LA RESPUESTA DEL GARROTE
Jorge Villalba Digalo
Lo de Ñacunday es apenas el inicio. El problema de fondo es que este es un sistema que reproduce la pobreza. Y hay dos cosas que debemos hacer para combatir la pobreza, aumentar las inversiones en los sectores que más generan empleos y redistribuir la riqueza.
Lo primero, sin lo segundo, será insuficiente
Si los sojeros y ganaderos se empecinan en no contribuir con el fisco en los mismos niveles que los demás sectores de la sociedad, seguirán las invasiones, los secuestros y la violencia.
Más tarde o más temprano, se instalará una dictadura de izquierda o de derecha. Pero, debe quedar claro que los únicos culpables de esta situación son quienes SOLAMENTE proponen tratar a los sin tierras como a mujer de malandro, y de sus aliados que SOLAMENTE exigen se respete la ley por los siglos de los siglos, sin proponer una salida seria y en un plazo razonable, ante un problema que lleva décadas.
“Hay que respetar las leyes”, es lo único que se dice a los carperos. Lo que distintos sectores de la sociedad no tienen es empatía. No se ponen en el lugar del sin tierra que hace décadas pide un pedazo de tierra para cultivarla, una tierra que no es otra cosa que un instrumento de trabajo para ganarse el pan.
No estoy de acuerdo con esta UNICA respuesta. La propuesta o exigencia de respetar la ley, debe ir acompañada de una propuesta seria de solución del problema de la tierra en el corto plazo. En ese sentido, el problema se puede resolver casi inmediatamente. Un gravamen a la exportación de soja del 12% puede dar cerca de 350 millones de dólares año. La promulgación de una ley rápida habilitaría a Hacienda a emitir bonos por esa suma y conseguir los recursos en pocos días y con ese dinero comprar las tierras necesarias.
OTRA SALIDA: Los grandes empresarios de la soja y la ganadería bien podrían devolver los más de 200 millones de dólares que les correspondían al fisco, con los que se quedaron entre el 2005 y el 2009, gracias a un decreto dictado en secreto por el sojero Neufeld cuando interinaba como ministro de Hacienda, de los cuales más de 160 millones de dólares debieron ir a parar a reforma agraria vía INDERT.
Pero no ocurre nada de esto. Los empresarios de la soja y la ganadería lejos de reconocer que son los que menos aportan, contratan economistas y consultoras para que les dibujen números conforme a sus intereses.
No están dispuestos a ceder un centavo de sus bolsillos, pese a ser los que menos contribuyen y más evaden en un país con la presión tributaria más baja del planeta.
NUEVO ENGAÑO: En ese sentido, ahora empiezan a proponer tímidamente una salida a la escasez de recursos fiscales, consistente en la aplicación del Impuesto ala Renta Personal. Un impuesto que pagarán todos los sectores de la sociedad, menos los productores de la soja y la ganadería. ¿Por qué?, y porque la renta agropecuaria formal es casi inexistente. La prueba està en los niveles de recaudación del IMAGRO. Entonces, si la renta del sector agropecuario, en términos formales, es miserable, todavía más miserable será lo que se pueda recaudar en términos de Impuesto ala Renta Personal aplicada a los sojeros y ganaderos.
No hay que olvidar que el Impuesto a la Renta de las Actividades Comerciales Industriales y de Servicio (IRACIS) contribuyen con alrededor del 98% de la recaudación de la RENTA TOTAL (IRACIS+IMAGRO), en tanto que el IMAGRO lo hace en alrededor del 2%. Aquí queda clarito, quienes PAGARAN POCO O NADA a la hora de aplicarse el IMPUESTO A LA RENTA PERSONAL.
La solución más justa pasa por la aplicación del impuesto a la exportación de soja y los demás cultivos realizado entre una y otra zafra. Los sojeros y ganaderos dicen estar dispuestos a pagar cualquier otro impuesto, menos éste, bajo diversos pretextos. En el fondo, lo que sucede es que saben que este es un impuesto del que no pueden escapar. Bastará con controlar a media docena de agroexportadoras para recaudar casi el 100% de los impuestos. Este impuesto bajo costo, fácil de controlar y altamente eficiente. Estas son las razones por las que se oponen al impuesto a la exportación de soja.
Los sojeros lo que tienen que entender es que de nada les servirá viajar en primera clase, con caviar y champagne, si es que el barco se hunde. Y si seguimos así, el Paraguay no es otra cosa que un nuevo Titanic.
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