El robo al Paraguay en las binacionales debe terminar

Para ofensa del sentimiento nacionalista del pueblo paraguayo, una vez más las autoridades paraguayas de Itaipú han dado prueba de antipatriótica necedad y de reprochable obsecuencia ante nuestros socios brasileños que nos vienen explotando miserablemente desde hace más de tres décadas.

Turbinas de Itaipú (s.libertaddigital.com)
Turbinas de Itaipú (s.libertaddigital.com)

“Itaipú recuperó el primer lugar en el mundo como productor anual de energía limpia y renovable”, informaron recientemente con eufórico aire triunfalista las autoridades paraguayas de la entidad hidroenergética binacional. El hecho de que la noticia sea cierta no justifica que nuestras necias autoridades allí destacadas tengan que aplaudirla, habida cuenta de que desde hace más de tres décadas el interés general del Paraguay es allí pisoteado groseramente, sin que hasta ahora nuestros corruptos gobernantes vendepatrias hayan movido un dedo para oponerse a esa vil explotación colonialista. Sumar nuestro aplauso a los de nuestros taimados socios constituye un acto de vejatoria adulonería. El robo en las binacionales debe terminar, y Horacio Cartes, si se lo propone, podría ser el primer presidente en iniciar una justa, firme e inteligente campaña en ese sentido.

Para ofensa del sentimiento nacionalista del pueblo paraguayo, una vez más las autoridades paraguayas de Itaipú han dado prueba de antipatriótica necedad y de reprochable obsecuencia ante nuestros socios brasileños que nos vienen explotando miserablemente desde hace más de tres décadas. “Itaipú recuperó el primer lugar en el mundo como productor anual de energía limpia y renovable”, informaron recientemente con eufórico aire triunfalista las autoridades paraguayas de la entidad hidroenergética binacional.

El hecho de que la noticia sea cierta no justifica que nuestras necias autoridades allí destacadas tengan que aplaudirla, habida cuenta de que desde hace más de tres décadas el interés general del Paraguay es allí pisoteado groseramente, sin que hasta ahora nuestros corruptos gobernantes vendepatrias hayan movido un dedo para oponerse a esa vil explotación colonialista.

Sumar nuestro aplauso a los de nuestros taimados socios constituye un acto de vejatoria adulonería, una estafa intelectual al sentimiento nacionalista de nuestro pueblo; una traición de lesa patria más que repudiable. Ignominia apuntalada por nuestros insensibles gobernantes y sus adláteres catapultados a las binacionales, quienes en tal menester fungen más como cómplices de nuestros explotadores que como paraguayos obligados a defender nuestros intereses allí comprometidos.

Irónicamente, esta no es la primera vez que el señor James Spalding y sus consejeros paraguayos suman su entusiasmo a la jactancia de nuestros viles explotadores en cuanto al potencial energético de Itaipú, cuyos beneficios, de haber sido equitativamente compartidos como lo prevé el espíritu del Tratado, hubieran servido al Paraguay para desarrollarse más que Brasil. Esta actitud de servilismo es tanto más repudiable por cuanto ella sirve como aval geopolítico para que nuestros socios continúen explotándonos a su gusto, merced al “síndrome de Estocolmo” que parece alienar a nuestras autoridades destacadas en las binacionales.

Aunque Brasil y Argentina sean países grandes, económica y militarmente poderosos en términos comparativos con el Paraguay, hoy día ninguno podría sostener el robo que está cometiendo de la electricidad paraguaya en las usinas binacionales, por medio de la fuerza, en caso de que alguna vez el pueblo paraguayo se alzara contra sus autoridades exigiendo el fin de la explotación colonialista en las binacionales. El poder militar no le va a garantizar a Brasil ni a Argentina seguir apropiándose indebidamente de la electricidad paraguaya allí generada.

Ante tan trágica perspectiva, la mejor opción geopolítica que tienen Brasil y Argentina con relación a las usinas hidroeléctricas compartidas y a compartir con el Paraguay sobre el río Paraná es la concertación de una alianza estratégica equitativa de los tres países para optimizar la utilización del potencial hidroenergético de los emprendimientos encarados en forma conjunta. De paso, esa coalición energética serviría para fortalecer una alianza geopolítica entre Brasil y Argentina dentro del Mercosur y, por añadidura, de la propia Unasur, convenientemente descontaminada de ideologías extrañas a la tradición democrática de nuestros países.

Esta perspectiva no es una elucubración geopolítica antojadiza. La determinación de ambos países de consolidar una asociación geoestratégica regional para revitalizar el Mercosur mediante un retorno a sus orígenes sería la clave de que este bloque comercial prospere en la misma medida de eficacia como otras de la región y del mundo. Porque, en definitiva, el fracaso del Mercosur se ha debido principalmente a la tradicional mutua desconfianza entre ambos grandes países de la América del Sur.

Por fin, independientemente de las relaciones bilaterales entre Brasil y Argentina, el destino inexorable del Paraguay es el fin de la inicua explotación de la que actualmente es víctima en las binacionales y el resarcimiento que corresponda. La historia nos demuestra que un pueblo oprimido o explotado, desde dentro o desde fuera, indefectiblemente termina rebelándose contra el opresor. Llegará el día en que el soberano pueblo paraguayo se alzará contra la venalidad de sus gobernantes, exigiendo el fin de la inicua explotación colonialista en las binacionales a que está sometido nuestro país.

Por eso, el robo al Paraguay en las binacionales debe terminar, y Horacio Cartes, si se lo propone, podría ser el primer presidente en iniciar una justa, firme e inteligente campaña en ese sentido. Necesitará de las mejores y más lúcidas mentes que pueda conseguir, así como también fuerza política para neutralizar a la cantidad de políticos bandidos que están lucrando en las binacionales y que son quienes desde la firma de los Tratados, ocultos o abiertamente, están apuntalando el actual statu quo y se opondrán a muerte a que algo cambie.

Nota editorial de abc.com.py -10-01-16