Cabureí ragüé, no vaya a fallar…
Nuestras culturas originarias guardan una gran sabiduría. Ellos sabían y saben del vivir en armonía con la naturaleza y han aprendido a conocer sus secretos y utilizarlos en su beneficio.
Así, como producto de su observación, nuestros ancestros incluyeron algunas aves en la tradición que nos ha sido transmitida oralmente de generación a generación.
Entre las mismas, el que lleva una ostensible preferencia es el cabureí (pequeño caburé), que ha ganado fama como una especie de magnetizador o hipnotizador que atrae a los demás pájaros y, por analogía, arraigó en los seres humano la creencia en las virtudes mágicas que el que tiene un caburé o alguna de sus plumas (ragüé significa pluma), inevitablemente todo saldrá en forma satisfactoria, sea en el amor, en el juego o los negocios debido al hechizo o payé que genera. Payé es el instrumento destinado a lograr fatalmente un determinado objetivo
Múltiples historias avalan esta eficacia desde antaño: el paisano que se ganó la lotería, el pulpero que hizo próspero su negocio, el galán que conquistó a la dama de sus sueños…
No en vano una letra chamamécera tiene en sus versos las siguientes palabras: “cabureí ragüé no vaya fallar, porque vosco sos payé para enamorar…”