Potrero González, territorio olvidado

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Por Clide Noemí Martínez (*)

 

La compañía Potrero González es una muestra del abandono en el que sobreviven muchos compatriotas del Ñeembucú, privados de todas las bondades de la modernidad e ignorados por autoridades de turno.

per. país 0008-16La compañía pertenece al distrito de Tacuaras y está ubicada a más de 60 km de Pilar, capital del Ñeembucú. No cuenta con caminos, energía eléctrica, ni agua potable. A pesar de ello, adultos y niños, una educadora y sus alumnos apuestan a la educación para abrirse hacia un futuro prometedor en una sociedad que los ha ignorado en absoluto.

No están conectados con el servicio de la ANDE, y la falta de energía eléctrica les impide tener acceso a la televisión, internet, contar con electrodomésticos y otros elementos del mundo moderno. El local de la escuela San Roque González, como todas las casas de la compañía, tampoco tiene acceso a agua potable.

Niños y adultos sacian su sed tomando agua del estero, líquido que hoy ya no está libre de la contaminación de los químicos, por la proximidad de los grandes arrozales. Los ambientalistas han advertido en reiteradas oportunidades sobre el riesgo que significa beber el agua mezclada con glifosato.

Las obras viales, que son ejecutadas en nuestro país sin mucha planificación y atención al impacto ambiental, han incrementado las dificultades que sufren los habitantes de la zona. Los pobladores recuerdan que tras la pavimentación de la Ruta IV “Gral. Díaz”, los esteros han elevado su nivel quedando la mayor parte de los terrenos dedicados a la producción agrícola y ganadera bajo el gran espejo de agua.

En los últimos años, con el incremento de las lluvias, la situación se ha agravado, obligando incluso a suspender las clases por el ingreso de agua en la escuela.

La mayoría de las familias vive en las estancias de la zona, son capataces y peones de estancias, sobreviviendo gracias a la producción y venta de quesos que reciben a cambio del cuidado de la hacienda de sus patrones.

Necesidades Isidro Álvarez, poblador, recordó que viendo la necesidad de que los niños aprendan a leer y escribir, iniciaron las gestiones en 1979, construyendo el local con colaboración de los lugareños.  Afirmó que siempre fue muy difícil conseguir maestros, por el sacrificio que representa el traslado al lugar y las dificultades para conseguir rubros para los docentes

 (*)   clide.martinez@abc.com.py (corresponsal en Pilar)