Rafael Luis Franco (frarafael@gmail.com)
En la obra del autor ruso el personaje se transformaba en insecto, pero en la obra paraguaya los insectos se transforman en hombres, que luego invaden por regulares oleadas puestos públicos, llegando a infestar la casi totalidad de ministerios, secretarías y poderes del Estado.
Solo cuando mueren vuelven rápidamente a ser insectos, y por esta razón, y para que la gente no se dé cuenta, es que rápidamente son cremados o velados a cajón cerrado. Su muerte suele suceder debido a una falla en su sistema, que es producida generalmente por la propia voracidad del insecto que habita en el interior del metamorfoseado, más precisamente en el limbo cerebral. Esta es la única condición que no les ha cambiado de su vida pasada: mantienen su conciencia de insectos, lo que les impide adquirir la consciencia moral y trascendencia metafísica, que es lo que básicamente nos diferencia a los seres humanos del mundo animal.
Por estas características (ausencia de moral, desconocimiento de términos como dignidad, honorabilidad, respeto al prójimo) es que la gente puede llegar a darse cuenta de que tal o cual persona en el fondo no es un ser humano, es solo un insecto que está al servicio de otros insectos pero no de la raza humana.
Y es así que estos personajes kafkianos al estilo Paraguay desde los puestos de poder, que a través de los años han logrado controlar, alientan diversos tipos de metamorfosis a los humanos comunes. De ahí que estén de moda y protegidos por leyes los movimientos transgénero, cambios de identidades y casamientos entre personas del mismo sexo; una genial ocurrencia de los insectos para que la raza humana en un futuro cercano desaparezca por completo, pasando los insectos a dominar la Tierra.
Si bien esto parece ciencia y ficción, lo hemos visto en el cine en películas como “Hombres de negro” o “Alien”, hay que tener presente que la ficción nunca superó la realidad, y está visto que los insectos sienten un llamado interior incontrolable por dominar el mundo.
Así que es cuestión de apreciar el problema en su conjunto y saber valorar a los seres humanos que no tienen características de insecto. Una pista para descubrir los hombres-insecto, una característica común a todos ellos: son los políticamente correctos.
Suerte.
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N. de R. Franz Kafka fue un prolífico escritor (1883/1924) que produjo alrededor de una veintena de obras, siendo “La metamorfosis o La transformación”, la más famosa, leída, traducida a varios idiomas y múltiplemente editada.
Algo más sobre Samsa: Dice el autor sobre su personaje: ”Cuando Gregorio Samsa se levantó una mañana convertido en un monstruoso insecto, todos pensaron que se trataba de una vulgar (y repugnante) cucaracha, lo que tenía todo el sentido del mundo pero era completamente imposible”. Para empezar, en La Metamorfosis Kafka no dice que sea una chinche, escarabajo o cucaracha.Pero lo describe como aquellas criaturas «no aptas para el sacrificio», término genérico que se aplica hoy a cualquier tipo de plaga doméstica, de los piojos a los ratones, pasando por las chinches, ácaros y las termitas
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