MAS VALE SOLO QUE MAL ACOMPAÑADO
Un nuevo proceso electoral acaba de culminar, esta vez para elegir intendentes a lo largo y ancho de la República, 238 en total; y no se puede decir que hayan habido grandes cambios, el mapa de colores partidarios en lo que hace a intendencias quedó más o menos como la vez anterior, y también la participación electoral fue similar.
Entonces claramente podemos afirmar que no hubo tal voto castigo y que el partido Colorado no está ni estuvo nunca en la llanura después de 2008. El Paraguay es un Estado con un sistema de gobierno “unitario, indivisible y descentralizado”, así reza su última Constitución, esto quiere decir que a diferencia de nuestros grandes vecinos (Argentina y Brasil), que son federales, el nuestro, mucho más modesto, viene a ser comparativamente como una provincia del de ellos; y de acuerdo a la Carta Magna tenemos gobernadores, pero que no gobiernan, su trabajo es meramente administrativo o de enlace; y al revés, los intendentes tienen más poder que el gobernador, que a su vez dependen de los concejales y en última instancia en el caso de los hombres, de su señora. Como ven, un aparato burocrático que le hace un agujero descomunal a cualquier presupuesto.
Digo que no ha cambiado nada en el interior a nivel de intendentes, y tampoco va a cambiar en el futuro; porque en nuestros pueblos la expectativa y el conocimiento que se tiene de sus autoridades es muy distinta a lo que sucede en la Capital o grandes ciudades, que son pocas. El intendente de un pueblo es un vecino más, un hombre que permanentemente comparte las reuniones sociales, que para acercarse a él no hace falta audiencia y se maneja sin necesidad de custodia; en general son personas que no se enriquecen con la política y deben cuidar muy bien su imagen, porque una vez que dejen la función tienen que seguir viviendo en el mismo sitio y seguir saludando a sus vecinos.
Aparte hay muchos casos de compatriotas que han emigrado y luego de muchos años retornaron y han sido elegidos para dirigir esta labor comunal, y sabemos que su vida sigue siendo la misma. Así que me atrevo a decir que en cualquier pueblo de nuestro interior puede una intendencia ser controlada alternadamente por un liberal o colorado, o de cualquier nueva agrupación que no habrá grandes cambios o disturbios políticos por esta razón; por tanto este tipo de comicios no es referencia para medir una elección nacional.
No es lo mismo en la Capital, donde aquí sí está el poder central y la mayoría de sus dirigentes sólo son accesibles a través de algún vidrio blindado, por cita previa con el subsecretario del secretario o a través de internet y la televisión; salvo cuando están en campaña que te visitan en tu casa, toman un tereré contigo y te palmean la espalda.
Y volvió a perder Miguel Carrizosa; si mal no recuerdo la pasada elección le fue mal porque no acordó con los liberales y éstos se mandaron por su cuenta, lo que dividió el voto; pero esta vez, con más sapiencia, Michael acordó con los liberales, y no sólo con ellos, también con una izquierda que no pega ni con cola de zapatero, no sea que le pase lo de la otra vez, y también perdió. ¿A qué se debe?, ¿qué hizo mal don Miguel?, ¿jugaron mejor los colorados?, ¿se equivocó el electorado?, ¿o lo traicionaron sus compañeros de ruta?
Demás está decir que nuestro país viene siendo gobernado por dos colores desde hace más de cien años, entonces hay que entender que un tercero molesta; en un razonamiento maniqueísta-mafioso si al comedido no lo pueden absorber o controlar es evidente que es el enemigo a vencer.
Y ahí está, un juez liberal ordena que se divida una lista que los actores unieron, que aparezca un candidato que no existe; liberales que votan sólo a su partido, socialistas que votan a colorados para que no gane PQ y colorados e independientes que pensaban votar a Carrizosa volvieron a votar a su partido y a los colo’o para no votar a socialistas y liberales. Entonces, al exitoso apotegma divide y reinarás, per sécula seculorum, de liberales y colorados vemos que se opone el triste únete y perderás de PQ. Ahora don Anki volverá a disfrutar de las mieles de su puesto de asesor de Itaipú, en realidad nunca lo dejó, junto a sus correlí bien acomodados y los del FG; más tranquilos, a seguir soñando con una república bolivariana.
La pasada experiencia con el ex obispo y ahora con esta trasnochada alianza esperemos les sirva de escarmiento a los patriaqueridistas y que en los próximos comicios sean ellos los candidatos y no un rejuntado, y que se presenten como un partido con características y proyectos que lo diferencien claramente; entonces el electorado, que no es tonto, lo votará; no importa que sepan de antemano que las encuestas les den mal (en estas últimas les daba bien); un partido, y más si es nuevo, es una institución que tiene que crecer y lo hará en la medida que se diferencie, no si es más de lo mismo; y a ver si tienen de una buena vez presente el refrán, “más vale solo que mal acompañado”.
Rafael L. Franco
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