El payaso Pasho

 

Rafael Luis Franco

Un cuento para grandes.

Érase un hombre que se creía serio y que hacía cosas serias. Pero la gente no lo veía como él se veía, aunque algunos pocos sí compartían su seriedad y creían en sus gestos. Pero para la gran mayoría era solo un pobre payaso, prepotente, de mal gusto, grosero y un tanto trastornado, por lo que aconsejaban o decían que debía estar internado en un psiquiátrico, además de que este payaso no era apto para chicos, porque cada tanto le gustaba mostrar la cola y no faltó una vez que hizo el dos ante el público.

La cuestión es que el payaso Pasho siguió y siguió con su actuación payasesca, y de ser para muchos un orate narcisista luego comenzó a ser, primero, un tanto gracioso, después le daban la razón en muchas cosas; y así fue que un día, sus seguidores que iban en aumento, lo eligieron para representarlo y entonces comenzó a formar parte del circo oficial de payasos, un integrante más.

Aunque el payaso, en medio del circo oficial, estaba en solitario con sus ideas porque los otros miembros de la troupe no lo querían, y no es que ellos eran mejores que él, solo eran algo más discretos y así sus payasadas solían pasar desapercibidas hasta que hacían alguna trapisonda que no era del agradado del público, entonces eran reprobados en general. Es así que los viejos payasos oficiales desde un tiempo sufrían una rechifla del público casi en forma permanente, y fue por eso que Pasho el payaso, con sus payasadas diarias, comenzó a tener más seguidores: él pasó a ser el auténtico y honesto payaso, para envidia de los rechiflados.

Y resultó que como Pasho era muy payaso para el gusto de sus compañeros estos decidieron echarlo, entonces comenzó la gran polémica, porque el público del circo quería que echaran a otro payaso trapisondero, mejor dicho a unos cuantos, que ya los tenían cansados, antes que al payaso Pasho que era un recién llegado. Y esta actitud de cuerpo de los trapisonderos, que se negaron a echar al payaso en cuestión, causó gran indignación; entonces, a partir de esta protesta y raje de Pasho el payaso, fue que este comenzó a crecer en popularidad; ahora la gente lo veía como una víctima del sistema del circo y como el auténtico payaso defensor de la tradición payasesca.

Así comenzó a nacer la idea de que Pasho fuera el representante general del gran circo, el público, que antes no lo apreciaba, el otrora loco de remate, grosero y prepotente, ahora en masa pedían por el gran Pasho, ahora lo veían aureolado, más alto y algunos hasta con pelo; Y la masa empezó a leudar, y ya sabemos como funciona la masa, como cualquier masa: no tiene forma, es solo una masa que crece por la fermentación interna, no tiene pensamiento ni decisión propias, forzosamente necesita de alguien que la controle y le dé forma; y fue Pasho, el que logró dominar aquella gran masa; con ayuda, por supuesto, de los grandes medios que, desde chiquito, siempre lo mostraron y fueron alentando sus payasadas. El gran payaso había triunfado.

Hasta aquí la breve historia de los duros comienzos del gran líder que hoy es Pasho, líder de los payasos. Y es muy parecida su historia, en sus comienzos, a otro gran payaso que tuvo Alemania en la primera mitad del siglo XX, al que llamaban Adolf.

 (Cualquier similitud con la realidad es pura ficción, porque ya sabemos que la realidad supera la ficción.)