Paraguay, una mesa sin pan

Gilberto Ramírez Santacruz dijo en un poema: “Paraguay es una mesa sin pan”, como una cruda visión de la realidad paraguaya.

¿El Paraguay es, en realidad una mesa sin pan?

Si no fuera así ¿cómo se explica que nuestros compatriotas emigren de a miles hacia otros países? La peor protesta de un ciudadano de cualquier lugar del mundo es abandonar su país por falta de pan, país dónde nunca es invitado al banquete de los privilegiados. Y ya cansados de apretarse los cinturones cada vez más, optan por el único camino que les queda: irse en busca del pan negado.

La democracia será muy buena porque tenemos libertad de opinión de prensa y la presunción de que ciertos derechos están garantizados, por ejemplo, el de la propiedad privada. Pero evidentemente no alcanza ya que con ella muchísimos no pueden saciar su hambre. O sea, opytá okápe, mesa guype, bajo la mesa, desplazados

Y si sumamos a este drama el hecho de la mala atención sanitaria, la inseguridad galopante, la deficiente educación, la incierta división de los poderes, el contrabando organizado, la impunidad delincuencial etc., nos hace pensar que la democracia no es para todos, porque es exclusiva y excluyente en el sentido de que excluye y margina a la gente a la que debería ser útil. Y así la impulsa –expulsa- a buscar nuevos horizontes en otras tierras.

Lo más triste y alarmante es que en esta emigración incesante, la mayoría son jóvenes y está despoblando nuestro país extrayéndole su futuro, su sangre, la continuidad del espíritu nacional y la cultura patria. Porque si se va la juventud ¿qué futuro podemos avizorar para nuestra República? Una república de paraguayos ancianos donde extranjeros coparán –como ya hace tiempo están copando- sus riquezas y el destino de su soberanía.

El Paraguay ¿es una mesa sin pan? Por lo expuesto anteriormente SÍ. Y también NO, ya que –por esa ironía que tiene la emigración- cientos de miles de compatriotas que la habitan aún se alimentan, se visten, se curan, se educan, se instruyen y construyen gracias al aporte de los miles de paraguayos que residen en el exterior y que cada año envían a sus seres queridos aproximadamente 700 millones de dólares.

Sí, es el monto correcto: 700 millones de dólares. Esta cifra representa para el Paraguay un importe superior en un 40% a los ingresos totales por venta de soja, triplica al de Itaipú y Yacyretã juntos y también triplica al total de ingresos por exportaciones de carne. Es, además, el equivalente a la tercera parte de toda la deuda externa del Paraguay.

¿Qué pasará si alguna vez se corta ese flujo de efectivo a nuestro país?

Román Caballero