Nuestros idus de marzo
El Paraguay intolerante como en sus primeros años de independencia
Rafael Luis Franco (frarafael@gmail.com)
Con el de 1999 y el de 2017 ya son dos los marzos paraguayos, y dicen que no hay dos sin tres; parece que no se sabe vivir en democracia. Y lo más lamentable, es que estos sucesos fueron fogoneados desde la prensa. Pero esto no es nuevo, es el Paraguay intolerante tal como sucedía en sus primeros años de independencia.
Si uno conoce un poco de nuestra historia verá que ya en 1811, luego de la Revolución de Mayo, comenzaron a desatarse las pasiones; en aquella ocasión fueron entre porteñistas (partidarios de unirnos a Buenos Aires) e independentistas; como sabemos triunfó esta última corriente, siendo los contrarios, algunos, puestos presos en una “garandumba” (una especie de balsa que vendría a ser la tatatatarabuela de nuestras actuales barcazas), entre ellos los hermanos Iturbe; también estaba Cavañas con este grupo, el que nunca colaboró con los revolucionarios aunque tampoco estos le molestaron. Pero no por ser derrotados en aquella ocasión dejaron más adelante de buscar la anexión. Es así que la gran mayoría marchó al exilio porteño bajo el gobierno del Dr. José Gaspar Francia; quien fuera nuestro más firme defensor y sostenedor de la Independencia, al que nunca dejaron de desacreditar (hasta la fecha) y buscar derrocarlo; siempre con apoyo extranjero.
Si no hubiera sido por aquel hombre, su inteligencia, capacidad ejecutiva y firmeza de convicciones, es casi seguro que hoy el Paraguay no existiría como nación independiente (la primera República de América, declarada así el 12-10-1813), entre el imperio brasileño y los argentinos se la hubieran deglutido, región oriental uno y occidental el otro. Algo que indirectamente lograron hacerlo posguerra del 70: del lado argentino explotaron las riquezas del Chaco y del oriental los brasileños se apropiaron de los yerbales (el oro verde del siglo XIX); la gran riqueza del país pasó a manos de sus antiguos adversarios; además de inmensos territorios en el norte y en el sur.
Y esto pasó con la ayuda de los descendientes de aquellos viejos exiliados porteñistas, convertidos en el tiempo en fuertes comerciantes que no dudaron en unirse a los aliados; es más, lo solicitaron ardorosamente. Estos hombres sin ningún sentido de patriotismo y honorabilidad, títeres de los poderes aliados, en la posguerra no tuvieron empacho en firmar acuerdos territoriales lesivos a los intereses de la República, además de regalar las riquezas y endeudar de por vida a la Nación, manteniéndola en el atraso y despojando a sus legítimos dueños de las tierras.
Así en 1870 hicieron una Constitución a su medida, al calor del odio y la revancha, y algo parecido pasó con la última Constitución de 1992, también hecha al calor de la revancha, de heridas abiertas a lo largo de 35 años; y es esta la razón, entiendo, por la que adolece de serias fallas y vicios, porque nada bueno puede salir de una mente ofuscada. A modo de ejemplo de fallas y vicios: los cráneos constitucionalistas de 1992 nos legaron la figura del senador vitalicio, que trae más problemas que ventajas; la reelección indefinida de senadores y diputados, con lo cual si antes teníamos un dictador ahora hay cientos; una no muy clara posibilidad de reelección presidencial vía enmienda que se presta a quemas de Congreso, que muchos no ven tan mal debido al inmenso gasto que produce y a su casi nula función; y la frutilla del postre, las listas sábana, que permite que los representantes del pueblo sean los que menos lo representan.
Pero bien, retomo el hilo anterior, los legionarios en el poder. Está visto que semillas malas nunca dan buenos frutos; así vemos en poco tiempo sucederse un gobierno tras otro, revolución tras revolución, guerras civiles, estados de sitio permanente y gobiernos seudodemocráticos con un partido que realiza comicios por pura formalidad, encima con fraude, plebiscitos incluidos y nueva entrega de tierras. La traición a la Patria desde el poder a partir de 1870, es una constante.
El odio va in crescendo, nuevos exiliados y familias destrozadas.
Más adelante vienen dos períodos de gobiernos largos, el primero de ocho años y el segundo de casi treinta y cinco; como se aprecia, al calor y color de la historia, vemos que ambos dictadores no son fruto de la magia, sino de esa naturaleza intolerante intrínseca del paraguayo, que desea la democracia pero una vez en ella no sabe, no entiende, o no comprende que la base de la misma es EL DIÁLOGO y una vez en el poder se olvida de la Constitución y las leyes vienen a estar solo para aplicárselas al contrario o enemigo; es así la idiosincrasia; por lo visto la única forma de que se tranquilice el país es tener cada tanto un pequeño dictador; que para el hombre común, lo que lo contiene, vendría a ser su esposa.
Porque claro, es muy difícil el diálogo entre personas que militan en partidos a los que lo único que les interesa es ligar un buen zoquete, defender su planilla, enriquecerse lo más rápidamente posible; donde hombres y mujeres exponen en los mitin sus “principios” a todo color y a voz en cuello, siendo sus mejores argumentos defensivos un palo; así es el nivel de la gran mayoría de los representantes del Pueblo, en democracia o dictadura, oposición incluida.
Por esto, aunque no suene bien y moleste a muchos, es que tenemos nuestros idus de marzo y dictadores; nuestra decadencia siglos XX-XXI no es culpa del imperialismo, la razón está adelante de nuestros ojos, frente al espejo.