores y miembros del Parlasur en las elecciones del 22 de abril del 2018.
Se trató de una jornada cívica ejemplar y que con esta conducta está llegando a su fin la agotadora transición a la democracia. Las cartas están echadas en los dos principales partidos tradicionales. Así, aproximadamente 1.110.000 colorados y cerca de 450.000 liberales fueron a marcar las papeletas y eligieron a sus representantes que pugnarán por los principales cargos electivos el año que viene para un nuevo período gubernativo de 5 años.
La dupla Mario Abdo Benítez-Hugo Velázquez se presentará en la próxima campaña electoral nacional como los principales referentes del Partido Colorado o chapa de la Lista 1. En el frente le tendrán a Efraín Alegre del PLRA y a Leo Rubin del Frente Guasú, quienes componen la fórmula opositora con el nombre de Alianza Ganar, que intentarán desplazar a la ANR del poder.
Entre colorados, los antecedentes señalan que existe una cierta tendencia de acuerdo político-electoral para enfrentar con mayores posibilidades de éxito unas elecciones presidenciales. El clásico abrazo republicano, del que siempre se habla, se ha dado siempre pero con sutiles diferencias entre unas elecciones y otras. Veamos los antecedentes históricos.
En febrero de 1989 fue derrocado Alfredo Stroessner a manos del general Andrés Rodríguez y ayudado de cerca por Lino Oviedo, quien habría de tener gran protagonismo político en la transición. Rodríguez ganó las elecciones con un contundente 74%. Para las internas coloradas de 1992, el empresariado eligió a Juan Carlos Wasmosy para enfrentar al caudillo tradicionalista Luis María Argaña.
Éste ganó en las urnas, pero perdió en el papel (el actual senador Juan Carlos Galaverna reconocería 20 años después que se hizo fraude). Así, a pesar de todo, Argaña soportó y apoyó tímidamente las elecciones generales y acompañó a la Lista 1. En 1993 Wasmosy se convirtió en presidente ganando al liberal Domingo Laíno.
En 1997, Argaña volvió con mayor fuerza, pero enfrentó esa vez a Lino Oviedo, el último caudillo político-militar de la transición. Argaña y Oviedo fueron protagonistas de una cruenta «guerra» electoral, la más radicalizada que se recuerde, pero finalmente el primero perdió las internas ante el segundo, que tenía apenas poco más de 1 año de vida dentro de la ANR. Sin embargo, Oviedo no pudo ser candidato porque fue enviado a la cárcel por golpista.
En su lugar asumió la chapa presidencial su compañero de fórmula Raúl Cubas. A duras penas, tras tensas negociaciones, Argaña aceptó ser candidato a vicepresidente y acompañar a Cubas como Lista 1. De esta manera, «Tu voto vale doble» (Cubas al poder, Oviedo en libertad), obtuvo en abril de 1998 el 54% de los votos sobre la dupla conformada por Domingo Laíno y Carlos Filizzola. En marzo de 1999 fue asesinado Argaña, recayendo las más serias sospechas de que el autor moral había sido Oviedo. Fue la etapa más crítica de la transición a la democracia.
Para las internas del 2002, un ex compañero de Argaña, Nicanor Duarte Frutos, se presentó como representante y continuación del argañismo, con buenos resultados. En la previa colorada enfrentó al tres veces campeón de la Copa Libertadores de América, Osvaldo Domínguez Dibb. Éste dio pelea, pero Nicanor ganó por escasos 61.000 votos de diferencia.
En el 2003, Duarte Frutos, con el respaldo de los votos que había logrado ODD, se convirtió en presidente ganando con el 37% de los votos al liberal «Yoyito» Franco, quien solo logró 23%. Nicanor tiene en su haber la peor elección colorada de la transición si comparamos con el Gral. Andrés Rodríguez (74%); Wasmosy (40%) y Cubas (54%).
En al año 2007, Nicanor eligió a su ministra de Educación, Blanca Ovelar, como candidata a presidente. Esta «jugada» enojó sobremanera a Luis Castiglioni, quien quería ser «el elegido». Se enfrentaron en las internas y ganó Ovelar con apenas un 1% de diferencia. El fantasma del fraude renació y Castiglioni nunca aceptó su derrota. Meses después, en las generales del 2008, miles de colorados castiglionistas –a pedido de su líder– inclinaron la balanza hacia Fernando Lugo, lo que provocó la caída del Partido Colorado tras 54 años ininterrumpidos en el poder.
En el 2012, con el Partido Colorado en la llanura, incursiona en la política un outsider como Horacio Cartes, quien ganó en las internas a Javier Zacarías Irún (el esteño se erigió como el más grande derrotado de las elecciones de hace dos días). Cartes logró en aquella ocasión la unificación partidaria de la Lista 1 de cara a las elecciones generales del 2013, ganando por amplio margen (46%) a la alianza encabezada por Efraín Alegre y Rafael Filizzola (37%), éste más conocido como «Filicóptero».
La coyuntura actual es muy diferente y sería muy arriesgado aplicar alguna fórmula de conducta socio-política del pasado para el presente o futuro. Pero Mario Abdo, quien obtuvo cerca de 560.000 votos, sabe que para derrotar a la Alianza Ganar va a necesitar de igual número de electores en las generales del 2018. Es decir, precisa de ese otro 50% que no lo votó el domingo. Por eso dijo el domingo: «Desde hoy todos somos Lista 1».
Es decir, no podrá eludir un diálogo con Honor Colorado para poder llegar a abril del 2018 con alguna chance. No hay que olvidar que Cartes asumió en el 2013 con el respaldo de aproximadamente 1.100.000 paraguayos, cifra que superó en más de 200.000 votos justamente al que será de nuevo el principal contrincante, Alegre, quien obtuvo cerca de 900.000 sufragios.
El liberal, si bien aparece como un «blanco débil» por sus graves hechos de corrupción en el MOPC, esta vez se presentará aliado al Frente Guasú, Avanza País y otros movimientos y concertaciones sociales, para encarar con todo y buscar derrotar a los colorados.