La izquierda también es buena

Ilde Silvero

No toda la gente de izquierda es partidaria de secuestros y de la lucha de clases, así como no todos los derechistas son admiradores de las sanguinarias dictaduras al estilo Stroessner, Videla o Pinochet. Lastimosamente, en nuestro país está ocurriendo el fenómeno de que con demasiada facilidad y ligereza se confunde la izquierda con grupos de delincuentes secuestradores o militantes del autodenominado Ejército del Pueblo Paraguayo (EPP).

Si la confusión es fruto de la ignorancia, qué le vamos a hacer, es una asignatura pendiente más. El problema real surge cuando, en forma perversa, se tergiversa y se manipula el discurso o la información pública presentando la ecuación de que izquierda es igual a ciertas formas de delincuencia o terrorismo.

Una clase primaria de ciencia política enseña que la derecha busca que las cosas sigan siempre como están, aunque admita reformas parciales; que el centro quiere mejorar algunas cosas importantes que están mal y que la izquierda pretende introducir cambios sustanciales en la estructura socioeconómica y política del país en busca, básicamente, de justicia social y equidad en el reparto de los bienes disponibles.

Pecando de un exceso de simplificación y de una generalización que tiene grandes excepciones, podríamos decir que, habitualmente, las personas de mucho dinero y poder tienden a ser de derechas: la gente de clase media, los dirigentes sociales y los líderes de opinión estiran hacia el centro; en tanto los intelectuales, los líderes estudiantiles, ciertos dirigentes de grupos sociales populares y algunos partidos minoritarios se identifican con la izquierda.

Mientras estas discrepancias se mantengan en el campo ideológico, en las discusiones políticas y en las luchas proselitistas por alcanzar el poder a través de las urnas, no hay problemas. Es tan honorable el ciudadano derechista como el izquierdista. En la realidad política contemporánea, hay jefes de Estado que pertenecen a cualquiera de estas ideologías.

España tuvo muchos años como presidente a Felipe González, del Partido Socialista Obrero Español. Más cerca, los socialistas y sus aliados hace tiempo que gobiernan en Chile, así como el izquierdista Frente Amplio está en el poder con solvencia y bienestar en Uruguay y ni qué decir del ex líder sindical Lula en Brasil.

Entonces, ¿en qué quedamos? Resulta que los izquierdistas son buenos en otros países, pero aquí en Paraguay se los etiqueta enseguida con el apellido de peligrosos, potenciales criminales, enemigos de la sociedad, propiciadores del caos, anti- patriotas, etc.

Por supuesto que tampoco es a la inversa, en el sentido de que no por ser izquierdista cualquiera es automáticamente buena gente. No. En la izquierda sucede lo mismo que en el centro y en la derecha: que los hay buenos, regulares, malos y delincuentes. Un cultivador de soja que utiliza agroquímicos venenosos para sus vecinos pobres es tan malo como el campesino que roba una vaca o invade un terreno ajeno.

Gracias a Dios tenemos la libertad de poder optar por los ideales políticos que más nos convenzan. Esta es una de las contadas realidades que funcionan bien en nuestro país. No la echemos a perder queriendo eliminar a los zurdos que entre estos hay mucha gente buena.

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