Las patas de la pobreza

 

Rafael Luis Franco (frarafa@gmail.com)

Recuerdo un viejo filme “La vida íntima de Marco Antonio y Cleopatra”, película mexicana de 1946 con Luis Sandrini), en el que el protagonista por un estado de trance hipnótico se trasladaba del presente al antiguo imperio romano, y en una de las escenas le dicen al personaje (Sandrini), que en ese momento estaba viviendo una vida fastuosa, que las arcas del Tesoro estaban vacías, entonces él les pregunta cuántos animales hay en el imperio, le responden que millones, entonces dice, no se preocupen, mañana les soluciono el problema; y en la siguiente escena muestran carros y burros con patente, además de las multas que empiezan a aplicar por no tenerla, solucionado el problema, el personaje había creado nuevos impuestos.

Esta jocosa escena en realidad refleja lo que padecemos a diario.

Tal como sabemos por la historia, del antiguo imperio romano se pasó al feudalismo, luego vino la Revolución Francesa, la revolución industrial y la abolición de la esclavitud recién en el siglo XIX, aunque esta última forma de trabajo no ha desaparecido del todo y sigue muy campante, lo que sí hay que reconocer que la perfeccionaron, con el agregado del cobro de planes sociales no trabajar (pago que se realiza del bolsillo de todos y todas), así los esclavos menos calificados están siempre a disposición y suelen ser la mano de obra de la política sucia.

Y existen diversas formas de trabajo esclavo o explotación servil, el más conocido y más grave es el de la trata de personas, la prostitución; está el trabajo infantil en diversas partes del mundo, por ejemplo los niños que extraen mica en la India, los talleres clandestinos, etc. etc.

Pero hay una explotación silenciosa que se lleva adelante donde todos pagamos a un patrón o socio que se nos ha impuesto por ley, el Estado.

Resulta que de mantenerse la dolce vita de los regentes antiguamente con los esclavos, con el campesino que pagaba el arrendamiento de tierras al señor feudal y pos Revolución Francesa e Industrial, ya sin esclavos, con nuevos “propietarios” de la tierra y “ciudadanos”, y sobre todo con un Estado “democrático” que empezaba a sobredimensionarse, se hizo necesario recaudar cada vez más para su sostenimiento; y tanto fue creciendo el Estado, que en algunos casos es como un tumor canceroso que no tiene límites, que los neorregentes se ven impelidos a aumentar las tasas cada vez más; es así que en algunos casos se llega a límites prácticamente expoliativos, sobre todo para las personas que no tienen forma de descontarlos, los consumidores finales, la gran masa de asalariados, clase media y pobre es la que termina pagando la fiesta, una fiesta que nunca va a disfrutar.

De lo que no se habla es de lo que el Estado le saca al trabajador en descuentos y aportes patronales, que es cercano al cien por cien, o sea que si uno gana mil hay otro mil que calcular, y esto la empresa lo retiene sumando aguinaldo, vacaciones, cargas, seguro, indemnización, etc.; y encima si el salario pasa de un límite pueden llegar a quitarle en la declaración anual de ganancias más de dos salarios por año.

Y mientras tenemos un Estado, donde gran parte de sus funcionarios, al igual que en el antiguo imperio y medioevo, llevan una vida fastuosa durante sus cargos y después de finalizados, gracias a las jubilaciones de privilegio que generosamente se auto-otorgan, además de tener que sostener con los impuestos un Estado elefantiásico, superpoblado de empleados, donde los de arriba se arrogan el derecho de cobrar por sus pobres servicios salarios fabulosos con pasajes en primera clase, viajes con todos los gastos pagos, servicio de chóferes, guardaespaldas, sin contar con los vueltos que se quedan, los porcentajes de grandes y pequeñas licitaciones, compras por caja chica y donde se pueda rapiñar; inclusive se quedan con parte o salarios enteros de empleados que logran se los nombre; sin hablar de la connivencia con los sindicatos, que es otro cáncer.

Y nos escandalizamos, hasta ahí nomás, al ver exjueces, algunos bien degenerados, con fabulosas jubilaciones, que no pagan ningún impuesto, que si quieren pueden comprarse un auto de media gama mensualmente, o personas que pasaron por la función pocos años y se jubilaron con sumas millonarias, mientras que los que trabajaron treinta o más años reciben migajas y mala atención para su salud.

En cuanto a los impuestos, que con ellos se sostiene la Nación, nadie dice que no son necesarios, solo se pide que sean lógicos y que se utilicen en forma correcta, que no sean una forma de expoliación encubierta; porque, por ejemplo, hay un impuesto que llaman “ingresos brutos”, es del 4% sobre el total de lo recaudado, ahora fíjense que ese 4% se transforma en un 20 o más por ciento cuando se aplica solo sobre la ganancia. Si uno tiene algo que le costó 800 y lo vende en 960, pensando que un margen del 20% es suficiente, su ganancia será 160, pero dicho impuesto le sacará sobre el total 38,40, que deducido de sus 160 le quedarán 121,80, y ese 4% al contabilizarlo sobre los 160 resulta que se transforma exactamente en un 24%, o sea que proporcionalmente el Estado tiene más margen de ganancia que usted que pretendía conformarse solo con un 20; además este sistema implica que si usted reduce su margen de ganancia más porcentaje se lleva el Estado, con lo cual usted está obligado a no conformarse con un mísero 20, le tiene que agregar un 50 por ciento por lo menos, y hay productos que vienen ya de fabrica con precio fijado que es mucho menos del 10%; y haciendo el mismo cálculo con este porcentaje nos da: su ganancia es 80, el estado le quita 35,20, el 44%, usted en realidad gana, después de todo el trabajo, la inversión, el riesgo que puso, la pérdida si es que hubo alguna falla, etc., solo el 5,5%, la mitad; así estamos con ese pequeño impuesto que llaman ingresos brutos (deberían llamarlo brutal), que el Estado se lo cobra por cualquier movimiento que usted hace, inclusive si pide un préstamo.

Otro tanto pasa con el impuesto al cheque -estamos hblando de Argentina- que fue una emergencia que ya lleva casi dos décadas, una asquerosa metida de mano en el bolsillo, un invento peor que el de la película citada arriba, por cada pago que usted hace le quitan un porcentaje, y el cheque es una orden de pago de dinero efectivo que no tendrían porqué sacar nada; pero hay que sostener el imperio y el harén.

Luego vienen los impuestos que aplican a los productos y dicen que solo es el 50% cuando en realidad es el 100% y más tal vez; por ejemplo, el combustible, sin impuesto cuesta la mitad, pero nos hacen la cuenta de arriba para abajo, de 30 menos el 50% da 15, pero la realidad es que a 15 le suman otro 15, o sea que es un 100%; pero esta visto que tienen la misma mentalidad del turco que tenía un negocio en la esquina de mi casa, él decía: “yo compro a 1 y vendo a 2, ¿qué gano?, apenas el 1%”; así son las cuentas que presenta el fisco, como las del turco. Todo esto sin tocar el tema de los intereses usurarios que cobran los bancos por un préstamo o saldo en la tarjeta de crédito, que por supuesto en el primer mundo son mucho menores.

Y luego vienen las declaraciones de ganancias, el Iva, el recontraiva, el impuesto vecinal, impuestos sobre impuestos, etc. etc., la cuestión es que el sistema, como un inmenso vampiro, necesita llevarse la sangre del consumidor final todos los meses para sostener una casta de chupasangres, o nuevos señores feudales, que como Drácula les gustan los palacios, carruajes de lujo y no les faltan pulposas mujeres y musculosos boys.

Y todo tiene un porqué y un sentido, resulta que en estos días que se debate la ley de legalización del aborto, donde hubo excelentes exposiciones, todas de aquellos que se oponen a la misma, ninguna de los proaborto que solo argumentaban con falsos datos y falsas razones; desde el ministro de Salud para abajo. Y entre estas voces que defendieron las dos vidas estuvo la de la doctora Chinda Brandolino, que dio una clase en el Senadoel pasado 31 de julio, en la que entre otras cosas dijo:“Soy forense y he recogido en las palanganas de los hospitales los restos de los bebés abortados”. “En el estudio de la demografía encontré el origen de esta práctica promovida desde los altos centros del poder mundial”. Habló del informe Kissinger y de las conferencias de Población y Desarrollo que se realizaron entre el 74 y el 94.

Describió los intereses de EE.UU. en los recursos de los países en vía de desarrollo, destacando que ocultan los objetivos demográficos en los planes de salud. Retrucó todos los mitos abortistas: “La primera causa de muerte en Argentina son los partos mal atendidos”. “La legalización del aborto aumenta el número de abortos”. “En Argentina no puede haber 500.000 abortos al año”. “El aborto no es una emergencia sanitaria”. “No hace falta legalizar el aborto para reducir la mortalidad materna”. “El aborto implica una invasión en el cuerpo de la mujer que nunca es segura”.Aconsejaba Kissinger en su informe apoyar la legalización del aborto y que este asunto debían presentarlo como “derechos”, por eso es que en estos meses escuchamos martillear en todos los medios la palabra “derecho de la mujer” hasta el cansancio, y es así que vemos países en Sudamérica con bajísima población, sobre todo en la Argentina.

Pero esto no es todo; junto a estas políticas de despoblación del Norte vienen las políticas económicas, el aumento de los impuestos en forma harto excesiva que paga el ciudadano común, no la clase dominante, también hace a la pobreza general, siendo los únicos beneficiados con este sistema las corporaciones o multinacionales que tienen calculada su ganancia hasta el último centavo libre de impuestos; además de que pueden girar cuando quieran sus utilidades al exterior, también libres de impuestos, son grandes agentes de retención (poderosos medios de prensa incluidos) que tienen a su disposición la recaudación impositiva con la que pueden especular y ganar fortunas bajo el amparo del gobierno de turno, es así que cuando mayor el impuesto mejor para ellos no para el Estado (caso López, que no es uno solo tienen que haber varios López, me refiero al de los combustibles no al de los bolsos).

Para finalizar, por todo esto podemos entender cuáles son las razones o patas que sostienen la pobreza en el tercer mundo: 1) los altos impuestos, 2) el no crecimiento poblacional, 3) la destrucción de la salud pública, 4) la baja calidad educativa pública y 5) los que hacen posible todo esto: la servidumbre política, políticos serviles que representan los intereses de poderosos grupos, que son los que en realidad dictan las políticas de gobierno en países “vías de desarrollo”; ellos han puesto a los zorros a controlar el gran gallinero.

Como se aprecia, las razones de nuestra pobreza saltan a la vista, está dirigida y manipulada desde el exterior, e internamente por sus representantes, y da lo mismo que sean activistas de izquierda o liberales jacobinos, todos sirven al mismo amo, al gran hermano del Norte.

Como vemos, poco y nada cambió del antiguo imperio romano a la fecha, solo han cambiado los nombres de los tipos de gobierno: imperio, dictadura, reinado, democracia; emperador, rey, duce o führer, presidente o primer ministro; de una u otra forma siempre se las arreglaron para mantener una clase privilegiada y otra esclava. Y en el sistema impositivo encontraron el más perfecto de los sistemas para recaudar para la corona y así mantener en permanente “vías de desarrollo” a la región; y más ahora con el mundo virtual, que pueden controlar, literalmente, cada movimiento del ciudadano-esclavo: saben nuestros gustos, nuestros gastos, cuánto tenemos en el banco, nuestra deuda, en donde estamos parados, con quién conversamos, lo que conversamos, etc. etc.

Una última observación, noten que la economía en los países en desarrollo, que son casi todos, está informalmente dolarizada; los productos, el alimento, bienes muebles e inmuebles, todo se ajusta en dólares; lo único que no está dolarizado es el salario; las ganancias del imperio son en dólares, el pago al trabajador en moneda local; esto es más o menos como lo que hacían con los mensú, les pagaban con vales que luego debían cambiar en el almacén del patrón, que les proveía a altísimo costo los productos de primera necesidad; el vale ahora es la moneda local que diariamente devalúan. ¿Si esto no es explotación, qué es?

Entonces, en política, piense que cuando le hablan de cambio, en la práctica, solo es un recambio; así no se a va a caer en ninguna grieta.