Paraguay: de la colonia al desarrollo autonómico
Por Claudio Sacco y Esteban Chiaradía*
«Si bien puede ser aventurado hablar de socialismo de Estado, resulta indudable que Paraguay experimenta una modernización que no es habitual en el resto de las ex colonias españolas, o más aun, dicha modernización se logra sin hipotecar la nación ni entregarse de pies y manos al imperialismo británico».
La Provincia del Paraguay, una vez comprobada su carencia de metales preciosos, quedó abandonada a su suerte. Sin nuevos contingentes importantes de españoles, la población paraguaya mostró un temprano y profundo mestizaje que fue socavando el predominio peninsular característico del resto de la América hispánica. Esta población fue adquiriendo una conciencia protonacional en base al idioma guaraní, la creciente identidad del campesino/soldado en defensa del territorio frente al indio y los bandeirantes brasileños, el rechazo a la competencia desleal de los jesuitas, la protesta por el abusivo monopolio de la ciudad de Buenos Aires y las altas tasas que cobraba a los productos paraguayos y por las exigencias de asistencia militar a la fachada atlántica. Este sentimiento se hizo patente en las revueltas comuneras (1717-1735).
El proceso juntista de Buenos Aires coloca a la provincia ante un dilema en el cual amplios sectores populares definen el enemigo en primer orden: la oligarquía porteña. Eso explica que Paraguay continuara leal al gobernador realista hasta que la invasión porteña de Belgrano es derrotada en Tacuarí, dejando en evidencia la debilidad del gobierno colonial y la gravitación de los oficiales de milicias provenientes de las capas populares. La revolución de 1811 da lugar a un gobierno independiente de hecho que conduce a un enfrentamiento con Buenos Aires, y es en ese marco que el Dr. Gaspar Rodríguez de Francia asciende como dictador con fuerte apoyo popular en Congresos donde la población rural va imponiendo su voluntad por sobre la élite asunceña (a diferencia de los congresos de otras colonias españolas sudamericanas). Así, Paraguay es la única provincia que rompe con sus dos metrópolis.
La política del Dr. Francia apuntó a la defensa de la soberanía exterior, a preservar el territorio heredado de la colonia, lograr la libre navegación de los ríos y sostener la independencia paraguaya en un plano de igualdad tanto frente a Inglaterra como al complejo rioplatense y el siempre amenazante Brasil. Así, las prioridades fueron la defensa nacional y las actividades industriales y comerciales ligadas a atender las fuerzas armadas.
Como respuesta a las presiones y el bloqueo impuesto por Buenos Aires, el Dr. Francia reguló el comercio exterior, fijando los precios el Estado y otorgando permisos especiales sólo a los comerciantes que exportaban los frutos del país e importaran armas y municiones. Esta medida, sumada al establecimiento del Estado como heredero de los bienes de extranjeros y la nacionalización de la iglesia, asestó un golpe mortal a la oligarquía exportadora destruyéndola como clase social. El último intento de esa oligarquía alentada por el convulsionado escenario rioplatense fue la Gran Conspiración de 1820 que culminó en un fracaso.
Se crearon las Tiendas o Almacenes del Estado, que adquirían sus importaciones por medio del trueque con sus exportaciones, sin incurrir en déficit de la balanza comercial. Se prohibía la salida de oro, plata, mulos y caballos. Y al quedar en manos del Estado la mayor parte de las tierras, se crean las Estancias de la Patria, que permiten redistribuir carne y otros alimentos a la población, además de atender necesidades del ejército.
Con Carlos Antonio López (1844) se buscó establecer un nuevo equilibrio, por lo que se intentó una liberalización controlada del sistema comercial. López impulsó tratados con Corrientes (1841 y 1842) para la libre navegación y un mercado regional. Pero la inestabilidad política y económica que vivían sus vecinos fue un claro limitante a este giro.
Con el ascenso de Urquiza, la Confederación Argentina abolió los impuestos interprovinciales, decretó la libre navegación de los ríos y en 1853 reconoció oficialmente la independencia del Paraguay. Esta coyuntura favorable fue muy bien aprovechada por López, quién firmó tratados comerciales con varios países y reabrió el comercio con Mato Grosso (territorio paraguayo apropiado por Brasil). Pero las malas experiencias con los inversores estadounidenses provocaron el cierre de esta tenue apertura liberal. López, entonces, estableció el monopolio del Estado sobre la yerba, la madera, los cueros y productos del ganado.
El rápido desarrollo del Paraguay y su terca independencia enfrentó una serie de episodios militares y diplomáticos provocados por Inglaterra, EEUU y Brasil, preludio de la guerra que pronto aniquilaría al país. La Baring Brothers ya comenzaba a destinar fondos a Brasil para la futura guerra.
En 1853-54 Francisco Solano, hijo del presidente López, realiza una gira oficial por Europa y regresa con un buque de guerra comprado allí, un equipo de ingenieros y técnicos, y con insumos de capital, materias primas y material militar. A partir de allí, y en base al desarrollo económico logrado durante el gobierno de su padre que se sostiene en las políticas de estado del período francista, Paraguay experimenta un rápido crecimiento (ferrocarril, telégrafo, industria siderúrgica, astilleros, arsenal, escuelas, etc). Todo esto logrado prácticamente sin endeudamiento externo.
Algunos historiadores han visto en esto una industrialización sui generis, tal vez exagerada. Otros negaron rotundamente los hechos en base a que los López no adoptaron el librecambismo en boga. Si bien puede ser aventurado hablar de socialismo de Estado, resulta indudable que Paraguay experimenta una modernización que no es habitual en el resto de las ex colonias españolas, o más aun, dicha modernización se logra sin hipotecar la nación ni entregarse de pies y manos al imperialismo británico.
Tras Pavón y el ascenso de Mitre, el escenario regional cambia. El gobierno popular de Berro en Uruguay buscaba oponer la alianza Montevideo/Paraná/Asunción frente al eje Buenos Aires/Río de Janeiro financiado por el capital británico. Paraguay necesita sostener la independencia oriental para exportar sus productos. En 1863 Mitre lanza al traidor Venancio Flores en una “cruzada libertadora” contra Berro. Brasil interviene. Las provincias argentinas se agitan. Sarmiento sentencia:»Es preciso purgar la tierra de toda esa excrecencia humana”, en referencia al pueblo paraguayo. En unos años Paraguay pasará de la independencia a la dependencia.
*Docentes de Problemas de Historia Americana / Historia del Paraguay FFyL-UBA