Divagaciones
Rafael Luis Franco
DIVAGACIÓN 1. Una pregunta, a ver si alguien me puede dar una respuesta lógica y fundamentada.
Por la tarde viajé en el colectivo urbano, ida y vuelta, a buscar unos remedios; en uno de los viajes el transporte iba casi completo, eran unas veinticinco personas sentadas y no menos de diez paradas (35 en total más el chofer), todas con su correspondiente barbijo, y podían seguir subiendo más sin problemas; todo esto en unos 30 metros cuadrados que calculo es la superficie del colectivo, además con el aire acondicionado funcionando perfectamente.
Bien, la pregunta o preguntas a responder serían: ¿Dónde quedó eso del 1,50 metro de distancia social? ¿Es que el virus no sube a los colectivos? ¿Las personas cuando viajan en el transporte público automáticamente dejan de ser portadoras asintomáticas o sintomáticas pero cuando bajan vuelven a serlo? ¿Por qué a los taxistas se les prohíbe usar el aire acondicionado y deben viajar con las ventanillas abiertas, cuando solo van dos o tres personas, incluido el chofer, y a los colectivos no se les prohíbe usar el aire, donde van más de treinta personas?, ¿es que el AA del colectivo no puede esparcir el virus y el del taxi sí? ¿O el virus no va en colectivo porque no tiene la tarjeta Sube? ¿El virus hizo algún convenio con los hijos de UTA?
Después de hacer estas observaciones y ver que la gente viaja en el colectivo sin ningún temor, sentada o parada una al lado de la otra como en los tiempos prepandemia, la respuesta que yo atino a entrever es la siguiente: estamos ante un virus sumamente peligroso, un virus superinteligente que puede mutar constantemente su condición de activo a pasivo; un virus de dos caras muy parecido a un conocidísimo político; un virus que hace lo que se le da la gana; un virus que permite acompañar a los dioses del fútbol cuando parten al otro mundo, en definitiva su altísima peligrosidad radica en que es un virus extremadamente bola y encima demagogo.
Bueno, si alguien tiene alguna respuesta lógica al asunto la espero ansioso, pero por favor que esté dada desde el punto de vista científico.
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DIVAGACIÓN 2. Hace unos cuantos años me pusieron el cepo al auto, lo dejé estacionado con parquímetro por una hora, llegué al minuto que se venció y con sorpresa e indignación veo que ya tenía el cepo puesto, que por lógica lo tuvieron que poner antes que se venciera el plazo; mientras al lado el policía hacía la boleta correspondiente. Entonces le encaro, y le pregunto por qué me hacía la boleta ya que antes de que se venciera estaban poniéndole el cepo, etc., me dice que no había nada que hacer que ya había confeccionado la boleta y no había vuelta atrás; más indignado le señalo un auto que está en la esquina de color verde y le pregunto por qué no le hacen la boleta a ese que está siempre ahí, que levanta el capot como si estuviera descompuesto y no paga ni parquímetro; a lo que me responde que él no ve ningún auto, le vuelvo a señalar el auto que estaba bien cerca y le digo “ese, cómo no lo ve”; me vuelve a decir que no ve ningún auto; entonces caigo en la cuenta que dicho policía no veía lo que no quería ver; entonces lo miro, no digo nada más.
Luego, comparando con la actitud de este policía me di cuenta que así se comportan muchas personas, sobre todo los políticos, ellos no ven lo que no quieren ver; son verdaderos cretinos, como ese policía corrupto; ya que aquel auto que él “no veía” era del florista de la esquina y seguramente algún que otro ramo recibiría de su parte. Los cretinos no ven lo más evidente, lo que tienen delante de sus ojos, no ven, no quieren ver aquello que contradice sus planes o ideas; y con esta gente es al pedo conversar o mantener un diálogo, no tiene sentido.
Así vemos un parlamento, en donde se deben debatir ideas, donde se debe dialogar; y pasa que en los debates cada uno dice lo que tiene que decir, pero al final resulta que el debate hace tiempo se convirtió en una mera fórmula protocolar, en un mero trámite político, porque todo lo que se pueda discutir en las sesiones no interesa, nadie escucha a nadie, ellos tienen todo acordado de antemano lo que van a votar y por más que se demuestre en el recinto que tal o cual ley va contra la naturaleza de las cosas igual la votarán y aprobarán; el último debate de la ley del aborto es una clara indicación de esto junto a otras leyes que han sacado en las que no prima el sentido común y el de conveniencia general, sino que prima una mayoría sin conciencia que recibe órdenes de votar en un sentido; resultando todo esto, los debates parlamentarios, en una gran pérdida de tiempo y millones y millones erogados sin ton ni son, porque los legisladores no cumplen su función, que es la de razonar; y si usar su raciocinio les está vedado para qué entonces sirve dicho poder.
Al final, pensándolo bien, aquella multa que me hizo el policía me dejó una gran lección; veré si algún día lo vuelvo a encontrar para darle las gracias; porque de los corruptos también se aprende.
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DIVAGACIÓN 3. De lo que se trata es entender la vida, entenderse uno más que entender a los demás. Y hay veces que por vaya a saber qué razón a uno le hace un “clic” en la cabeza y es como encontrar la punta del ovillo de la enredada madeja que es la vida; son muy pocos los que han tenido la suerte de tener resueltas las cosas a temprana edad, los que han sentido una temprana verdadera vocación. La mayoría anda deambulando por el mundo conformándose con sobrevivir, y aportar alguna que otra cosa, más para uno que para el otro.
Volviendo al “clic”, en una oportunidad, ya escribí esto antes, para mí ese momento fue encontrar la punta del imaginario ovillo cuando comprendí una parábola del Evangelio; y hallar la punta del ovillo es reconocer el camino que a uno le toca seguir. Solo hay que estar atento, algo despierto para poder tener ese momento, que luego lo cambia todo, cambia la perspectiva de las cosas y las hace más comprensibles; claro que el cambio es paulatino, no existe nada mágico que transforme de la noche a la mañana las cosas, requiere luego un diario esfuerzo personal; pero recorrer el camino ahora sí se vuelve más placentero.
Otra enseñanza que siempre tengo presente es la anécdota que contó en una oportunidad el doctor Abel Albino, médico de niños que creó una fundación para mejorar la atención y nutrición de los más pequeños. Dicha anécdota era más o menos así. Resulta que en una playa australiana se había producido una marejada o mar de fondo que duró varios días, a cuyo término quedaron arrojadas sobre la arena a lo largo de kilómetros millones de estrellas de mar que indefectiblemente iban a morir; mientras tanto, la gente asombrada por el espectáculo solo atinaba a mirar; pero en la playa había un hombre en solitario que las devolvía arrojándolas al mar de a una; unos circunstanciales observadores miraban lo que este hacía, y se le acercaron; uno de ellos le dijo:
─No se da cuenta que es inútil lo que hace, mire la cantidad que hay.
El hombre los observó y atinó a responderles mientras sostenía una estrella en la mano:
─No importa, esta se va a salvar –e inmediatamente arrojó la estrella al mar.
Ahí termina la anécdota que relata el doctor, en esa breve respuesta hay una gran verdad.
De eso se trata nuestro accionar, de intentar salvar aunque sea una estrella de mar; no de criticar al que intenta hacer algo y encima desalentarlo con el propio pesimismo y mala onda; no en esperar al otro para arreglar algo, el famoso “o lo arreglamos entre todos o no lo arregla nadie” es una gran falacia, una falsa premisa que induce al inmovilismo, al no te metás; su resultado es todo lo contrario y con este pensamiento en realidad lo que se busca es eso, que nadie lo arregle.
También se trata de escuchar más que hablar; de comprender lo que se lee; de aprender de la experiencia ajena; de tener más vida interior que exterior; de no distraernos con estupideces y seguir nuestro camino a pesar de los desalentadores casi profesionales que nos rodean, famosísimos muchos de ellos.