La ciudadanía entera estaba esperanzada de que por fin en nuestro país los corruptos serían sancionados. Al asumir, el gobierno de Horacio Cartes prometió castigo a los que vaciaron las arcas del Estado. Los escándalos mediáticos por hallazgos de graves irregularidades estaban a la orden del día. Pero nada pasó; nadie está preso y lo que es peor, los verdaderos responsables de los robos ni siquiera fueron investigados. En algunos casos, los procesados son apenas el último eslabón de un esquema que enriqueció a un grupo político y su entorno, que sigue disfrutando de lo que le privó al pueblo.
Todos ellos tienen una senda de denuncias mediáticas por hechos irregulares, propiciadas por el entonces novel gobierno de Horacio Cartes. Pero de las publicaciones periodistas no trascendieron al ámbito de la Justicia. No hay un condenado por los millonarios robos y ni siquiera los principales responsables fueron procesados.
La impunidad sigue reinando y por ende la corrupción seguirá imperando en nuestro país, donde los “intocables” son los políticos y millonarios, que compran y manipulan la Justicia a su antojo.
¿Dónde están ahora Fernando Lugo y Federico Franco? El primero es senador nacional, mientras que Franco disfruta de lo que “recaudó” en poco más de un año de estar en la presidencia de la República. Efraín Alegre fue precandidato a la presidencia de la República, pero no pasó ni siquiera la interna de su partido y luego se llamó al silencio. Salyn Buzarquis fue imputado, pero aún no fue condenado. Manuel Ferreira ni siquiera fue procesado, pese a que se comprobó que estuvo involucrado en un feroz negociado con el Indert. Esperanza Martínez es actual senadora y goza de total impunidad, mientras los hospitales públicos siguen arrastrando la falta de insumos y medicamentos.
Cuando pensábamos que había llegado la oportunidad para que la Justicia demuestre su imparcialidad e imparta las leyes sin miramientos de banderíos políticos, ni nivel económico, nada pasó.
Meter a la cárcel a los corruptos serviría como castigo ejemplar para las demás autoridades que ocupen altos cargos. Pondrían más eficiencia y transparencia en el manejo de los recursos públicos.
Pero debido a una endeble Constitución, este es el único país en donde un expresidente de la República, como es el caso de Fernando Lugo, después de ser destituido por mal desempeño en sus funciones, se le permite ocupar un cargo en el Senado.
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