Evoquemos el bicentenario recuperando Itaipú y Yacyretá
Ing. Ramón Montanía Fernández (*)
Los actos de recordación del bicentenario de la Independencia Nacional no deben agotarse en estériles ritos pretendidamente nacionalistas, en simples celebraciones por más populares que fuesen o en ostentosos desfiles militares, cuya intención disuasoria o de demostración de fuerzas zozobró hace mucho tiempo para convertirse en otro espectáculo de los tantos que nos ofrece el mundo moderno.
Es nuestra obligación transformar esos ritos en actos de renovación de los compromisos con la patria, no sólo ante sus símbolos, sino ante el recuerdo de los próceres de 1811, de los mártires de la guerra genocida que nos trajeron nuestros vecinos Brasil, Argentina y Uruguay para despojarnos no solo de vastas extensiones territoriales, sino también de la independencia que conquistamos en 1811, o ante el recuerdo de nuestros padres y abuelos, que imbuidos con el mismo ideal independentista, recurrieron en masa para defender a la patria en la Guerra del Chaco.
Habrá escépticos que nos dirán, incluso nos gritarán, que también esos actos se quedan congelados en la mera celebración, en el rito. A ellos les recordamos que el presente del país ofrece brillantes oportunidades para transformarlos en acciones. Mencionemos, por razones de espacio, un par de esas oportunidades: Itaipú y Yacyretá, en los que nuestros condóminos, por partes iguales en esas centrales hidroeléctricas, impusieron injustificables cortapisas a la soberanía tan legítimamente ganada por el pueblo paraguayo.
Comencemos con sus productos: la energía. Ambos tratados consagran que cada socio (Paraguay/Brasil en Itaipú y Paraguay/Argentina en Yacyretá) son dueños del 50% de la energía que produzcan. Sin embargo, en ambos casos, nos despojaron de ese derecho, natural y positivo, porque no solo nos obligan a utilizar una mínima cantidad de la misma y nos obligan a cederles a ellos la gran diferencia, aunque ellos hagan después lo que se les antoje con esa energía, hasta venderla a terceros.
Hay más, Brasil y Argentina, para mantener las formas, nos pagan por nuestro cuantioso excedente en ambas centrales un “precio”, ampulosamente llamado “compensación por energía cedida” que más bien parece una propina: alrededor de US$ 3/MWh Brasil y alrededor de US$ 9/MWh (en cuotas) Argentina.
Sin embargo, la imposición más colonialista, en ambos casos, son las deudas que reclaman ambos países a las entidades binacionales, espurias e incluso ilegales, porque se acumularon gracias a demostrables violaciones de los tratados, intereses y prácticas usurarias, atrasos solo imputables a nuestros socios, etc.
Recordemos que la deuda de Itaipú con Eletrobrás y el Tesoro brasileño, pese a los US$ 30 mil millones pagados hasta el 2006, aún ronda los US$ 20 mil millones. La situación de Yacyretá no es menos calamitosa, aún cuando los montos sean menos resonantes -alrededor de US$ 18.000 millones con el Tesoro argentino -, son verdaderas espadas de Damocles, que cuelgan amenazantes sobre la propiedad paraguaya en esas usinas.
Las autoridades de turno, las actuales – a pesar de la sensación de fracaso y para nosotros incluso de entrega de sus negociadores se hace cada vez más visible – y las futuras, tienen tres caminos posibles:
1.- Exigir a nuestros socios el absoluto cumplimiento del Tratado. Con particular énfasis en lo concerniente a la aplicación estricta del costo de servicio de electricidad de ambas entidades.
2.- Renegociación bilateral. En la que, sin maquillajes ni falsas promesas, nuestros condóminos acepten nuestros reclamos de libre disponibilidad sobre los 50% de la producción de ambas centrales que nos pertenece, o que paguen por ella el precio de mercado. Así como la descontaminación de todo contenido ilegal e ilegítimo de los pasivos de ambas binacionales.
3.- Recurrir al Tribunal de La Haya (Corte Internacional de Justicia). En la que documentos como el producido a finales del año pasado por la Contraloría General de la República de nuestro país sobre la deuda de Itaipú, serán elementos de valor extraordinario. Debemos señalar también que nosotros estamos convencidos de que la República del Paraguay debió recurrir a esa instancia hace mucho tiempo, porque el de las negociaciones está agotado y la intransigencia brasileña no deja otro camino.
Finalmente, es imprescindible reverdecer consignas como “Itaipú y Yacyretá, Causa Nacional”, especialmente en el año del bicentenario de nuestra República y nos movilicemos por esa consigna.
(*) Ingeniero electricista, director de la revista Mundo de la Electricidad