Hojas sin rutas
Por Caio Scavone (*)
Contar con una “hoja de ruta” equivale a que ya existe algo planificado y que se tiene el rumbo a tomar para alcanzar lo planeado y los objetivos buscados.
Eso implica una organización, estrategias y distribución de tareas que se hacen para conquistar logros. Contar con una hoja de ruta consiste en planificar el cómo y la buena manera de llegar a una meta.
Las rutas en el Paraguay parece que no tienen hojas y dan lástima. Fueron y son –no se sabe hasta cuándo– culpables de numerosos hechos criminales. Y hablando de crímenes ruteros, también tienen su buena responsabilidad los usuarios y las malas empresas viales y las instituciones que deben controlarlas, sobre todo el Ministerio de Obras Públicas, ministerio público que, en materia de obras, nunca controló en forma y siempre se pasó jodiendo y recibiendo rutas con solamente un ápice de vida útil.
Todos los gobiernos recibieron rutas asfaltadas, y todas las rutas que cuentan con el famoso asfaltado son justamente los tramos en donde la capa asfáltica ha faltado siempre. El asfalto es lo que siempre falta. Muchas pieles bronceadas de los que veranean tienen más manto que la capa asfáltica de nuestras rutas.
La ruta “Manuel Ortiz Guerrero” de 83 kilómetros de Paraguarí a Villarrica fue inaugurada por Nicanor, primeramente, y luego, en segundas nupcias, por Lugo. Falta que, antes de fundirse del todo, se inaugure por tercera vez.
La Ruta 8, que parte desde el “cruce internacional” de Coronel Oviedo (siempre quise saber si es internacional por posibilitar la ida al Guairá) y va hacia el sur hasta Coronel Bogado (Itapúa), tiene 275 kilómetros y tiene asfalto desde Cnel. Oviedo hasta Caazapá, y desde esta localidad hasta Yuty es solo camino de tierra. Desde hace décadas se escucha que va a asfaltarse, y solo faltan 89 km para que toda la Ruta 8 se una.
El sexto departamento de Caazapá solo tiene 44 kilómetros de ruta asfaltada: desde Ñumí (Guairá) hasta Caazapá son 24 km y 20 km desde Gral. Morínigo hasta San Juan Nepomuceno. El asfaltado de Caazapá a Yuty, de 89 km, es una necesidad imperiosa. Puede unir a la linda Encarnación, Coronel Bogado, San Pedro del Paraná, Artigas (Itapúa), Yuty, Fulgencio Yegros, Bertoni, Maciel, Caazapá (Caazapá), Ñumí, Villarrica, F.P. Cardozo, Cnel. Martínez, Tebicuary (Guairá), Ybytymí, Caballero, Sapucái, Escobar con Paraguarí.
Esta ruta, Encarnación-Paraguarí (por Caazapá y Villarrica), tiene 346 km y con los 60 km más de Paraguarí a Asunción suma 406 km entre Encarnación y la capital. Son46 km más con referencia a la Ruta 1, pero con la excelencia de transitar por el otro Paraguay y la ventaja de un transitar más tranquilo, de una vista hermosa y descongestionando enormemente la transitada Ruta 1. Sin ser la única causa de los accidentes, las rutas siguen devorando el presupuesto de Salud, sobre todo los motociclistas quienes más protegen el codo que la cabeza. Existen ciudades del interior a las que cuesta llegar. Ñumí, que desde Villarrica tiene cráteres horrorosos, es un pueblo con calles todas asfaltadas y es de primera, ya que al poner en segunda se termina el pueblo. Las rutas asfaltadas son onerosas y casi todas en caótico estado. Mal construidas, mal señalizadas o sin señales, animales en las rutas y prendidos al volante, ministros viales y policías de la Caminera coimeros, Dinatrán que solo transa, empresas fantasmas que ganan licitaciones y sus lémures fiscales son, entre otros, culpables de la debacle rutera. Las paladas iniciales no sirvieron para el rekutu liberal y solo valieron para viajar por rutas mentirosas. Esas paladas iniciales tienen el valor de una niñera, una cocinera, de 3 caseros de una mansión, del trato apu’a, sin olvidar a los que instalaron a parientes en el Presupuesto General ni a los 23 y otros conciudadanos pero sin ciudadanía paraguaya que son merecedores de un destino con una buena palada y hoja de ruta para las próximas elecciones: una desguarnecida banquina y sin banca en el Congreso Nacional.
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