Drogas y sentido común

 

Rafael Luis Franco (frarafael@gmail.com)

Hace unos años murieron varios jóvenes por tomar pastillas de éxtasis, o algo así, en un multitudinario recital porteño, y decenas tuvieron que ser hospitalizadas; las crónicas recuerdan que fueron cinco los muertos, en un local del complejo Costa Salguero.

Luego vinieron las investigaciones y un abogado fue preso por el hecho, pero salió al poco tiempo, quedando todo en el olvido. Y ese no era el único lugar donde se vendían pastillas, es prácticamente en todos los lugares de reuniones similares donde lo hacían y siguen haciendo, a lo largo y ancho del país; un negocio más que multimillonario del que cierta política parecería no ser ajena.

Pero bien, lo que yo en ese momento no entendía, porque el sentido común me dice que es como cualquier otro medicamento, cómo una persona puede tomarse una pastilla, que es una droga, sin saber absolutamente nada de su procedencia, de su composición, del fabricante, de los efectos adversos que pueda tener y las contraindicaciones; porque no se debe tomar nada, absolutamente nada, sin tener estas precauciones, incluso los que son de venta libre, ya sean una aspirina, un antifebril, etc.

El caso de una popular y conocídísima pastilla de venta libre que contiene aspirina en una dosis bajísima, 100mg, y la utilizan personas con riesgo cardiovascular, en el prospecto aconseja no tomarla o consultar con el médico en los siguientes casos: embarazo, presión alta, problemas renales, hepáticos, si tiene asma, diabetes, gota, si consume tres o más vasos de alguna bebida alcohólica, si es menor de 15 o mayor de 65 años, etc. etc., ; y si esta simple pastilla, estudiada, probada, aceptada mundialmente, puede producir todo esto no entiendo cómo alguien puede tomar algo totalmente desconocido; encima pagan carísimo dicha sustancia, y no solamente lo pagan con el bolsillo, como vimos lo pagan con su vida.

Luego pensé, por qué esto no se alertaba a los jóvenes, algo básico y de sentido común; sea por parte de los padres o las autoridades mismas podrían hacer una buena campaña sobre el tema. En el caso de los padres la respuesta tal vez sería la ignorancia; pero en cuanto a las autoridades, que tan “preocupadas” dicen estar por la salud poblacional, la respuesta surge clara: no les interesa, es un negocio, «el negocio».

Ahora vuelven los muertos por consumo de droga, esta vez no son pastillas, pero el razonamiento sigue siendo el mismo, ¿cómo alguien, en su sano juicio, puede introducir en su cuerpo, de la forma que sea, algo que no tiene ninguna información, hecho en forma clandestina, antihigiénico, que no sabe lo que puede contener y que nadie, absolutamente nadie, se va a hacer responsable por lo que pueda pasarle?

Es evidente, que más allá de todo lo que se pueda hacer, el problema es cultural; la contracultura va ganando, por goleada