Rafael Luis Franco (frarafa@gmail.com)
Es la ley de la naturaleza que sobrevivan las especies más fuertes, las más aptas, tanto del reino animal o vegetal, esto es así mucho antes de la aparición del Hombre, como la ley de la gravedad antes de que se descubriera.
Pero en la naturaleza humana, que no escapa a esta ley, se está dando una situación inversa, después de millones de años de evolución: ahora sobreviven los más enfermos, los más débiles, y por enfermedad y debilidad no me refiero a una cuestión física sino mental, creándose así una situación que apeligra tanto su evolución como su existencia, ya que a los “enfermos” que me refiero son los detentadores de un poder mundial.
Con lo cual también se da una antinatural situación: mientras que en la naturaleza está dado que los más fuertes e inteligentes ven de guiar y cuidar a los suyos, además que se reproduzcan en forma saludable, en la sociedad humana este proceso se tornó inverso, porque los que deberían cuidar y ver que el Hombre prospere no hacen más que esclavizarlo, someterlo, en muchos casos tratándolo peor que al ganado doméstico, y de última descartarlo.
Es que a la condición humana hay que agregarle un plus: su libre albedrío, algo que ninguna otra especie que habita la Tierra posee; y esa libertad de decisión es la que la vuelve peligrosa hacia su propia especie.
Ya desde sus orígenes, en el Génesis, está descripta esta rebeldía a obedecer al Creador. Nuestro “Génesis” vendría a ser algo como la rebelión de las máquinas del futuro que plantea la saga “Terminator”, pero a la inversa: la rebelión del Hombre contra su Creador; coincidiendo en que en ambas todo se transforma en un infierno.
Y cuál sería esa condición mental; pienso que está señalada en los conocidos pecados capitales: ira, gula, soberbia, lujuria, pereza, envidia y avaricia.
Creo que nuestra época, más que en ninguna otra, salvo los señalados en la Biblia, está marcada por estos e incentivada por el relativismo junto a un nihilismo que no tiene ni pies ni cabeza; pero es el último pecado, la avaricia, el que puede llegar a determinar la desaparición de nuestra especie; porque está asociado al egoísmo, a la codicia, a la esclavitud, al sometimiento del otro por el medio que sea, haciendo a un lado el amor hacia el Otro, el verdadero Amor, por un extremo Yo ego-ísta que transforma al Ser Humano en un objeto descartable; al que una sociedad imbecilizada le da menos valor que a su mascota.
Y cuando, como en la actualidad, se ha llegado a concentrar el poder mundial en muy pocas manos, y como sabemos el poder enloquece, y vemos que desde algún lugar alguien dio la orden de que todo el mundo debe ponerse un bozal totalmente antihigiénico en la cara, desoyendo los consejos de expertos que no es bueno para la salud, de niños y adultos.
A la vez que se obliga a cerrar negocios, perder trabajos, se encierra a la gente en sus casas, se les prohíbe visitar familiares, cruzar fronteras locales e internacionales, a la vez que se va mentalizando que todo el mundo debe ser vacunado, no una sino las veces que este poder lo considere, con una sustancia experimental de la cual nadie es responsable por las complicaciones que surjan.
Esta situación es casi como ver a una empresa corporativa, que tiene cientos de miles de empleados, y llega a un punto que la tecnología les hace prescindente a la mayoría de ellos y un buen día, de un plumazo, el directorio decide echar a la mitad del personal; aquí parecería que los habitantes del planeta estamos en un punto que formamos parte de dicha empresa corporativa que ha decidido, de la noche a la mañana, reducir a la mitad o menos en una agenda llamada “20-30”.
Se conoce que el comunismo a lo largo del siglo XX exterminó a más de cien millones de personas, fuera de las guerras, solo por hambre y persecución política; esto se publicó en el famoso y ocultado “Libro negro del comunismo”, donde catedráticos franceses expertos en distintas áreas, como ser Asia, Alemania Oriental, URSS, África, América, etc. (editado por Stéphane Courtois, entonces director de investigaciones del Centro Nacional para la Investigación Científica, organización pública de Francia), lograron determinar con profusa documentación, recabada en los archivos de otroras agencias secretas como Kgb y Stasi, tal cifra.
Bien, sabemos ahora que de la mano china viene el llamado nuevo orden, que no es más que una repetición del viejo comunismo, pero ahora formando abiertamente una sociedad libero-comunista, que con mucho más experiencia y sobre todo más tecnología ya han logrado controlar casi la totalidad del orbe; así es que si un siglo antes, sin tener todas estas “ventajas” esta ideología logró exterminar 100 millones, me parece que la cifra al terminar el siglo XXI puede llegar a ser escalofriante, inimaginable.
Lo que se está dando y planea implantar con el llamado Nuevo Orden es un proceso totalmente anticivilizatorio; es un retroceso a eras precristianas.
Ante este negro porvenir, solo nos resta pedir que Dios nos ampare de personas sin alma ni corazón, que juegan a ser como dioses; y no solo nos ampare, también toda esta situación sirva para un Despertar global, que reconozca la pérdida de los valores intelectuales y morales, la decadencia de esta civilización, y que peor que la muerte física es la muerte del alma que le da sentido y trascendencia a la vida.
Y principalmente rezar por el alma de aquellos que la han extraviado, para que despierten, tomen consciencia y se arrepientan de corazón.
Porque está dicho: “Y yo te digo a ti que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré yo mi Iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella.” Mateo, 16:18.
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