Por Jorge Torres Romero (*)
Los periodistas no están precisamente todo el tiempo con una lupa en la mano hurgando los archivos secretos de algún alto funcionario público para rescatar algún documento revelador que compruebe su implicancia en algún sonado hecho de corrupción o comprando equipos sofisticados para “pinchar” el aparato celular de otro conocido traficante de influencias para generar la gran noticia.
Un alto o pequeño funcionario, político o empresario que estuvo metido en algún negociado y que por alguna razón lo dejaron fuera del negocio o perdió el poder recurre a la prensa para ventilar las trapisondas como venganza o pase de factura dispuesto a “escupir en el asado” o patear el tablero. Difícilmente sea un arrepentido que quiera confesar sus fechorías y aportar para que las cosas mejoren.
La prensa siempre está a la pesca de estas personas. Son quienes casi siempre aportan las mejores investigaciones. Y fue precisamente una “viuda del poder” quien recurrió a la prensa para filtrar los escandalosos audios que escuchamos en estos días y gracias a ello se dejó en evidencia ante el escarnio público lo que antes era un secreto a voces.
En Paraguay estos audios ya generaron la pérdida de investidura de un senador de la Nación y todavía supongo tendrá sus efectos colaterales. Si bien esas filtraciones desde el poder sirven para un momento determinado y desnudar un esquema de corrupción montado para traficar influencias en el Poder Judicial, solo perjudica a un sector, y favorece al otro, igual o quizás más corrupto inclusive.
Por ello, si bien la ciudadanía en general y la prensa en particular celebran lo ocurrido ahora, lo ideal sería que puedan cantar victoria y festejar como un gran triunfo cuando caigan todos, no solo los de ese sector corrompido y perverso evidenciado hoy, sino todos los actores que forman parte del esquema que destruye y fusila la justicia en Paraguay.
De lo contrario, mañana nos volveremos a lamentar y de nada habrán servido las celebraciones. De ahí que estos audios filtrados desde el poder a la prensa, de una manera selectiva y dirigida, deberían ser apenas el inicio de una revolución positiva para erradicar uno de los principales males de nuestro país: la impunidad.
Si no logramos esto, ese sector que acordó las filtraciones selectivas ocupará el lugar que dejaron los otros. Cambiaremos los actores protagónicos, pero seguiremos observando el mismo espectáculo grotesco y repugnante de sumisión de la justicia al poder político de turno.
Ya hace 4 años se planteó enjuiciar a los cinco ministros de la Corte como paso inicial para la depuración de la justicia, pero los mismos que hoy se escandalizan por los bochornosos audios, fueron los que impidieron en su momento ese cambio y los mismos que hoy, con justa razón, cuestionan el actuar del fiscal general del Estado, tuvieron hace meses la oportunidad de removerlo poniendo en su lugar a una mujer con buen perfil ético y profesional, pero tampoco lo hicieron.
Cuando realmente exista la voluntad política, con la presión ciudadana de depurar la justicia, el Paraguay va a ser distinto. Mientras, seguiremos observando los juegos del poder, los pases de factura entre grupos mafiosos y nada va a cambiar. Puedo estar equivocado, pero es lo que pienso.
(*) lanacion.com.py
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