Ocurrió en el Paraguay del siglo XXI, a unos 560 kilómetros de su capital: luego de cinco días, hubo que recurrir a un helicóptero de la Fuerza Aérea para el rescate, sanos y salvos, de los 33 pasajeros –entre ellos siete niños– de un ómnibus que se atascó en un paraje del municipio de Puerto Casado. Los infortunados se habían quedado sin agua ni alimentos.
Los pasajeros habían salido de Asunción con dirección a Bahía Negra, pero el viernes el colectivo en que iban quedó varado por las lluvias, que empantanaron los caminos. El bus de la empresa Stel Turismo se detuvo en Puesto Centinela, una región inhóspita a unos 120 kilómetros de Puerto Casado
La ruta se volvió intransitable debido a las lluvias caídas en el departamento del Alto Paraguay, en cuyos 82.349 kilómetros cuadrados no existe un solo metro de camino asfaltado, para pesar de sus 21.000 habitantes y vergüenza de sus compatriotas. Tampoco cuenta con una pista de aterrizaje que pueda operar en todo tiempo para, por ejemplo, trasladar a la capital del país a pacientes que no pueden ser tratados en el hospital de Fuerte Olimpo, por falta de equipamiento adecuado: el año pasado, una joven parturienta pudo ser evacuada a Asunción, por el Servicio Aéreo de Búsqueda y Rescate, solo después de que la pista de aterrizaje de la capital departamental se haya secado.
En abril de 2015, los pobladores de la zona de Toro Pampa, Chaco, realizaron una jornada de protesta para exigir que se arreglen los caminos. En noviembre, el MOPC informó que 582 kilómetros de dicha área habían sido “mejorados”, en ejecución del plan de emergencia vial en el Chaco, pero hace solo unos días, la gobernadora Marlene Ocampos (ANR) se quejó de que los trabajos realizados por los consorcios de obras viales son deficientes y de que los caminos se deterioran pronto en los días lluviosos; al mismo tiempo, hizo un llamado a la Asociación de Caminos Alto Paraguay, integrada por ganaderos, para que aporte sus equipos viales. El hato ganadero llega a más de dos millones de cabezas, de modo que la necesidad de rutas transitables en todo tiempo para su pronta comercialización resulta notoria.
Que una situación de emergencia vial tenga un carácter permanente, como se tiene en ese departamento, es inadmisible: en los últimos meses, en el Alto Paraguay ha llovido con la frecuencia e intensidad de siempre, así que su aislamiento no es el resultado de repentinas catástrofes naturales.
Lo que pasa es que ha sido ignorado por las autoridades nacionales y saqueado por los gobernadores que se sucedieron desde 1993 hasta 2013. Los colorados Tarcisio Sostoa, Óscar Alvarenga, Bernardino Garcete, Sergio Valinotti, Vidal Benítez, Nildo Penayo, Erasmo Rodríguez, Rosalba Penayo y Justo Fernández se sucedieron con rapidez para malgastar vilmente el dinero público, gracias a la complicidad de los concejales departamentales. Se robó y se dejó robar, como se desprende de que el gobierno departamental haya sido intervenido solo una vez durante veinte años de latrocinio impune, en los que una serie de sinvergüenzas manejaron más de 350.000 millones de guaraníes para enriquecerse a sí mismos y mantener en el atraso al departamento más pobre. Uno de sus caciques políticos fue, por cierto, el exdiputado colorado José Chamorro, entre cuyas fechorías figura que en 2006 cobró más de 250 millones de guaraníes por “gestionar” el desembolso de royalties para la Municipalidad de Puerto Casado.
Es evidente que los pobladores del Alto Paraguay no tuvieron ningún tino al elegir reiteradas veces a unos corruptos de marca mayor. Sea que lo hayan hecho por desconocimiento o acuciados por necesidades inmediatas, mucha responsabilidad les cabe por haber confiado, una y otra vez, en unos verdaderos malandrines. Esta triste constatación no excluye, desde luego, que el país esté en deuda con ellos: la ignorancia y la miseria son, justamente, los resultados de la corrupción y de la inicua marginación, que deben ser superadas cuanto antes. Para que esos compatriotas carenciados puedan salir de la pobreza, es imprescindible que venzan primero su aislamiento, que traba el desarrollo económico y hasta puede tener consecuencias fatales, cuando los centros de salud resultan inaccesibles cuando llueve.
El MOPC ha llamado a una licitación pública internacional para pavimentar, a un costo de más de 220 millones de dólares, la ruta de 227 kilómetros que une las localidades de Loma Plata y Carmelo Peralta, que es precisamente aquella en la que se realizó la operación de salvataje. Cuando los trabajos concluyan, al cabo de veinticuatro meses, será la primera de su tipo en todo el Chaco. Es doloroso apuntar que si en las dos décadas anteriores se hubiesen enripiado cada año 20 kilómetros, con las piedras de las cercanías de Fuerte Olimpo, el departamento ya habría estado conectado con Loma Plata mediante un camino transitable en todo tiempo. Por de pronto, es de esperar que la pavimentación referida se inicie ya este año –la apertura de las ofertas se hará el 24 de agosto– y que ella sea correctamente efectuada, dentro del plazo estipulado.
Un calvario como el sufrido por los pasajeros rescatados no debe repetirse en ninguna parte del país. El sentido de solidaridad exige redimir al Alto Paraguay del abandono en que se halla desde siempre.
Editorial de abc.com.py (16-05-16)
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