Fidel, líder de la Involución
Rafael Luis Franco (frarafael@gmail.com)
Llorar la muerte de Fidel Castro es como llorar la muerte de Stalin, de Mao y otros conocidos dictadores, que bajo sus largos regímenes murieron millones por hambre y persecución política.
Lamentablemente los que lloran la muerte de este no se acuerdan de sus víctimas, que son miles, a ellas solo sus parientes los lloran en silencio, los que quedaron.
Nadie llora a los cubanos que murieron ahogados en el mar buscando la libertad; jóvenes, niños y mujeres que en improvisadas balsas hechas a escondidas del régimen se lanzaron a recorrer cientos de kilómetros en un mar impredecible e infestado de tiburones, ellos prefirieron la muerte directa y no la muerte en vida que les ofrecía la Revolución castro-stalinista.
Algunos de sus partidarios dicen que Fidel “derrotó al capitalismo”, seguramente esto habrá sido posible con los hoteles siete estrellas que construyó exclusivos para millonarios en las mejores playas de La Habana, exclusivas por supuesto para los turistas pero prohibidas totalmente para los oriundos; tal vez derrotó al capitalismo con los autos de alta gama que gustaba utilizar, con su ropa de primera marca, con sus “ahorros” que calculan supera a la familia real británica; con toda una nación trabajando para el Estado cubano, para la Revolución, que era él en definitiva, el rey de la isla que en vez de corona usaba un quepi; sin dudas con todo esto logró derrotar, en vida, al capitalismo salvaje que se apoya en la libertad del mercado, en la competencia y desregulaciones.
Y a sus detractores, que por estas horas están festejando al grito de “¡Cuba libre!” y dicen “muerto el perro se acabó la rabia”, etc., les recuerdo que Cuba sigue en poder de otro Castro desde hace una década y que los perros pueden morir pero el virus que la produce sigue vivo, en este caso el virus sería la ideología, que la continúan transmitiendo urbi et orbi, y que las pestes que produce son cíclicas, a veces están en retroceso y otras se manifiestan en forma más virulenta; porque la tentación totalitaria está latente en la sociedad, y esto lo saben muy bien los manipuladores de la opinión pública de ahí que busquen la profundización de la famosa “grieta” dividiendo a la opinión de manera que esta no reconozca cuáles son sus verdaderos intereses, y todos y todas se vuelven “anti” algo; así es como se termina apoyando y celebrando a líderes como Fidel, que no hace más que ponerles cadenas con pesadas bolas en los pies a su gente, mientras los lleva a vivir a la época feudal en pleno siglo XXI al grito de “¡Fidel… Fidel!…”; y a esta involución sus seguidores gustan en llamar “revolución”; claro, la llaman así los que no la sufren.
Creo que en un futuro muy cercano, que está a la vuelta de la esquina, al ver como viene la mano deberíamos plantearnos seriamente si queremos que nos dirija la masa mundial de boludos que va in crescendo, que a su vez son manejados por cuatro vivos que no son nada boludos; o aceptar ser sometidos a la gente que sabe, que piensa, que tiene opinión propia, que se educa, que no espera que el Estado le regale ni le imponga nada. Creo que la gran revolución mundial al final será contra estos: la multitud de boludos que a la esclavitud la llaman libertad; a la miseria e inseguridad progreso; y a los ladrones, líderes.