Por Dr. Gustavo De Gásperi (*)
Como un hombre que periódicamente se mira en un espejo, que pueda brindarle una más clara idea de cómo anda su vida, su existencia, el Paraguay tiene que hacer un examen de conciencia cada tanto, y es por ello por lo que la inminente revisión del Tratado de Yacyretá nos regala un instante ideal para contemplar nuestra imagen, en vista de que su destino está en juego en la profundidad de su alma, que la tiene como nación y en el concierto del mundo que se agita en torno de sus fronteras.
Las palabras de Eloy Fariña Núñez al concluir su «Canto Secular» nos proporcionan el tono en que quiero expresar el estremecimiento muy íntimo de un paraguayo más, que ansía el bien de la patria y desea con vehemencia que a las generaciones del porvenir no les falte alimento con que nutrir sus corazones de ciudadanos del mundo y prisioneros del universo. Decía el poeta: “Tenga o no valor mi oda conmemorativa, débole, pues, al menos, el inolvidable encanto de haberme sentido por un instante alma de mi pueblo y corazón de mi raza y el alto placer moral de haber alzado mi canto en el preciso momento en que otros alzaban el puñal contra la libertad”.
Tal vez El Canto de mi Selva, de Herminio Giménez, pueda ponerle música a la evocación de la libertad y el puñal que la amenaza. Valga la ocasión para recordar que la patria se construye con esfuerzo, con trabajo, a cada instante, y que nuestro deber nos impone estar alerta ante los furtivos enemigos de la libertad, que trabajan en sigilo desde fuera y desde dentro de las fronteras, como si no hubiera centinelas dispuestos a dar la vida por ella.
Yacyretá … ¡hermandad soñada por largos años para abrazar fundadas esperanzas! ¡Quién habría de imaginar que las cláusulas de un Tratado suscrito para sellarla serían, después de cuarenta años, utilizadas para preterir sin término los derechos del hermano al favor de su reconocida mansedumbre!
La añagaza oculta bajo el poncho se refleja en números poblados de mentiras, propensos a la trampa, que serán o pueden ser utilizados para extender sin término la confusión del pueblo entre su realidad y su esperanza. La torva intención reside en que “el grado de aprovechamiento de las deudas contraídas”, con que la revisión está prevista, sirva como trampolín para perpetuar la sumisión del Paraguay a intereses extraños.
No nos respetan. La soberanía del pueblo es falsa. La representación fracasa.
En las entrañas de la patria, las serpientes explotan las leyes que les permite participar en minoría, de una democracia que no es tal, sino contubernio corporativo de los partidos tradicionales y bajo su amparo, se disfrazan de claveles. Buscan aparecer en posiciones importantes y estratégicas y desde allí, disponen y proponen para que el pueblo crea que son activos y mejores que aquellos que creen ser poderosos y duermen la siesta.
El sistema electoral sirve para cualquier cosa, menos para elegir auténticos representantes del pueblo. Y es así como las serpientes nativas se alían con sus equivalentes de fuera de la patria, y cultivan sus ideologías, que no es sino la destrucción del orden constitucional que califican de oligárquico, pero se aprovechan de dicho orden para medrar en pos de ventajas circunstanciales en busca de la quimera del regreso al poder perdido por torpeza.
Las ideas ponen orden y claridad en el pensamiento humano, pero la ambigüedad y confusión ideológica de minorías disciplinadas y organizadas tirotean a la sociedad desde sus disimulados refugios, dispersos en el esquema oficial. Yacyretá es la demostración de que los argentinos van a ejercer la presidencia del Mercosur después de Venezuela y nuestras serpientes se vanaglorian de que ellos fueron desplazados por error en su perjuicio, que la patria les debe indemnizar por ello.
Esto significa que ellos tenían razón o por lo menos actúan como si la hubieran tenido, y les va bien.
Los bolivarianos son como las medusas que transmiten la fiebre a la política interna y fuera del Paraguay, tienen tentáculos con que dominan lo que alcanzan.
No les molestó en su momento el juicio político de uno de los suyos. Les indignó que alguien se atreviera a corregir su red virtual con la que piensan seguir en la cresta de la ola a favor de la inverosímil tolerancia de cuasicorreligionarios seudoliberales, montados al poder político en virtud de las falencias del sistema electoral vigente. El conjunto de minorías se sostiene al favor de las divisiones en la mayoría y el jaque mate se hace posible.
En tal caso el ganador será el caos y en él solo se habla de reforma de la Constitución porque la clave de la sigilosa revolución en marcha consiste en cambiar la legislación de tal forma que las organizaciones sociales y campesinas tomen el poder con el apoyo bolivariano. Se percibe un aflojamiento de las defensas de la sociedad, mientras la burguesía está en otra, en el ejercicio del poder en provecho de algunos.
La sociedad se astilla en pequeños pedazos. ¿Podrá el Paraguay resistir la hegemonía de los vecinos y seguirá regalando sus entrañas y recursos naturales? ¿Tiene el Paraguay respeto de sí mismo? Las escenas de la revisión de Yacyretá no se verán en televisión y el pueblo podrá sentir o no las amputaciones y desmembramientos y en tal circunstancia nos preguntamos: ¿lograrán los enemigos clavar el puñal en el corazón de la libertad?
(*) Abogado
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