El Estado socialista y el liberal son lo mismo

 

Rafael Luis Franco (frarafael@gmail.com)

Si algo tienen en común los liberales de estos lares con los populistas trasnochados de corte socialista son: los altos impuestos que imponen; la concentración de la riqueza en poquísimas manos; un mercado extremadamente regulado; la ausencia de libre competencia; la destrucción de las fuerzas productivas locales en función de grupos extranjeros; los altos intereses que cobra la banca, justificada por los constantes ajustes monetarios por la devaluación del signo (brindándole a esta períodos de absoluta calma que no justifican semejantes tasas, pero igual las cobran, con lo cual tienen una fabulosa ganancia asegurada); la especulación; el apoyo a todo lo que tenga que ver con la paulatina destrucción de la familia, el decrecimiento poblacional y la consiguiente desindustrialización, como ser la legalización del aborto, el apoyo a los movimientos de género (o degenerados), la búsqueda de desorientación sexual a los menores en las escuelas con el quite de autoridad de los padres sobre los mismos; privilegios inauditos a políticos y funcionarios, como ser las jubilaciones astronómicas sin aportes; el endeudamiento externo e interno, que se vuelve eterno e impagable; la imposibilidad de ahorro de las clases media y baja, etc. etc.

En el terreno socialista – Hace poco nos enteramos (con este cambio del nuevo gobierno en el Brasil y el anuncio que hizo el presidente electo, hoy ya asumido, de no pagar más al gobierno cubano por sus médicos, sino solo a los médicos) que los galenos caribeños en el Brasil cobran un salario de dólares 3.000, de los cuales solo reciben 750, el resto va para Cuba; realmente un escándalo, una aberración; la famosa revolución cubana que lleva ya seis décadas lo único que hace es explotar a su pueblo, esclavizarlos dentro y fuera del país, porque no otra cosa se puede decir de este acuerdo hecho con otro gobierno socialista, el PT brasileño. Si hacen un simple cálculo sobre los 8.000 médicos que se conoce envió Cuba, a razón de 2.250 por cabeza son unos 27 mil por año que reciben los Castro por cada médico, todo esto multiplicado por 8.000 durante 14 años, nos da una cifra de más de 3.000 millones de dólares cobrada en ese período, esto solo desde el Brasil, sin contar los que están en la Argentina, Venezuela, Bolivia, etc. ¡Flor de negocio no!; después los socialistas hablan de capitalismo salvaje, ¡más salvajismo que esto, imposible!

En el terreno liberal – Cuánto le cuesta un empleado a una pequeña empresa, lo que se llama costo laboral en la liberal Argentina está alrededor del 100% o más de lo que recibe el empleado; o sea que si en la mano le quedan veinte mil hay otros 20 mil que van al Estado, y se calcula que el 25% de la recaudación tributaria corresponde a este rubro, “costo laboral”; a lo que hay que sumar la parte correspondiente del aguinaldo y el posible despido, porque está dentro de las posibilidades que a la empresa le lleguen a hacer por cualquier baladí motivo un juicio; empleados que han trabajado muy pocos meses por estas demandas se han llevado cientos de miles o millones; aquí los que se han encargado de generar estos “beneficios” extras para los trabajadores han sido los empresaurios sindicales, que a lo largo de décadas vienen controlando el sistema junto a bandadas de “caranchos”. Entonces ¿se entiende el por qué del cierre de numerosas fábricas, talleres, pequeñas y medianas industrias, locales cerrados, con la consiguiente desocupación?; esto no pasa tanto por la apertura del mercado a productos extranjeros, sino al serio problema del costo laboral, a los juicios y a que el Estado se impone por la fuerza como socio al privado y se lleva, vía impuestos, la parte del león de la ganancia. Luego no es de extrañar que la pobreza extrema siga en aumento.

Como se aprecia, en ambos sistemas, socialista y liberal, el Estado recauda por cada trabajador una suma muy superior a la que este percibe en mano; y si bien en el primero todo es del Estado, en el segundo casi todo es para el Estado, solo un matiz.

El problema lo analiza muy bien Carlos Hoevel, en “Un pacto que hay que romper” (“Clarín”, 31-12-2018), cuando afirma: “…los empresarios, políticos y sindicalistas poderosos lo han sellado [un pacto ya hace décadas. Acordaron tácitamente perpetuar la práctica del Estado-botín como forma de acumular poder y desviar recursos públicos. (…)…creo que esto será posible solo después de haber roto con ese otro pacto implícito que nos gobierna desde hace décadas: el pacto por el cual quien llega al gobierno no es un simple administrador transitorio al servicio del bien común, sino un distribuidor de beneficios y prebendas con el objetivo de mantenerse en el poder. (…) El patrimonialismo consiste en el sostenimiento formal de las instituciones, pero que esconde un sistema de apropiación del poder político para beneficio de los gobernantes de turno y de sus amigos, aliados o clientes en la sociedad. El gobernante o funcionario no está en este régimen realmente por debajo de la ley, sino que se convierte en dueño del Estado y señor de la ley subordinándola a intereses privados. (…) El pacto patrimonialista genera también un Estado esencialmente corrupto ya que los magistrados y funcionarios no están ahí para cumplir con la ley, sino con las órdenes de sus jefes políticos y sus socios.

Y este “pacto implícito” se ha dado y se mantuvo bajo gobiernos militares y civiles, radicales o peronistas,liberales y populistas; así es que la sociedad en general, la clase media en particular, salvo una minoría de minorías, se fue convirtiendo en empleados, vasallos o esclavos del Estado, tal como pasa en regímenes como el cubano, tal como en épocas feudales; la libertad, la ley y la democracia la han convertido en una entelequia, que estos grupos manejan a su antojo. Y por estos grupos me refiero a sindicalistas, cámaras empresariales, los grandes medios y una casta política que se aviene al sostenimiento de este jurásico sistema.

Un claro ejemplo de regulación por parte del Estado que arruina la competencia por tanto niega el libre mercado, en este caso el rubro aviación: la aerolínea Flybondi se ha instalado en la región, pero el costo del pasaje se ha inflado por los exagerados impuestos que tiene. Un pasaje en esta empresa ida a Asunción, marcado con meses de antelación, sale en pesos argentinos 2.743,95, de los cuales 1.748,15 son tasas e impuestos, discriminados de la siguiente manera:

Tasa de uso de Aeroestación Internacional (XR) $ 772,24

Tasa de Inmigración Argentina (QO) $ 394,00

Tasa de inmigración Argentina (AR) $ 69,71

Tasa de Seguridad Argentina (TQ) $ 394,00

Recargo por combustible $ 118,20

Mientras que el costo del pasaje es solo 995,80, unos 25-26 dólares, alguien puede explicar por qué el Gobierno aplica un impuesto de casi el 200% sobre la tarifa. Porque mientras la compañía pone un costoso avión, el mantenimiento, la nafta, el seguro, paga los empleados, pilotos, cargas sociales, etc. etc., ¿se puede saber qué pone el Estado para que cobren tanto? Ah, sí; me olvidaba, pone la privilegiada clase política y socios, carísimos parásitos que van devorando el cuerpo social; una verdadera mafia.

En conclusión, a la sociedad el mundo político nos presenta dos signos aparentemente enfrentados, como que son diametralmente opuestos, un liberalismo y un socialismo; pero en la práctica, en los resultados, vemos que no es así; con distintos matices ambos nos llevan al mismo destino: la esclavitud moderna, el Estado servil, que tan bien lo analizara y pronosticara Hilaire Belloc hace poco más de un siglo. Por eso entiendo que lo importante es darse cuenta de este juego, porque las coincidencias mencionadas al principio no son meras coincidencias, además son muchas para que sean solo coincidencias; estamos ante un plan perfectamente trazado que se aplica sistemáticamente en numerosos países, a escala global. Así que a no embanderarse como fanático por uno u otro, no caer en la polarización; razonar es la consigna