Rafael Izquierdo*
Es sabido que nuestro país, el Paraguay, está pasando por una grave situación de falta de agua y electricidad, y la culpa principal la tienen los colorados y sus 61 años de gobierno.
Y como los expertos dicen que necesitan millones y millones de dólares para solucionar el problema, va este humilde aporte que creo no va a costar un guaraní, y menos un dólar imperialista, al Estado y puede rápidamente paliar la situación.
Primer punto: el agua. Hay que volver a reinventar al aguatero; se acuerdan el carrito que venía y nos dejaba un tacho o dos de agua que iban al cántaro, tapado por un plato y un jarrito de lata encima, que la mantenía fresca; se podría rápidamente volver a crear un cuerpo de aguateros, con un carrito tirado por un caballo o mula que lleve un tambor con el vital elemento para distribuir a las familias; también hay que volver a cavar los pozos en el fondo de la casa y así tener de nuevo el viejo aljibe, pero esta vez deberemos cuidar de él y una vez que pase la emergencia no volver a llenarlo con basura y taparlo, ya que no es posible confiar en la tecnología moderna. Y los que no tienen patio y se les ocurrió poner cerámica, que levanten ésta e igual hagan el agujero.
Segundo punto: la electricidad. Miren qué simple, la pantalla o el abanico pueden suplir perfectamente al aire acondicionado; o es que este artefacto existió siempre, acaso cómo nos arreglábamos antes, sin heladera y sin ventilador. A la siesta, en la hamaca bajo el mango y, a la noche hay que sacar el catre afuera. Volver a la vieja lámpara mbopí, el lampiumi, la vela o en todo caso, a lo sumo, una lamparita de 25 w para iluminar el dormitorio o comedor cuando no haya más remedio; ejemplo, cuando vienen visitas, que bien pueden venir de día.
Y así una vez superada la crisis producida por los stronistas, que nos hicieron confiar falsamente en una Corposana, Acaray e Itaipú, si se aplican estas medidas debemos continuar por la senda bolivariana de regreso al siglo XIX o XVIII, para vivir como vivían nuestros próceres; o como los talibanes, un poco más ambiciosos, que sueñan llegar al siglo VI (después de Cristo, se entiende, no vayan a pensar que somos unos atrasados y que queremos vivir como antes de la era cristiana), quienes no tienen problemas en vivir en cuevas de la montaña; un inmueble resistente al paso de los siglos, caliente en invierno y fresco en verano, con magnífica vista al desierto.
Además y lo más importante, estas medidas, auténticamente progresistas, contribuirán sin duda al descalentamiento global.
*desde Sierra Maestra, Cuba
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