¿Y dónde estaba el 24 de marzo de 1976?

 

Rafael Luis Franco (frarafael@gmail.com)

Recuerdo, con 22 años, estaba trabajando en un medio como reportero gráfico en el Sur. Recuerdo de esos años la gran inflación de mediados de 1975 llamada “el Rodrigazo”, por Celestino Rodrigo, el ministro de Economía que un día lo pusieron al frente y le hicieron firmar un papelito, que ni sabría que firmaba y al otro comienza la devaluación. Esta fue tan atroz y tan violenta que los comercios comenzaron a cerrar por meses, ya que si vendían no tenían la posibilidad de reponer.

Recuerdo de esos años los informes de las noticias, todos los días mataban uno o dos oficiales del Ejército, cuando no un policía. Los terroristas habían logrado sacar a los uniformados de la calle, los mataban como moscas, les robaban el arma y la chapa; la cuadra donde había una comisaría estaba vallada y no se permitía el paso de vehículos, también los policías, por muchos años, dejaron de usar la chapa distintiva para que no los identificaran; es así que se adueñaron de las calles no solo los terroristas, también los delincuentes comunes.

Recuerdo de esos años la desesperación de la gente, la devaluación imparable y que el clamor general era que el gobierno se vaya y “que vengan los milicos”. El llamado Operativo Independencia en la provincia de Tucumán ya era un hecho desde 1975, los terroguerrilleros habían logrado liberar amplias zonas de dicho territorio.

Recuerdo de esos años que los atentados estaban a la orden del día, algunos espectaculares, como el secuestro del avión de pasajeros con que escaparon de Formosa que luego aterrizó en un pantanal. Por aquella época el terrorismo estaba de moda, no solo pasaba en la Argentina, también en Alemania, en Gran Bretaña, en España, en Italia, etc., y los grupos tenían conexiones internacionales y lugares de entrenamiento ya sea en Cuba o Libia, no solo en el campo militar, también en el de la guerra psicológica; y es este tipo de guerra para ellos la más importante y en la que nunca han cejado; es la que les permite luego a muchos acceder al poder y recibir indemnizaciones multimillonarias; ya que pasan de victimarios a víctimas; y también gracias a una prensa tibia, cuasi cómplice, en la que la sangre de las víctimas inocentes en sus páginas seca al instante, mientras que la de los terroristas siempre se mantiene fresca y lista para una marcha o piquete.

En Buenos Aires tenían medios a su disposición, y eran muy populares; aquella generación, la nacida en los 50, en su mayoría eran idealistas, de buen nivel intelectual y económico, medio y alto. Pero fue enajenada por una maquinaria que tiene la capacidad de torcer la realidad y que los(nos) engañó y encegueció, en mayor o menor grado, y utilizó a toda aquella juventud para buscar imponer un Estado totalitario.

Aquella generación no vivió lo que fueron los dos primeros gobiernos de Perón, solo sabía lo que los medios le vendían, que de ser en la realidad un gobierno totalitario, pasó a ser en la imaginación juvenil una gesta romántica antiimperialista; “ni yanquis ni marxistas…” era la consigna, pero la realidad es que eran inconcientemente marxistas.

Y las proscripciones y prohibiciones aportaron lo suyo para hacer crecer el mito, la figura y el prestigio del exiliado “líder” que en 1955 estaba por el suelo, vuelve a comienzos de los 70 cual ave Fénix, remixado, aggionardo, con menos años que cuando se fue gracias a la Dra. Aslan, decían, a salvar la República; y se impone democráticamente con el voto masivo de la ciudadanía.

Y qué hizo en los pocos meses que duró su gobierno (septiembre del 73 a julio del 74), no hizo nada nuevo, hizo lo que sabía y había hecho ya en sus primeros dos gobiernos, y el resultado en lo económico está a la vista, quedó para la historia: el “rodrigazo”, el brutal ajuste que hice antes referencia, fue producto de las medidas gelbardeanas.

Del presente griego que legó el «Pocho», “Isabelita” no digo nada, porque fue meramente títere de oscuros poderes, internacionales inclusive, que son los que crean, financian y sostienen a dictadores/as cuya única función es entretener, engañar, dividir a la ciudadanía para así vaciar sus riquezas. Antiguamente eran los piratas los que atacaban y se llevaban el Tesoro, ahora este robo lo hacen con los demagogos.

Y para tener una leve idea de adónde estaba llevando el país aquellos primeros gobiernos del “líder”, basta solo con ver la Venezuela de hoy día; una historia calcada. Imaginen si logran echar a Maduro, que este va al exilio durante 18 años, y que durante ese tiempo una nueva generación crezca sin conocer prácticamente el desastre que hizo, las arbitrariedades, las confiscaciones, el control de los medios, la inflación, etc.; es inimaginable, ¿no?; pues bien, eso fue más o menos lo que pasó con Perón después de 1955. Los medios lo reinventaron, lo reciclaron, al ocultar la verdad a la generación siguiente.

Así, cuando esa generación llegó a la adolescencia y juventud, a la edad en que empiezan a interesarle los vaivenes políticos, quedó atrapada en la telaraña ideológica, tejida hábilmente por expertos internacionales en manipulación psicológica de masas, que ofrecían a los jóvenes “imberbes” (así los trató Perón el 1°-5-1974) un abanico de posibilidades para caer en ellas: desde una extrema izquierda hasta una extrema derecha; y en esta última es la que la gran mayoría cayó, y sigue cayendo al creer que los movimientos nacionalistas son opuestos al socialismo, a la izquierda totalitaria; y no es así, esta es su faz más siniestra.

Junta Militar del “Proceso de Reorganización Nacional”: Videla, Massera y Agosti

Y una cosa deriva en la otra, porque los miles de desaparecidos no fueron el resultado de un solo gobierno; fueron el resultado de una serie de políticas equivocadas; de engaños masivos; en este resultado tienen que ver tanto civiles y militares; una sociedad, “el pueblo”, que hoy quiere una cosa y mañana otra y que luego nadie se responsabiliza por nada y todos se vuelven fiscales y jueces; una infantil sociedad que a pesar de conocer la historia, cada tanto, alegremente, vuelve a seguir al flautista de Hamelín y recién se despierta, por un rato, cuando se está ahogando.

Lamentablemente hay un impedimento para conocer en profundidad esta historia en la que aún quedan muchos sobrevivientes de esos años que pueden contarla, contar los hechos tal como fueron; ese impedimento es el bando que nos dice lo que es políticamente correcto y lo que no; una suerte de nazifascismo totalitario se ha impuesto, casi por ley, y dice que los terroristas de antaño son las únicas víctimas de esta historia; y si dices lo contrario, marche preso.

Y así, como a la generación del 50 le contaron “otra” historia; asimismo pasa con la generación post desaparecidos, les están contando “otra” historia. Es increíble de ver cómo en este país la historia se repite constantemente una y otra vez, el Record Guinness debería tenerlo en cuenta.