Éxtasis / Elegía sin nombre

Éxtasis

Lienzo embebido en ti
es ahora mi cuerpo,
del todo desasido
y sin otra envoltura que tu imagen.
En mí te llevo como si cargara
sobrecogida sangre.
Sales de ti
hacia el encuentro, génesis reciente,
y yo bebo y respiro
tu exhalación, la rama de tu gozo.
Allí donde se forma
el color de tus brazos enlazados
gira el anillo impar que me contiene.
Nadie me busque, nadie.
Soy tu vigilia,
me disuelvo, pequeña,
en la dulzura que tu pecho emana.
Soy tu sombra y la mía,
soy un desprendimiento de ti mismo.
Allí donde comienza
esa felicidad sufriente y bella,
voy a tu encuentro.
Me despojo de mí
con un sacudimiento
de aterrados manzanos.
Puedo en amor morir que seguiría
recorriendo la tierra con tus pasos,
en tus manos ahogada.

María Granata (Argentina, 1920)

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Elegía sin nombre
(fragmento)
Te he alimentado tanto de mi luz sin estrías
que ya no puedo más con tu belleza dentro,
que hiere mis entrañas y me rasga la carne
como anzuelo que hiere la mejilla por dentro.
Yo te doy a la vida entera del poema:
no me avergüenzo de mi gran fracaso,
que de este limo oscuro de lágrimas sin preces
naces -dalia del aire- más desnuda que el mar,
más abierta que el cielo;
más eterna que ese destino que empujaba
tu presencia a la mía,
mi dolor a tu gozo.
¿Sabes?
Me iré mañana, me perderé bogando
en un barco de sombras,
entre moradas olas y cantos marineros,
bajo un silencio cósmico, grave y fosforescente…
Y entre mis labios tristes se mecerá tu nombre,
que no me servirá para llamarte
Y lo pronuncio siempre para endulzar mi sangre,
canción inútil siempre, inútil, siempre inútil,
inútilmente siempre.
Los pechos de la muerte me alimentan la vida.

Emilio Ballagas (Cuba, 1908 – 1954)