30 de abril: Día del Maestro

Jorge Darío Cristaldo*

En el Paraguay ya no existen maestros ni maestras; quedan algunos pocos profesores y profesoras; el resto son docentes.

Ya no se conoce maestros, es decir, a educadores con méritos notables y cualidades excepcionales, dedicados a la enseñanza teórica o práctica de una ciencia, arte u oficio.
El maestro enseña con el ejemplo de su vida, por esa razón sobrevive en el corazón y en la memoria de sus discípulos. Enseña a sus discípulos a pensar por sí mismos, a liberarse de sus ataduras internas y externas, a hacer realidad sus sueños imposibles, a encarnar en su existencia los valores e ideales de la disciplina que profesa.

El profesor, por su parte, enseña una disciplina, ciencia o arte con relevante capacidad y aplicación. Como servidor de la cultura imparte solo la materia que domina; se interesa más por la calidad de su servicio que en el monto de su remuneración.
El profesor entiende que la ciencia es dinámica, y que sus leyes siempre son falsables. Procura que el alumno pregunte correctamente para que se despierte y se ensanche su mente y su capacidad de pensar. En sus clases acentúa la teoría, pero sin perder de vista la experiencia que surge de la realidad. Piensa que sabe muy poco de su materia, por eso se pasa la vida estudiando y produciendo conocimientos. Además del qué y del cómo, el profesor enseña el porqué y el para qué de las cosas.
El docente es la persona que enseña una materia o un curso, en un establecimiento público o privado, como actividad laboral dependiente y remunerada; quiere que el alumno aprenda su lección, pero más le interesa su remuneración.

El docente enseña cualquier asignatura que se le ofrece porque es un mercenario de la educación. Cuando conoce su materia enseña a analizar, pero no a sintetizar, considera que la ciencia es estática y verdadera, por eso procura que el alumno responda de memoria lo enseñado.

El docente es neutral frente a la materia que enseña y considera al alumno como un buzón vacío que debe llenar de conocimientos. Se informa superficialmente en un solo texto, no se actualiza en los contenidos ni en los métodos; es un autómata acrítico que acepta y cumple a rajatabla las directivas formales emanadas de la burocracia estatal o privada. Se limita a enseñar el qué y el cómo de su materia, acotando y anestesiando la mente del alumno con frases hechas y estereotipos conceptuales, sin hurgar en las causas y en los efectos de los fenómenos.

El docente enseña al alumno para conocer, el profesor educa al futuro profesional para saber; el maestro transmite sus vivencias a sus discípulos para vivir. El docente transmite mecánicamente conocimientos; el profesor enseña didácticamente habilidades y aptitudes; el maestro inspira dialéctica y amorosamente hábitos, actitudes y convicciones existenciales y vitales.

En un sistema educativo el maestro integra la élite; el profesor es el pueblo que piensa y discierne; el docente constituye la masa acrítica y domesticada, temperamental en sus acciones y reacciones.

Lamentablemente en nuestro país ya no quedan maestros a homenajear en el DIA DEL MAESTRO.

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