La crisis argentina de diciembre del 2001 una verdadera película de terror, se hizo sentir con toda su fuerza en el 2002, año en que la población empobrecida sufrió y resistió –también-con toda su fuerza.
Fue el año aciago en que en el país reeditó la época del trueque, sistema de canje que ya se practicaba hac 10 mil años. Práctica que afectó a todos lo que habitábamos en Argentina sin distinción de nacionalidades, pero que ya funcionaba en forma incipiente una década atrás. Unos 8.000 clubes de trueque llegaron a funcionar en todo el territorio…
En ese período, casi todas las provincias argentinas emitieron su propia “cuasimoneda”, para sortear la tremenda crisis económica. Asi, la provincia de Bs. As. creó el “Patacón”; Córdoba su “Lecor”; Formosa,”Boncafor” y Chaco, “Quebracho”, sólo por mencionar unas cuantas.
Justamente, en ese tiempo, el periódico de nuestra comunidad “Paraguay ñane retã” estaba trajinando su noveno año de existencia.
Que, por supuesto no podía quedarse indiferente ante semejante drama y publicó algunos editoriales que reflejaban el ambiente de ese lapso.
Para refrescar la memoria colectiva, difundimos algunos de ellos:
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En el transcurso de la segunda conflagración mundial, Chamberlain expresó: “cualquiera sea el resultado de esta lucha, y cualquiera sea el camino que lleve a su terminación, el mundo futuro no será el mismo que hemos conocido hasta ahora”.
Por la misma época y referido al mismo hecho, The Times, la más alta tribuna periodística del mundo, escribió “Luchamos con nuestros pensamientos concentrados en el porvenir, considerando el pasado únicamente para ajustar nuestros esfuerzos respecto del futuro. En momentos de profunda crisis se apostaba a un porvenir más venturoso.
Aquí, en la Argentina, tras los sucesos de diciembre del 2001 que pusieron al país en un atolladero inédito, sus hombres y mujeres han sabido –finalmente- encontrar la reflexiva serenidad para apreciar la gravedad de la hora y, consecuentemente, encontrar una salida institucional decorosa aplicando los mecanismos previstos en la Constitución.
Eduardo Duhalde, cuando asumió la Presidencia de la Nación Argentina, dijo: “La Argentina tiene futuro”. “Es hora del Himno Nacional”, agregó.
Un futuro que sabemos encontrará en su camino enormes dificultades y significará ingentes sacrificios, pero que confiamos en que serán superados paulatinamente.
No dudamos que la comunidad paraguaya residente en Argentina acompañará el esfuerzo que ello implique, pues su destino está indisolublemente ligado a los destinos de la tierra que la cobija.
Y que también sabrá estar a la altura de las circunstancias, entonando al unísono el Himno Nacional argentino y, con su proverbial laboriosidad, transitar con firmeza, con energía, con responsabilidad, el esperanzado camino hacia ese futuro que se avizora menos traumático.
¡ Sí, Argentina tiene futuro !
(Publicado en “Paraguay ñane retã” – Marzo 2002 – N° 96)
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Decíamos en el editorial de la edición anterior que “Argentina tiene futuro”. “Un futuro que encontraría en su camino enormes dificultades”, pero que confiábamos en que serían superados paulatinamente aunque ello significara ingentes sacrificios.
Hoy por hoy, en ese arduo camino hacia ese futuro, estamos transitando por la etapa de la Argentina posible. Una Argentina que pese haber sido abandonada a su suerte y librada a sus propias fuerzas, no declina de su firme propósito de superar todos los obstáculos para llegar al destino de grandeza que ya tuvo y que va a recuperar.
El efecto piquetero, causado por la confluencia de factores socioeconómicos internos y presiones políticas y financieras de orden internacional, obliga a buscar rutas alternativas que retrasan la llegada pero no tienen la consistencia necesaria ni suficiente para diluir la decisión y la voluntad inquebrantable de una Nación soberana de seguir avanzando con un ritmo tenaz, sin pausa hacia el objetivo propuestos.
Este periódico no escapa a los avatares que impone esta salvaje e increíble nueva realidad. Y tampoco puede quedarse con los brazos cruzados, esperando sentado que se repita el bíblico milagro de la multiplicación de los peses o el maná del cielo.
Y optamos, en la encrucijada, por el camino alternativo de la permanencia posible, para seguir acompañando a nuestros compatriotas y no compatriotas en esta instancia crítica: el mes pasado distribuyendo el periódico en forma gratuita; ahora imprimiéndolo en blanco y negro.
Un punto de inflexión que sin duda será enriquecedor para analizar la manera de generar nuevas estrategias para mantener el impulso.
Apelando a nuestro dulce giro idiomático llamado “jopará”, mezcla de guaraní y castellano, diríamos que “Paraguay no güevi. Y si güevi, es para tomar impulso”.
¿Ajepa?
(Publicado en “Paraguay ñane retã” – Abril 2002 – N° 97 )
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Nadie duda que la experiencia por la que atraviesa actualmente la Argentina es una etapa de supervivencia. Sobrevivir es lo que se vive después de un determinado suceso crítico, proveniente a su vez de una serie de procesos que lo han provocado.
Quizá sea este el momento adecuado para reflexionar sobre nuestras falencias y potencialidades e iniciar la búsqueda de un derrotero superior para no volver a incurrir en experiencias terminales como la que estamos padeciendo.
La historia nos enseña que los pueblos de América han demostrado una enorme capacidad de respuesta a las crisis que cíclicamente las han azotado, pero que aún no han encontrado el mecanismo apto que ponga una valla de contención para acotar ese círculo perverso de recaídas.
La situación Argentina actual no tiene parangón en su devenir histórico, lo cual causa -aún hoy- la perplejidad del país y una profunda incredulidad en sus habitantes de cuya capacidad para sobresalir y destacarse en cualquier campo profesional y humano abundan los ejemplos.
¿Cómo explicar entonces que una Nación y un pueblo tan poderosos en recursos naturales y humanos se encuentren en semejante estado? Una de las tantas, sería la malversación de sus potencialidades. Malversación cuya responsabilidad no puede atribuirse a un solo factor, pero que ha derivado en una sistemática devastación del estilo de vida argentino, otrora tan ponderado por sus pares de América y del mundo.
Hoy la Argentina resiste a brazo partido y sobrevive a duras penas. Una circunstancia brutal de la que debemos extraer la lección definitiva que no sólo el trabajar con ahínco e inteligencia nos deparará la recuperación que anhelamos, sino que también -y fundamentalmente- será necesario estar permanentemente atentos para evitar que nuevamente sean malogrados los esfuerzos que aun debemos realizar para rescatar primero y levantar después a esta patria querida.
(Publicado en “Paraguay ñane retã” Julio 2002 – N° 99)
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