Blas Llano reinventado
Por Alfredo Boccia Paz (*)
El senador Blas Llano decidió transparentar los sueldos, beneficios, bonificaciones, gratificaciones y varios extras que perciben algunos funcionarios de la Cámara.
Eso le ha merecido el aplauso de la opinión pública. A los que se muestran sorprendidos de que solo ahora se haya enterado de todo esto, habiendo sido parlamentario desde hace 21 años, hay que aclararles que, una vez más, Blas Llano se ha reinventado.
Blas es incombustible, como Galaverna en la ANR, aunque sin su elocuencia. Pese a la hecatombe electoral reciente, que dejó maltrechas las imágenes de Efraín y Federico, Blas sigue siendo el dirigente liberal con mayor manejo de la estructura partidaria. Pero eso es solo un tibio consuelo para quien podría haber sido hoy presidente del Paraguay.
Blas estuvo cerca de eso cuando era el mejor aliado de Lugo. Fue el propiciador de que el PLRA renunciara a la pretención de liderar la concertación opositora. Era lógico que en el periodo siguiente la alianza fuera encabezada por un liberal. Y hubiera sido él si las urnas delivery no hubieran terminado en un desastre. Ganó Efraín. Si Efraín llegaba a la presidencia de la República –algo probable con una alianza con la izquierda– sería el fin de la era de Blas en el PLRA. Todo el poder sería de Efraín
Con lo de Curuguaty, Blas vio más lejos que todos. No tuvo escrúpulos en romper con Lugo para salir del pantano en el que estaba el triunvirato liberal. Federico fue presidente de la República y la victoria de Efraín fue reconocida. Él se quedó al frente del partido, sabiendo que lo de Federico sería efímero y lo de Efraín, una misión imposible sin el apoyo de la izquierda. Se mantuvo, por eso, discretamente alejado del pésimo gobierno liberal y, sobre todo, de la campaña de Efraín. La previsible derrota dejó desconcertada a la dirigencia del PLRA, pero no a Blas, maestro del pragmatismo.
Blas y Horacio eran antiguos amigos. Había sido su sponsor en varios rallies y campañas anteriores y era natural que los intereses de ambos coincidieran de nuevo. Así, Blas terminó como presidente del Senado. Desirée Masi lo acusó de ser «el brazo largo de Cartes», olvidando que durante el golpe parlamentario, Blas había cumplido ese mismo papel. Ahora Blas sabe que debe reinventarse una vez más. Se restituyó nuestro viejo bipartidismo asimétrico. Sin alianzas, el partido más chico no le gana al más grande. Pero, ¿cómo aliarse si la izquierda lo considera como el principal traidor? Para peor, el PLRA no tiene candidatos con posibilidades de ganar la Intendencia de Asunción. Jaeggli es una caricatura, no un candidato. Los outsiders Harrison y Zavala se muestran poco interesados. Por eso Blas anuncia que le gusta Mario Ferreiro. Una alianza asuncena con Mario a la cabeza podría ganar y mejoraría las relaciones entre liberales e izquierdistas.
Hay que ver si a Mario le interesa la oferta luego de haber pasado por el calvario de esperar ad eternum que la izquierda lo reconozca como candidato. Claro que si Mario dice que no, a Blas ya se le ocurrirá algo. La vida es reinventarse todos los días.
(*)ultimahora.com