Panteón: inscripciones abiertas

 

 

Jorge Rubianijrubiani@click.com.py

 

El Presidente Federico Franco promulgó la ley que resuelve la presencia de los restos del general Rafael Franco en el Panteón de los Héroes. El presidente de facto entre 1936 y 1937, estará junto a los de los López, Bernardino Caballero, Estigarribia y otros -muy pocos- restos de los mas altos paradigmas de la Nación.

¿Es justo? Si … pero no. En un artículo publicado en Mayo del año pasado advertíamos sobre la necesidad de reglamentar los mecanismos para el acceso a este monumento nacional. Porque si un generalizado consenso indujo el traslado de los restos del presidente Dr. Eligio Ayala, no puede admitirse ninguna distensión para que otros grupos impulsen colocar sus «propios santos» en tan importante sitio.

Entre las condiciones necesarias sugeridas hace un año para fundamentar esa necesaria norma, habíamos pasado por alto un detalle fundamental: que en la consideración de los posibles nombres para ascender al sagrado altar de la patria, hubiera un relativo orden, una prelación de méritos o que, en todo caso, la presencia de algunos no admitiera la injusticia de olvidar a otros. Ni justifique la ausencia de tantos.

Entonces y antes de seguir la lotería partidista que proponen algunos como mecanismo de selección,  deberíamos increparnos: ¿Porqué Rafael Franco y no -TAMBIÉN- Juan B. Ayala, Eugenio A. Garay, José Bozzano o Carlos J. Fernández? … así como tantos otros jóvenes oficiales paraguayos que abonaron con su sangre los cañadones del Chaco?

¿Porqué los héroes de la guerra con Bolivia, sin concretar ANTES la presencia de los defensores del Paraguay contra la maldita Triple Alianza? Contienda cuyos héroes y mártires han perecido ya también «de olvido»; pues salvo Eduvigis Díaz o Bernardino Caballero, ni siquiera se tiene noticias de los demás restos. Los que -se supone- estarán dispersos donde la muerte los alcanzara en la misma guerra o durante las luchas fratricidas de décadas posteriores en las que brasileños o argentinos, determinaban a quien ungir o derrocar, y hasta a quien honrar o recordar.

¡Que injusticia que todavía no estén en el Panteón, Valois Rivarola, José Matías Bado, Luís González, Eduardo Vera, José María Delgado, Juan Bautista Delvalle, Francisco Roa, Francisco Martínez, Dejesús Martínez, José María Fariña, Felipe Toledo y tantos otros!

Antes que propiciar un desparejo peregrinaje hacia el Panteón … ¿porqué no empeñamos un poco mas de esfuerzo y localizamos los restos de los patriotas de la Independencia? Encontremos los de Caballero, Fulgencio Yegros, los Iturbe, los Montiel, De la Mora y Troche, entre otros, porque ellos NO ESTÁN porque ni siquiera se sabe dónde están.

Hemos festejado el Bicentenario con bien regados y movidos vy’a guaSu pero nuestro gran Altar de la Patria sigue huérfano de los gestores dela Independencia Nacional. ¿Porqué tanta farra y ni siquiera nos hemos propuesto honrar como corresponde a quienes dieron todo -la vida incluida- para que seamos paraguayos? …porqué sólo Rafael Franco tiene que ir al Panteón?

En Mayo del año pasado habíamos consignado: «Que el Panteón Nacional aloje solamente a quienes defendieran a la patria con relevante protagonismo en alguna guerra internacional, o frente a alguna agresión armada sufrida por la Nación». O a las personas que «… con su trabajo, talento, conocimientos, sacrificio y de manera constante, hayan aportado prestigio, honor y gloria al Paraguay». Por lo que los protagonistas de la generación mas brillante de la patria en toda su historia, la del ‘900, deberían representarnos en el Panteón como héroes civiles. Al mismo tiempo y aún antes que los héroes militares de la guerra del Chaco.

Estos vinieron después y su patriotismo en los cañadones chaqueños se debió y se sostuvo por la brillante prédica, investigación y aportes académicos e intelectuales de estos patriotas: Blas Garay, Fulgencio R. Moreno, Manuel Domínguez, Cecilio Báez, José de la Cruz Ayala, Arsenio López Decoud e Ignacio A. Pane, entre otros varios.

De manera que, con una ley de por medio, pueda lograrse que el Panteón Nacional de los Héroes y Oratorio de la Virgen de la Asunción, al menos este sagrado monumento, quede al margen del interminable concurso de los partidos para llevarse al propio molino, las aguas del prestigio nacional.