COMBATIR LA POBREZA EN PARAGUAY:EL PLAN DE GOBIERNO DE CARTES (2013-2018)

Por Beatriz Acuña

cartes boxeador beatriz acuña 24-05-14

 

 

 

Psicóloga-Especializada en Psicosociología Política

¿EN PARAGUAY DEBEMOS COMBATIR LA POBREZA O DISTRIBUIR LA RIQUEZA?

 «Los antiguos hombres políticos hablaban 

continuamente de buenas costumbres

y de virtudes, mientras que los nuestros 

sólo hablan de comercio y de dinero».

Jean-Jacques Rousseau (1712-1778)

Cuando se buscan las causas de la inseguridad, los secuestros, la violencia y el delito, cada uno mira para el lado que le parece y algunos para cualquier lado.
Algunos señalan que la causa principal del delito es la droga, puesto que drogones hay en todas partes y sin embargo, no siempre en esos lugares existe el mismo tipo de delito que alarma a la gente.

Aún en la clase media local, corre falopa , sin perjuicio de lo cual no todos los faloperos de medio pelo, asesinan jóvenes y ancianos, aunque muchos viciosos bursátiles o de otras disciplinas cometan delitos graves como vaciamientos de empresas del estado, malversación de fondos públicos o tráfico de medicamentos truchos, etc., Pero eso es “harina de otro  costal.”

Tampoco están en lo cierto quienes apuntan a la falencia educacional, mientras ellos mismos o su prole, escriben con errores de ortografía o ignorando las efemérides básicas de nuestro calendario, aunque tengan aprobadas sus étapas educativas primarias y medias o inclusive terciarias.

Los brutos, cometen un sin fin de equivocaciones, entre otras, adherir con facilidad a cualquier consigna facilista, arreados por el clientelismo político, miedos y por los medios de comunicación masivos. Sin embargo, tampoco salen a asesinar a mansalva, a tontas y a locas.

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Horacio Cartes hizo del “combate a la pobreza” su principal argumento electoral
Horacio Cartes hizo del “combate a la pobreza” su principal argumento electoral

Finalmente, y a veces con buena voluntad, muchos señalan a la pobreza como causante del brote de violencia, amparados en la estadística ligera que muestra a los pibes chorros como estereotipados en personas humildes.

Y frente a esta estadística, mas o menos veraz, están los que concluyen que hay que combatir la pobreza y los que con cinismo sostienen que hay que acabar con los pobres (aunque no se diga directamente, muchos están convencidos de este último segmento de opinión.)

Pero bien, sin querer polemizar con estas opiniones, deberíamos tratar de advertir que la pobreza no es, en si misma, la causa de tanta violencia, aunque ésta la protagonicen a simple vista los pobres.

Porque muchos de los crímenes recientes, son cometidos por individuos de clase media baja y no sólo por el último escalón social, de lo cual debe descartarse el delito famélico.

La pobreza se encuentra en relación dialéctica con la riqueza y es en este vínculo en donde debemos depositar la síntesis.

En Cuba, mal que le pese a muchos, no hay índices delictivos severos, como tampoco los hay en la Suecia Socialdemócrata ni en la Suiza Ultra capitalista. En uno habrá balseros y jineteras, pero no chorros. En otro, hay suicidios, pero no homicidios a quemarropa por una moto o un celular.

Cómo rezaba el memorable tango de José María Aguilar, aquel guitarrista de Gardel, que con aguda ironía advertía en la crisis del 30 que “…el ladrón que es hoy decente, a la fuerza se hizo gente, ya no encuentra a quien robar; y el honrao se ha vuelto chorro porque en su fiebre de ahorro, él se afana por guardar…”

Mas acá en la geografía y mas allá en la historia, en las décadas del 40,50, 60 y 70, superada la crisis del 30 que abordó el poeta mencionado, (mas allá de los crímenes políticos), no encontramos antecedentes que se aproximen al problema actual, pese a que, como lamentablemente opinan muchos… , «pobres siempre existieron».

Y es cierto. Pero lo que no existía entonces, era tanta exposición impúdica de la riqueza, sustentada no solo por poderosos ricachones, sino por clasemedieros con un poco de viento a favor y mucho de negocio non sancto.

Basta con encender el televisor para tener como única realidad a vedetongas con autos descapotables, romances confesados al calor del dinero, conductores con muy poco glamour y mucho de estruendo.
Ascensos sociales con poco merito y con bastante desparpajo en cuanto a la fuente inmoral del mismo.

Si con solo recorrer un barrio de clase media, cualquiera se dá cuenta que, cualquiera, tiene un auto cero kilómetro o una casa que sus padres o abuelos laboriosos no pudieron conseguir al cabo de una vida de trabajo.

Y frente a esta vidriera, la pobreza. La misma que antes, pero más extensa en su número y mas ansiosa de tomar revancha por un destino que no pudieron evitar. Hoy en las escuelas públicas,  hay chicos muy pobres, pero todos juegan con las mismas bolitas junto al hijo del médico y o el carpintero.

Además, la pobreza se concibe como su nombre lo dice, como una situación de emergencia y no como un destino inexorable..

Entonces sería justo que el que tiene un poco mas, lo viva con recato, aunque conciente de la diferencia y  no abusando hasta el hartazgo de ella.

Por lo tanto se puede concluir de que si el problema del delito, guardara relación con la pobreza, no se soluciona eliminando pobres, sino curando la pobreza y esta última no tiene remedio si no se ataca a la riqueza.

Son los ricos, no solo en su apropiación, los que producen pobres, sino por lo que le sacan al miserable y por la impotencia que provocan en ellos.A nadie le gusta ver comer manjares a un semejante, mientras él solo procura un pan duro .

Nadie soporta con equilibrio ser maltratado en su intento de limpiar un parabrisas de un auto que jamás podrá adquirir y que la publicidad lo muestra como una condición indispensable para ser feliz.

No hace mucho, una publicidad de automóvil mostraba a un horrible narigón, acompañado de una cálida señorita, mientras le dejaba una propina a otra persona igualmente narigona que servilmente le habría las puerta del flamante rodado. En la ocasión el primero se compadecía de la triste situación del segundo, confesando que el coche que adquirió le cambió su autoestima.

Mensaje publicitario vomitivo por donde quiera mirarse. Nada bueno puede esperarse de una sociedad así concebida. Aunque eliminen pobres físicamente, otros tantos aparecerán porque el sistema consiste en la producción de pobres.

Y si del resentimiento se trata, ningún futuro promisorio puede esperarse si quienes lo producen, no echan mano a la humildad en vez de pensar en tanta violencia represiva para paliar lo que ellos mismos generan por su propia naturaleza.

En síntesis, el problema no es la pobreza, sino la riqueza. La solución no radica en atacar a los humildes, sino en bajarle el copete a los fanfarrones embriagados de bienestar económico.

No busquemos siempre encontrar delincuentes entre los pobres, sino investigar ingresos de dinero ilícitos mas importantes que los obtenidos en un arrebato callejero.

No detenerse tanto en el episodio del robo de un automóvil, cómo en la comercialización de las autopartes, efectuadas en lugares bien visibles y consumidos por conciente clientela que no le importa el origen sangriento de lo que pagan mas barato.

No horrorizarse tanto con el patotero, tan difícil de buscar en la multitud, sino con el jefe de la patota, tan fácil de descubrir en las jefaturas de los tres poderes del Estado.

Estas no son mas que sugerencias no taxativas, pero ejemplificativas para pensar en los verdaderos culpables de tanta violencia y encontrar soluciones, no tan ligeras como las que suponen el grito vacío de SE-GU-RI-DAD, pero mas duraderas y éticas como  para llegar a edificar una sociedad justa, libre y soberana. Para que consolidada esta sana realidad, la consecuencia sea esa seguridad a la que todos anhelan pero que no todos merecen.

Buenos Aires, 14 y 15 de mayo de 2014