Se llama Rubén Luces León, es un médico paraguayo que tras recibirse en el Paraguay, ejerció durante 50 años en Buenos Aires para retornar hace pocos años a su país natal. Su tarea en todo este tiempo desbordó el mundo de la medicina para ser un luchador cívico y un defensor de la causa nacional en diversas circunstancias.
El pasado 9 de abril escribió una carta abierta al Gobierno que compartió con sus amigos de Paraguay, que –a su vez– me la compartió don Antonio Palazón y creo que compartirla, por lo menos parcialmente, echa luces sobre cuestiones importantes de ser asumidas en esta contingencia.
Arranca diciendo: “Aunque mi condición de médico me otorga cierta propiedad para encarar el tema, no apelaré a esa condición para dar énfasis a lo que voy a analizar. Lo hago utilizando algo de conocimiento, información obtenida de los medios de difusión y usando una lógica casi elemental”.
La carta del Dr. Luces León sigue señalando: “Por decreto se han cerrado las fronteras para evitar el ingreso de personas del exterior, únicamente se permite el retorno paulatino de compatriotas y residentes, los que fueron sorprendidos fuera del país y deben regresar. Estos, a su ingreso, son sometidos a un somero examen que supongo debe consistir en un breve interrogatorio y el registro de la temperatura corporal. Aquellos que presentan síntomas o signos son apartados, los demás son conducidos a lugares determinados como cuarteles, hoteles, etc., en donde son aislados preventivamente por un periodo de tiempo para observar si desarrollan o no la enfermedad. Cumplido el plazo son liberados y se incorporan a la comunidad como personas no infectadas”.
ESTAMOS OBRANDO AL REVÉS – Aquí es donde la carta del médico paraguayo radicado en Buenos Aires se pone más interpeladora y dice: “Manifiesto la impresión que estas selecciones están hechas al revés. Los potenciales (sospechosos) agentes de contaminación como son los viajeros del exterior sin síntomas, son aislados de la comunidad y los verdaderos y activos, peligrosos protagonistas de la difusión y como agentes de contagio de la enfermedad se encuentran en sus casas, en medio de su núcleo familiar. Muchos de ellos no tienen la infraestructura necesaria, como baños, habitaciones independientes, etc., los que son cuidados y asistidos por sus parientes más cercanos que aunque con mucho afecto y exposición al peligro lo asisten sin tener los suficientes conocimientos para protegerse y proteger a los demás en sus contactos, produciéndose así la facilidad para que el virus se expanda rápidamente”.
“No se debería convertir al hogar familiar en un hospital, con personas inocentes incluidas, adultos inexpertos, temerosos y angustiados, familiares íntimos y ancianos padres o abuelos en extrema situación de riesgo. Mientras que otros, viajeros que no presentan síntomas, son aislados herméticamente en los albergues del Gobierno esperando que transcurran los días de cuarentena para comprobar si estuvieron contaminados o no. Estos deberían ser los que fueran a sus respectivos domicilios y no los infectados con las directivas adecuadas y el control pertinente mientras transcurre la cuarentena respectiva para ellos”.
A QUIÉNES AISLAR – “Si aisláramos racionalmente a los verdaderos enfermos, los que en este momento están en sus casas. Si aumentáramos la cantidad de testeos para la detección de la mayor cantidad posible de portadores asintomáticos, habremos logrado reducir al mínimo los contagios y la difusión de la epidemia. Debemos considerar que los que hoy den negativo con los test, pueden volverse positivos en una semana si se contagian”, puntualiza. La carta termina señalando: “Si esto fuera posible, reduciríamos, en mi imaginación, drásticamente el incremento de nuevos casos y en corto tiempo y antes de que sean muchos más los infectados tendríamos controlada la propagación y llegar a ser ejemplo en el mundo. Si aisláramos a los enfermos, agentes de contagio, y separáramos a los que den positivo con el test, en 2 o 3 semanas con un mínimo contagio de remanentes por portadores no detectados, se podría levantar la cuarentena y volver al trabajo en relativa libertad, teniendo en cuenta que aún no existen contagios comunitarios de relevancia”.
La carta es más extensa, pero por motivos de espacio la resumimos en tales párrafos.
Agregaríamos algo que reflexionamos el sábado con nuestros seguidores en las redes: cuando todo esto pase, tendremos que volver a conversar sobre asumir la importancia de planes serios de educación para nuestra comunidad. No es posible que sucedan cosas como que acosen la casa de un enfermo a pedradas o intenten quemar un campamento de aislamiento. A tales compatriotas les falta la antorcha y vuelven al medioevo sin rendir exámenes. Paremos con las bestialidades en este delicado momento. Y eduquémonos para el futuro, es la mejor vacuna.
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(*)Augusto Dos Santos, periodista. analista, consultor en comunicación política, ministro de comunicación en el gabinete de Fernando Lugo. Nota publicada en el diario La Nación de Asunción, Paraguay (www.lanacion.com.py) Las fotos son nuestras y de nuestro archivo.
Nota de Redacción: Rubén Luces León fue presidente de Casa Paraguaya de Buenos Aires en el lapso 1971/73 Además, su trayectoria pública en otros campos fuera de la medicina es multifacética como extenso su curriculum
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