La política de turismo o el turismo de la política
Por José Cantero*
Son pocos los sectores que pueden liderar sostenidamente la reducción de la pobreza del país. El sector turismo es uno de ellos. Dada esta importancia, es comprensible esperar que la política de turismo sea la pieza central de la lucha contra la pobreza del actual gobierno.
La omisión de la estrategia de turismo en el Plan Estratégico Económico y Social (PEES) del actual gobierno nos conduce a interpretaciones contrarias; es posible que estemos más cerca de un turismo de la política que de una política de turismo.
Seamos concretos y vayamos a los datos. La relevancia actual de los ingresos turísticos se vislumbra al relacionarlos con los influjos de las inversiones extranjeras directas (IED) que recibe el país. En el 2008 ingresaron a Paraguay 428 mil turistas, lo que significó un ingreso turístico de US$ 109 millones. En el mismo periodo las IED sumaron un monto similar de US$ 138 millones.
En un periodo de tiempo más extenso se aprecia que el ingreso de divisas en concepto de turismo no solamente es muy similar al de la IED, sino que es más estable y al mismo tiempo menos sensitivos a coyunturas económicas adversas. A modo de ejemplo, en el periodo de la crisis financiera del 2002 los ingresos en concepto de IED se desplomaron hasta alcanzar la módica suma a US$ 10 millones, mientras que los ingresos de turismo también retrocedieron, pero no tan estrepitosamente cuando sumaron US$ 62 millones.
El potencial del sector turismo es enorme. Los trabajos y las complejas actividades necesarios para cerrar la brecha con su potencial tampoco son nada despreciables. En el Plan Maestro que está siendo impulsado por la Senatur se proyecta escenarios del sector hasta el año 2018. En el escenario optimista se pronostica un ingreso anual de US$ 477 millones, lo que supondrá una participación aproximada de 2% del PIB, desde un nivel actual de 0,7%.
Los obstáculos para alcanzar esos niveles, en tan poco tiempo, son también inmensos. No en vano, Paraguay es la economía que registra el menor ingreso turístico en Sudamérica. Bolivia que tiene un PIB muy similar al de Paraguay verifica un ingreso en concepto turístico que duplica al nuestro.
En tanto Uruguay que cuenta con un PIB que es el doble del nuestro mantiene un ingreso de turismo 10 veces más grande que el de Paraguay.
El foro económico mundial publica anualmente el ránking de competitividad mundial de turismo. En el informe de este año, Paraguay está en el último escalafón en las Américas. El sitial de Paraguay es 122 de 133 países, compartiendo escaños con países africanos.
En tanto, nuestros socios del Mercosur están relativamente bien posicionados; Brasil está en el puesto 45 a nivel global, Uruguay en el 63 y Argentina en el 65. Nuestro distanciamiento no solamente impide que podamos recibir mayores flujos de turistas, sino que además limita nuestra capacidad para captar tangencialmente el turismo que reciben nuestros pares del bloque.
La mejor y más sostenida fórmula para combatir la pobreza se realiza creando riquezas. Por ello, el sector turismo tiene que ser la pieza clave de una estrategia de Estado del país. Su importancia actual y su ilimitado potencial deberían justificar su inclusión en el PEES. Pero esta omisión en la política económica nos invita a pensar que estemos más cerca de un turismo de la política que de una política de turismo.
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