Por Gustavo A. Olmedo B. (*)
En medio de estos acontecimientos que terminaron con la destitución de Fernando Lugo de la presidencia de la República, hay realidades que vuelven a surgir y que algunos sectores de la ciudadanía y la política no quieren aceptar.
Por un lado, es cierto que Lugo fue elegido por más de 700.000 votos, pero también hay que aceptar que, más allá de las críticas y los fracasos que envolvían al Gobierno de Nicanor Duarte Frutos que le precedió, el exobispo no hubiera llegado jamás a la presidencia sin el apoyo del PLRA. Y este, a su vez, no alcanzaría a compartir el poder si no fuera por la figura del hasta entonces consagrado verbita, poco apegado a sus votos religiosos.
Es decir, Lugo no supo dimensionar cuánto necesitaba de su aliado político, hasta el punto que, con o sin razones justas o lógicas, terminó dando más apoyo a los sectores de izquierda de su entorno.
Otra verdad que necesita ser admitida es que Fernando Lugo tuvo que mentir sobre su paternidad irresponsable para poder ganarse la confianza de miles de electores. Si esto salía a luz durante la campaña, la historia podía haber sido distinta; por tanto, se tuvo que mostrar a un personaje falso para instalar el gobierno «progresista». Este aspecto sumó para que un gran sector de la ciudadanía hoy se sienta estafado y prefiera el silencio que otorga.
Es así que se debe reconocer que mucha gente está más en contra de cómo se realizó el juicio político a Lugo que de su destitución en sí; es decir, no apoya la forma, pero sí el resultado. Y esto lo revelan no solo el casi normal desenvolvimiento de las actividades en el país, y las escasas manifestaciones espontáneas de apoyo al mandatario -exceptuando la que se realiza frente a la TV Pública, muchos de ellos funcionarios públicos y allegados a los partidos del expresidente- sino también los sondeos realizados por medios radiales y las expresiones de usuarios en las redes sociales.
Otra verdad que quizás duela a los seguidores del exobispo es que Federico está demostrando, por lo menos con los nombramientos realizados hasta ahora -aunque con ciertas excepciones-, que busca instalar un gobierno de calidad.
Reconocer estos puntos no significa, sin embargo, negar que el juicio y su resultado ha dejado mal parado al país a nivel regional, pues se trata nada menos que la destitución del presidente dela República. Unhecho siempre grave.
No obstante, hay que admitir que en líneas generales se percibe un silencio ciudadano cómplice -si no de satisfacción- que llama la atención. Quizás las posturas ambiguas del mandatario, sus viajes sin justificaciones sólidas o las acciones inmorales durante su obispado influyeron más de lo que sus asesores pudieron prever o suponer.
(*) ultimahora.com
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