Rafael Luis Franco (frarafael@gmail.com)
Notable lo de algunos, aunque ya conocidos y aburridos, especialistas en inventar próceres y sostenerlos en el tiempo por razones políticas más que históricas; aquí la historia ellos la ponen al servicio de la política además de bastardearla; es así que la nuestra fue ampliamente tergiversada desde su independencia; y no solo la nuestra, también la de nuestros vecinos argentinos sufrió otro tanto; y en el fondo los artífices pertenecen a la misma corriente liberal-masónica, y algunos que otros descolgados, que ha predominado en la política, en la cultura y hasta en las artes, con sus gustos estrafalarios; es la corriente iluminista que viene a oscurecer más que a iluminar, es la que inventa, reinventa y oculta todo aquello que no le conviene que la gente se entere.
Y cuando alguien cuenta algo no conveniente a su ídolo, saltan como una puta que le tocaron el culo sin pagarle.
Así permanentemente estos «especialistas» han denostado al auténtico prócer y artífice de nuestra independencia como lo fue el Dr. José Gaspar Francia; así se burlan del mariscal Francisco Solano López, y otro tanto hacen con la figura del coronel Rafael Franco, porque este tuvo la osadía de anteponer los intereses de su patria antes que los personales; es decir, desafió al poder, un poder nefasto que se apoya en fuerzas que van más allá de nuestras fronteras; un poder mezquino que es capaz de las peores bajezas con tal de lograr su cometido, como es el de asesinar estudiantes, entregar territorio, matar y torturar a quien sea y expulsar a miles y miles de compatriotas del solar patrio de por vida.
Es así que aquel coronel, héroe de guerra, por patriota, honesto y sostener sus principios pagó con la tercera parte de su vida en el exilio, y recién, casi en la ancianidad, le permitieron volver; un desastre familiar también, ya que no les fue fácil a su esposa e hijos vivir este drama, como a todos los que el poder legionario envió al exilio.
Es así que, hábilmente, dueños de medios informativos-deformativos, dueños de los ministerios, sobre todo el de educación, se dedican a enseñar la historia oficial, la que hay que repetir como un credo religioso, sobre todo los encargados de transmitir esta enseñanza, los maestros y profesores, so pena de, si así no lo hicieren, perder su trabajo.
Es así que uno creció con estas historias, falsas por cierto; y en la adolescente juventud uno cree lo que nos enseñan, porque de acuerdo a esta enseñanza uno cree que Francia y López fueron tiranos, que la culpa de la guerra recae toda en López y su locura de conquistador, que se creía el Napoleón de América, etc.; es así que también nos enseñan que el mariscal post mortem José Félix Estigarribia fue un genio militar sin parangón a nivel mundial, que fue el mejor alumno de la Escuela Francesa, del mariscal Foch, que en su mente maestra pergeñó las batallas de Campo Vía, Yrendagüé, Gondra, etc.
Y por otro lado nos ocultan y uno no se entera absolutamente de nada de lo que pasó en el período 1936-1937 porque no figura en los libros de enseñanza (esto lo he comprobado personalmente), de la labor titánica y patriótica del gobierno que entonces tuvimos, de su defensa en la Conferencia de Paz, de la creación de caminos, puentes, de la reforma agraria, de la creación de ministerios, de la honestidad y capacidad de sus integrantes, etc., del proceso revolucionario (aunque efímero ya que solo duró dieciocho meses gracias a los entreguistas de siempre) más importante que tuvo el Paraguay en el siglo XX, y luego nos enseñan que fue una dictadura, unos dicen que fue un gobierno fascista y otros comunista.
Pero bien, resulta que uno crece y si le interesa la historia, nuestra historia, tiene dos dedos de frente y busca la verdad que dan los hechos, y solo está atado a su conciencia y no a ningún interés espúreo que la suele adormilar, entonces resulta que hay mucho material para conocer nuestro pasado, reciente y lejano, y si uno los lee se desayuna con que ni Francia ni López fueron tiranos; también resulta que el Paraguay no buscó aquella guerra; resulta que el mariscal post mortem no fue el mejor alumno de la Escuela Francesa sino el peor y ni siquiera conoció al tal Foch, y que las mencionadas batallas no fueron producto de su “genio”, que fue un hombre con más vocación política que militar, que cuando decidieron echarlo del Ejército (gracias a Franco esto no pasó) pensaba dedicarse a la agricultura, ya que ese era su fuerte, porque él había estudiado en la Escuela de Agricultura de Trinidad donde se recibió después de tres años (a los 18) de perito agrónomo, luego fue empleado en los Tribunales y recién después de todas estas vueltas de la vida entró en el cuartel, como a los 22 años de edad (y a la masonería a los 26) y tengo entendido que su primer destino fue Remonta y Veterinaria, dado su título y conocimientos. Así que la vocación del “genio” como vemos es tardía, pero nada imposible.
Pero bien, mi intención no es cuestionar las dotes militares del genio de Caraguatay, que a la luz de la historia son cuestionables; sino cuestionar a los maniqueístas “historiadores” que inventan, que encubren, que generan grietas y dividen a la ciudadanía en anti o pro; comportándose estos, a pesar de decirse liberales, tal como los comunistas o fascistas que reinventan a sus líderes y ocultan permanentemente sus crímenes, para ellos todo lo que hace o hizo su líder está bien, “fue por la causa”, “por la revolución”, y si este fue un degenerado o ladrón no les importa; es más, cuanto más ladrón, degenerado y asesino fue o es más lo/a idolatran, ahí lo tienen de ejemplo al Che.
Así se ha comportado y comporta el “liberalismo” sudamericano, los ídolos creados por el sistema, el poder (por derecha o por izquierda), no se pueden ni deben cuestionar; en la Argentina inventaron un Sarmiento, un Perón, un Mitre, un Moreno, de ellos no se puede escribir ni hablar mal, aunque todo lo que se diga sea verdad; y en nuestro país inventaron a un genio militar que rompió todos los moldes y un Presidente de la Victoria (que permanentemente ofrecía armisticios, que dijo “sin vencedores ni vencidos” y que pidió la retirada luego de tomar Boquerón), a los que tampoco se les debe criticar; ahora de los otros próceres pueden decir lo que se les antoje, no importa, aunque todo sea mentira.
Este es el mundo de los “iluministas” y sus empleados-voceros, un mundo basado en la mentira, en la ignorancia y en el miedo; el camino perfecto para vivir en el mundo creado por G. Orwell en su novela “1984”.
Como dijo Buster Keaton en su película “El maquinista de la General”, cuando rechazaron su ingreso al Ejército: “Después no me culpen si pierden la guerra”; digo, ya saben como viene la mano, después no se quejen si los estúpidos, ignorantes y corruptos se imponen en la política, es en gran parte gracias a estos nefastos “historiadores”, panegiristas de héroes con pies de barro; por tanto no sea anti ni pro, sea usted mismo.
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