Ganó la estupidez

Hoy asisto al destrozo humano más aberrante de la historia colectiva, porque los sueños y esperanzas de ver un país floreciente y soberano, cayeron al abismo mas profundo del averno. El infierno que Platón describía en «La República».

 Y en ese filosofar  magnifico de las ideas perfectas e ideales, que él tan maravillosamente narraba, se diluyeron una vez más porque Paraguay perdió por  goleada.

Al dejar la puerta abierta al bando colorete que avaló en el pasado el sistema stronista, cuyo designio maquiavélico, gobernó desde 1954 hasta el 2008.  Socavando las instituciones democráticas, eliminando la justicia, corrompiendo los estamentos de la República, jugando un rol nefasto de corrupción, nepotismo, impunidad y vacío moral de toda clase.

 El país se iba convirtiendo en un germen destructivo, asolando cómo un cáncer con efecto terminal, que pareció desaparecer al creer que una nueva esperanza nacía pujante al acceder al gobierno un hombre aparentemente pulcro y honesto como Lugo.

 Pero él demostraría su ineficacia de mando, sus pequeñas y a la vez grandes debilidades humanas que ensombrecieron su persona; Hicieron que los truhanes, seudo humanoides que aman la ilicitud, la maquinaria insondable de la telaraña mafiosa que corrompe el alma humana se ha instalado demasiado bien en la sociedad. Desde arriba, para abajo.

 Y así asistimos al espectáculo más ridículo y majestuoso del  abandono que puede sufrir la democracia, tan cara para la humanidad que vive en sociedad.

Este dolor hace estragos en mi corazón porque una vez más todo  cae en vano.

 Y doy las gracias por vivir en Argentina,  este país generoso que me abrió sus puertas, porque el otro nos tiró a la buena de dios.

 Y ese otro pudo jugarse por cambiar  y entrar al concierto  de naciones de verdad, pero Paraguay volvió a ser aldea a un año de su bicentenanario, es una lástima.

Gloria Florentin