Referéndum por una causa justa

Se realiza este domingo el primer referéndum de nuestra historia política reciente, según el marco legal concebido por la Constitución. Coincidentemente, él está relacionado con un tema de gran significación para la ciudadanía: el pueblo decidirá si acepta o rechaza la enmienda del artículo 120 de nuestra Ley Fundamental, para decidir si concede plenos derechos de participación política a los paraguayos de la diáspora.

Existen sobrados motivos para apoyar esta iniciativa. Estimamos que el primero guarda relación con el postulado republicano más elemental: todos somos iguales en dignidad y en derechos, sin importar si habitamos dentro del territorio nacional o fuera de él. Cualquier discriminación en este sentido es arbitraria y, por lo tanto, debería ser eliminada de nuestro ordenamiento jurídico.

El artículo 120 de nuestra Constitución, por el cual se limita el derecho de participación en las elecciones a los “ciudadanos paraguayos radicados en el territorio nacional”, concede incluso a los extranjeros con radicación definitiva la posibilidad de sufragar en los comicios municipales. ¿Por qué entonces excluir a nuestros compatriotas del exterior de toda forma de involucramiento activo en la construcción de la realidad política del país? No tiene sentido.   

Existen, además, motivos de diversa naturaleza para justificar una postura a favor del voto de los paraguayos en el exterior. Uno de ellos es que esta práctica está vigente en más de un centenar de países, y que en América del Sur somos solamente dos, Paraguay y Uruguay, los que continuamos excluyendo a nuestros nacionales radicados en el exterior del pleno derecho a participar en la elección de sus más altas autoridades.

Como todos sabemos, una gran parte de los emigrados paraguayos se han visto obligados por circunstancias políticas a abandonar el país y radicarse en el exterior. Es decir, la situación no les permitía acogerse a otra posibilidad; en no pocos casos la disyuntiva era salir del Paraguay o arriesgarse a perder la vida. Así sucedió en diversas ocasiones a lo largo de nuestra historia, y más recientemente en las tres décadas y media que duró el nefasto régimen de Alfredo Stroessner.   

Aunque el caso de la migración producida por motivaciones económicas no sea exactamente el mismo, el fenómeno también es generado por un grado de perentoriedad devenida de la precaria situación económica y social del país. En ambas circunstancias es injusto sumar el castramiento político a una situación de marginación real, ya sea forzosa o más o menos voluntaria.   

Hay, igualmente, un argumento de peso en términos económicos y financieros: los paraguayos de la diáspora contribuyen activamente al crecimiento de la economía paraguaya. Existen divergencias en cuanto al monto real de ese aporte. De acuerdo con estimaciones del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), las remesas enviadas por nuestros compatriotas radicados en el exterior alcanzaron los 723 millones de dólares en 2010. El Banco Central considera que ese monto está sobrevaluado, y que las mismas, en idéntico periodo, llegaron a los 430 millones de la misma moneda. En todos los casos, se trata de cifras significativas.   

Ahora bien, si estos compatriotas son agentes eficientes de nuestro desarrollo económico, ¿por qué  habría de impedírseles que también aporten su contribución efectiva en la construcción política de nuestra sociedad? No vemos ninguna razón para que se les siga imposibilitando participar en las elecciones nacionales.

Cabe señalar que el referéndum se hizo posible gracias al casi total consenso de nuestra clase política, que, a instancias del reiterado e histórico reclamo de los paraguayos en el extranjero, percibió la importancia de proceder a una enmienda de la Constitución Nacional.   

Toca el turno ahora a las paraguayas y a los paraguayos dar su voto por el SÍ, para que nuestros hermanos dispersos a lo largo y ancho del mundo sigan sintiéndose parte integral de un país que precisa del apoyo de todos y cada uno de sus hijos para construir una sociedad más justa.

Editorial del diario Abc color del día 7-10-2011