Para desterrar mitos sobre el inmigrante peligroso

Horacio CecchiPor Horacio Cecchi (*) – horaciolqt@yahoo.com.ar

El seminario, organizado por la Secretaría de Comunicación de la Nación y el Colectivo Cine Migrante, convocó al juez de la Corte y a especialistas. Estuvo dirigido a los lugares comunes que construyen a los migrantes como responsables de la inseguridad.

Martín Arias Duval (I), titular de la Dirección Nacional de Migraciones y Raúl Zaffaroni (D), juez de la Corte. Imagen: Guadalupe Lombardo
Martín Arias Duval (I), titular de la Dirección Nacional de Migraciones y Raúl Zaffaroni (D), juez de la Corte.
Imagen: Guadalupe Lombardo

“El tráfico de personas se genera por la prohibición. La prohibición es una alquimia que fabrica oro y tras de ese oro viene el crimen organizado”, dijo Raúl Zaffaroni durante el seminario “Migrantes. Su abordaje periodístico”, organizado por la Secretaría de Comunicación Pública de la Jefatura de Gabinete de la Nación y el colectivo Cine Migrante. El juez de la Corte se refería a las barreras migratorias que levanta Estados Unidos para intentar frenar la inmigración latina y al negocio de las mafias que transportan personas como paquetes para depositarlos del otro lado de la frontera, crecidas, según señaló el magistrado, al amparo de la ley de migraciones prohibitiva. Un poco antes, Alejandro Grimson, director de la Maestría en Sociología de la Cultura y el Análisis, había comentado que la xenofobia se sostiene desde un fuerte imaginario social. “Uno se pregunta cómo hace la hinchada de River (se confesó seguidor millonario) para agarrársela siempre contra los negros y pueda aceptar en su equipo a jugadores como Eder Balanta, de piel negra. Y cómo hacen esos jugadores negros para poder jugar en un club con esa hinchada.”

El seminario, abierto pero convocante de periodistas y estudiantes de comunicación, tuvo como eje la forma en que el periodismo aborda a la población migrante, vinculándola con delitos y violencia. Entre los panelistas, además de Zaffaroni y Grimson, se encontraban Martín Arias Duval, director nacional de Migraciones; y Pablo Ceriani Cernadas, miembro del Comité de la ONU sobre Derechos de Migrantes y sus Familias; Víctor Abramovich, secretario ejecutivo del Instituto de Políticas Públicas en DD.HH. del Mercosur (Ippdh), y Pedro Mouratian, interventor del Inadi.

Y especialmente, se centró en la Ley 25.871 de Migraciones, que lleva diez años de promulgada y que fue sostenida por cada uno de los panelistas. “Un periodista de un programa de radio esta mañana (por ayer) dijo que Argentina no tiene política migratoria –dijo Arias Duval–. Yo diría que no tiene la política migratoria que a él le gustaría tener. La sanción de la 25.871 es parte de una política nacional que reconoce a la migración como un derecho humano. ¿Cómo se puede enfrentar un problema migratorio? –continuó el director de Migraciones–. Una es con el modelo securitario, focalizar visas, ingresos, etcétera, en cuestiones vinculadas con la seguridad pública. Otra es reconociendo que hay una identidad común de un lado y del otro de la frontera, que la migración es un derecho.” Además respondió: “Dicen que en Argentina se radica cualquiera y no es cierto. Esta ley prohíbe la radicación a quien tiene antecedentes penales. Lo que pasa –aclaró el funcionario– es que los medios condenan antes de que lo haga la Justicia y antecedente sólo se cuenta cuando hay condena de la Justicia.”

“La gran mayoría de condenados por tráfico de estupefacientes –confió Arias Duval– no son latinoamericanos sino europeos.”

Claro, la etiqueta narco les calza mediáticamente a varios gentilicios latinoamericanos. La asociación es libre en ese aspecto: la recordada tapa de La Primera, de Daniel Hadad, bajo el título de “La invasión silenciosa” y un primerísimo plano de un inmigrante, en una villa, con un evidente trabajo de edición fotográfica para hacerle desaparecer un par de dientes, clarísima señal según los protocolos de urbanismo de que se trataba de uno más de los miles que supuestamente entraban al país indocumentados.

Claramente, el muro y la alambrada levantados por Estados Unidos para frenar la “invasión silenciosa” mexicana, y un funcionario de la Secretaría de Seguridad que asoció los problemas de inseguridad con los migrantes indocumentados, cuyo nombre no fue mencionado por los panelistas, constituyeron los casos preferidos para ejemplificar las críticas a los mitos xenófobos que son difundidos por los medios pero que, aseguraron, tienen un fuerte soporte social. No hay periodistas marcianos sino que, sencillamente, están atravesados por esos mitos.

Ceriani Cernadas, que también es coordinador del Programa Migración y Asilo del Centro de Justicia y DD.HH. de la Universidad Nacional de Lanús, avanzó sobre la idea de “qué dicen y qué no dicen los medios”. “Por un lado presentan la cuestión migratoria como una emergencia. Siempre vinculada con palabras como ‘avalancha, invasión, ola, marea’. Y cualquier cambio radical que hable positivamente es invisibilizado por este tipo de discurso, no sólo para que no vengan más sino para que vengan y se queden de una sola manera”, sostuvo Ceriani Cernadas, refiriéndose a las condiciones precarias en que exigen para los migrantes “bajo ciertas condiciones”. “¿Y qué es lo que no dicen los medios? No dicen por qué la gente se tiene que ir de su país –con todo el estrés que implica–, y sólo hablan de quién puede salir de su país.”

Más tarde, Ceriani propondrá a una pregunta sobre cómo hacer para un periodista que acuerda con las críticas a la xenofobia pero debe escribir notas atravesado por la mirada del medio en el que trabaje. “De a poco, con alianzas –sugirió Ceriani–. Se puede empezar por dejar de hablar de 40 millones de argentinos. Empecemos a hablar de 40 millones de personas en la sociedad argentina.”

Alejandro Grimson sostuvo que “el imaginario sobre la migración se puede sintetizar en que la migración habla de desigualdad en algún lado. Y esa desigualdad mueve”, en busca de supervivencia. Hizo eje en el soporte social que tiene la mitología xenófoba. “En nuestro país la versión xenófoba dice que en Argentina no hay negros ni indígenas. Para oponerse, la versión de izquierda la denuncia, señalando que ‘no hay negros ni indígenas porque los mataron a todos’. Denuncia que los mataron pero sostiene el mito de que no hay negros ni indígenas. En Argentina, el 4,5 por ciento de los 40 millones se definió con raíces indígenas. En Brasil, sobre 100 millones, el 0,2. Pero si se hiciera una consulta todos dirían que acá no hay negros ni indígenas y que en Brasil está lleno.”

Zaffaroni avanzó sobre los impulsos xenófobos, con una buena dosis de ironía en sus descripciones. “Los medios van construyendo un estereotipo con características negativas. Un enemigo de afuera, enemigo natural, que viene a robar nuestros valores, nuestra cultura, nuestras posibilidades laborales.” El juez de la Corte habló sobre la situación de la inmigración europea y las miles de muertes que produce el intento de ingreso desde Africa. “Sin embargo, no se detiene. En Estados Unidos creen que con el muro y la alambrada y la ley prohibitiva van a detener la migración, pero tienen 14 millones de hispanos dentro. Para cruzar a los mexicanos existen bandas organizadas que nacen al amparo de la necesidad que crea la prohibición de migración. Falta una elemental dosis de sinceridad.”

Más tarde, Víctor Abramovich arrojaría cifras que pusieron marco al seminario: pese a la lectura xenófoba de muchos medios, en el 2012, sólo 5,7 de cada 100 presos en las cárceles argentinas es migrante; de las cuales, según recordó antes Ceriani, muchos como las mulas no son migrantes porque están en tránsito. Abramovich agregó que en la Ciudad de Buenos Aires, la Federal detuvo en 2012 por averiguación de antecedentes a 1195 argentinos y 1462 migrantes. De estos últimos, sólo 19 constituyeron casos penales. Y recordó que la investigación de Zaffaroni en la Corte Suprema había detectado que el 29 por ciento de las víctimas de delitos dolosos fueron migrantes, aunque para los medios no sea noticia.

(*) pagina12.com.ar