Rafael Luis Franco (frarafael@gmail.com)
Recuerdo una historia, que escuché hace algunos años en la radio, relatada por un gran periodista argentino que ya murió, justamente el Día del Periodista, quien a su vez la extrajo de un libro; contaba más o menos lo siguiente:
Eran dos personas que viajaban a pie, recorriendo poblados: el maestro, un anciano, y su discípulo, un joven. No llevaban nada más que lo puesto. En una oportunidad llegaron a un rancho muy humilde en medio de un campo y les pidieron un poco de comida y si podían pasar la noche en el lugar. La familia, que estaba compuesta de padre, madre y dos hijos jóvenes, muy amables ellos les dio albergue y compartieron su alimento.
Durante la conversación el anciano les preguntó de qué vivían, y el dueño de casa les contó que tenían una vaca, que ese era todo su patrimonio, a la que ordeñaban, utilizaban un poco de la leche y luego el resto llevaban al pueblo y vendían o cambiaban por otras cosas, que no tenían nada más. Bien, luego de la charla se fueron a dormir.
En mitad de la madrugada el anciano maestro despertó al joven y le dijo que se levantara que se iban a marchar en silencio, sin despedirse; el joven asintió, luego se dirigieron a donde estaba atada la vaca y le dijo al joven para que la desate, la condujeron hasta el borde de un profundo barranco y ahí el viejo le dice al joven que la arroje; este se enojó, le contestó que eso no estaba bien, que no podían hacerle eso a esa familia tan buena y atenta, además porque eran muy pobres y el animal era lo único que tenían; el viejo entonces, sin responderle a su cuestionamiento, le ordenó que la arrojara; así lo hizo el joven discípulo, y la vaca cayó rodando al fondo del barranco, luego se marcharon
La historia continúa luego de varios años. Esta vez solo volvió a pasar por el lugar el joven, él quería saber qué había sido de esa familia a la que le mataron la vaca. Bien, al llegar al sitio no encontró el viejo rancho sino una casa de buen aspecto, nada lujosa pero mucho mejor que la anterior vivienda.
Se presentó y habló con el dueño de la misma, que era el mismo padre de familia que ya conocía; luego le preguntó qué hacían y de qué vivían.
El señor le respondió: “Mire hace unos años teníamos una vaca que nos daba leche, la que usábamos un poco y cambiábamos por mercadería el resto; pero resulta que un día apareció la vaca muerta en el barranco, y entonces tuvimos que salir a buscar trabajo, es así que mis hijos y yo estamos trabajando en distintas labores”.
Bien, la moraleja y enseñanza ya se imaginan, no.
JUNIO 2024 Mes del Mbokajá EN EL AMOR, DEBE BUSCAR OTRAS ALTERNATIVAS YA QUE SU…
Estamos en vísperas de un paso decisivo –trascendental- en la historia de Casa Paraguaya de…
PASARON 191 AÑOS DEL 3 DE NERO DE 1833. desde que EL REINO UNIDO OCUPÓ…
Tal lo previsto en la Convocatoria de Asamblea relizada por dicha Institución, con el objetito…
Ayer, jueves 15 de febrero 2024, el Poder Ejecutivo de nuestro país publicó tres Decretos,…
Entre los innumerables artículos publicados por el benemérito guaireño Caio Scavone en su columna de…
View Comments
Muy buena historia y moraleja