El infortunio del Alto Paraguay
Una vez más, la catástrofe natural de la inundación desnuda el infortunio del Alto Paraguay. Este territorio nacional, uno de los más bellos del Paraguay, puerta de entrada al Pantanal, está, como en muchas otras ocasiones, aislado.
Hoy estamos a dos meses y medio de incomunicación por tierra de sus principales ciudades como Bahía Negra y la capital departamental, Fuerte Olimpo. Pese a las inundaciones, viajar por agua constituye una odisea por la precariedad de las embarcaciones que prestan servicio de transporte de personas y mercaderías, algunas inhabilitadas por la Armada Nacional por no reunir las condiciones de seguridad para la navegación. A estos males se suman los aeropuertos con pista de tierra, que con un aguacero ya son impracticables, para desgracia de la población.
El infortunio del Alto Paraguay en materia de vías de comunicación es total. Es de esperar que esta tragedia que nuevamente está soportando esa rica zona sirva para que el Gobierno impulse las obras que pongan fin a su injusto aislamiento.
Una vez más, la catástrofe natural de la inundación desnuda el infortunio del Alto Paraguay. Este territorio nacional, uno de los más bellos del Paraguay, puerta de entrada al Pantanal, está, como en muchas ocasiones, aislado.
Y a propósito de aeropuertos, durante el corrupto gobierno de Juan Carlos Wasmosy, por capricho e ineptitud de este mandatario, se construyeron tres innecesarias estaciones en ciudades como Coronel Oviedo, San Pedro y Caazapá, a las que siempre se pudo llegar por caminos, pero el Alto Paraguay fue olvidado. Hasta ahora no se explica que localidades como Fuerte Olimpo, Bahía Negra y Puerto Casado, geopolíticamente importantes para la defensa de la soberanía, no tengan un aeropuerto de todo tiempo.
El infortunio del Alto Paraguay en materia de vías de comunicación es total. Es el único departamento del país que no tiene un centímetro de camino asfaltado, así como suena. Bahía Negra, por ejemplo, está rodeado de Puerto Suárez, al que se llega desde Santa Cruz en tren, en el lado boliviano. Allí cerca, cruzando el río Paraguay, está Corumbá, con aeropuerto internacional y caminos asfaltados que comunican con todos los destinos del Brasil. Frente a Carmelo Peralta, a 60 kilómetros, aguas abajo de Fuerte Olimpo, está Puerto Murtinho, también con toda la infraestructura comunicacional moderna.
Hoy, una persona enferma grave que no encuentra solución en Bahía Negra, en días sin vuelos tiene que alquilar una deslizadora y trasladarse más de 200 kilómetros, o de Fuerte Olimpo 60 kilómetros, para llegar a Murtinho, donde hay una ambulancia, que traslada al paciente, pasando por Ponta Porã, a Pedro Juan Caballero, y si aún no encuentra la salud, lo acerca a Asunción. Esta travesía de centenares de kilómetros implica un enorme gasto, que los pobladores afrontan empeñando todos sus bienes.
Pero no solamente la salud peligra cuando un fenómeno natural castiga a la región. La incomunicación por tierra y por agua desabastece de alimentos y obliga a la población a pasar situaciones que llegan al borde del hambre.
A este drama de la incomunicación se suma la desgracia de las poblaciones del departamento que no tienen suerte en la elección de sus autoridades. En 20 años de vigencia de los gobiernos departamentales, en este proceso democrático que se inició en 1989 la región ha recibido más de 300.000 millones de guaraníes, que sirvieron solo para el enriquecimiento de las autoridades de turno en desmedro del acceso a una mejor vida de los habitantes. Exgobernadores como Erasmo Rodríguez y Rosalba de Penayo, y el intendente (reelecto) de Puerto Casado, Bernardino Garcete, han sido procesados y condenados a devolver millonarias sumas, si bien solamente el primero ha devuelto hasta ahora una parte de lo escamoteado.
En Alto Paraguay existen otras localidades a las mencionadas anteriormente, como Puerto Guaraní, Puerto La Esperanza, Toro Pampa, San Carlos (exobraje) y comunidades indígenas como María Auxiliadora, Puerto Diana, Puerto 14 de Mayo, María Elena y Santa Teresita, entre otras, también olvidadas por las autoridades nacionales, cuyas poblaciones aún siguen en el lugar por ese gran amor que tienen al Chaco paraguayo, y que están siendo devastadas por la agroganadería brasileña ante la desidia cómplice de las instituciones ambientales del país.
En el Alto Paraguay aún hay un remanente de bosque tradicional que se resiste a desaparecer. Allí viven preciados animales de la fauna como el yaguareté, el puma americano, el tapir, cocodrilos, serpientes y una variedad de aves, entre otros. El río, por su parte, es rico en variedad de peces, cuya pesca, así como la belleza de la naturaleza, hacen que sea el principal atractivo de los turistas que invaden la región desde los países vecinos.
El Alto Paraguay no merece semejante castigo e indiferencia de las autoridades nacionales. Como primera medida, sus principales localidades: Puerto Casado, Fuerte Olimpo y Bahía Negra, necesitan urgentemente de pista de aviación operable en todo tiempo. Y mientras se concretan estas obras se debería pensar también en caminos que conecten a esas poblaciones bajo cualquier condición climática.
El poblador de este departamento siempre se ha preguntado: ¿quién será el Presidente de la República que inaugure el primer centímetro de camino asfaltado en el Alto Paraguay? Hasta ahora, nadie de quienes nacieron allí fue testigo de semejante avance y obra de progreso.
Es de esperar que esta tragedia que nuevamente está soportando esa rica zona sirva para que desde el Gobierno se impulsen las obras que pongan fin a este injusto aislamiento, para que sus pobladores ya no sufran ni mueran por falta de medios de comunicación que los conecten con el progreso.
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