Petróleo en el Paraguay
Sobre esto y aquello
Por Guido Rodríguez Alcalá
Hacia finales de la década de 1930, el Gobierno paraguayo ya sabía que había petróleo en el Chaco, en la zona fronteriza con Bolivia, porque contaba con estudios al respecto. Dónde están esos estudios, no sé; repito lo que dice el historiador norteamericano Leslie Rout, en The Politics of the Chaco Peace Conference, interesante y merecedor de una traducción.
En la década de 1940, el presidente Higinio Morínigo pidió a los EEUU ayuda para la exploración del petróleo en el Chaco. Un pedido difícil de complacer, porque no dependía tanto de la voluntad de la Casa Blanca, como de las empresas privadas, que no mostraron mayor interés en el estudio. Por entonces, los mayores yacimientos conocidos y explotados estaban en los EEUU y en Arabia Saudita.
El 11 de noviembre de 1957, El País anunció que una muestra del petróleo encontrado en el Chaco se llevó al Palacio de Gobierno. Hubo varias publicaciones más en varios periódicos, que anunciaron la construcción de un oleoducto. Después terminaron las noticias sobre el tema. ¿Qué pasó? Supongo que se superó la crisis provocada por la guerra árabe-israelí de 1956, que cerró el Canal de Suez y puso en peligro el aprovisionamiento mundial de combustibles. (Sobre el tema, véase el libro de Daniel Yergin, Historia del petróleo).
Según una persona relacionada con las empresas que hicieron las exploraciones, se perforaron y sellaron los pozos, que quedaron como reserva. Es posible porque, entonces, existían yacimientos más accesibles en el resto del mundo; lo del Paraguay fue una tentativa para el caso de que se dificultara el acceso a las fuentes tradicionales.
Hace unos días, el sucesor de El País (Última Hora) anunció que la baja de los precios del crudo disminuyó el interés y detuvo los trabajos en el Chaco. Tiene sentido. Con el barril por encima de los cien dólares, cualquier inversión resultaba rentable. Por eso hubo grandes inversiones en fuentes no convencionales, como el fracking, la perforación en aguas profundas, la elaboración de las arenas bituminosas del Canadá. La caída de los precios llevó a la quiebra a una empresa menor de fracking en EEUU y pone en dificultades a los pozos ingleses del Mar del Norte. Diecisiete países (incluyendo Inglaterra y EEUU) se ven afectados por el bajón, según un estudio reciente.
Qué pasará con el petróleo no lo sabe nadie ni debe importarnos demasiado. Tenemos Itaipú y Yacyretá. Con más líneas de transmisión y una planificación racional del empleo de esos recursos, podemos progresar y mucho. Sin embargo, preferimos soñar con tesoros escondidos: los enterrados en la Guerra Grande o los que nos permitan bañarnos en petróleo.
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