Fernando Marín
Una historia y presente de injusticias en el continente fue el eje de la mesa-debate ‘Mujeres en la lucha y la resistencia’, una de las actividades en conmemoración de los 150 años del fin de la Guerra del Paraguay, organizadas por el Ministerio de Cultura de la Nación. Exhibiciones, performances artísticas, conciertos, películas, charlas y visitas guiadas especiales se llevan a cabo del 1 al 8 de marzo en el marco del ciclo Paisajes de la Guerra Grande, con entrada libre y gratuita en distintos museos de la ciudad de Buenos Aires.
El Centro Cultural Paraguay, ubicado en el centro porteño, recibió la visita de mujeres que desde distintas experiencias y geografías relataron historias de guerras y opresiones, en un intento de rescatar el pasado como un antídoto en contra de las desigualdades actuales.
La mesa estuvo compuesta por la escritora y directora en la Secretaría de Cultura del Paraguay, María Luz Saldívar Bogado, la Madre de Plaza de Mayo, Sara Rus, la activista por los derechos de la comunidad afrodescendiente brasileña, Francilene Martins, y la psicóloga y militante afro-feminista uruguaya, Susana Villarrueta.
María Luz Saldívar Bogado destacó el rol de las mujeres en la Guerra Guasú, muchas veces invisibilizado: “El Paraguay pudo soportar los costos de la guerra durante cinco años sin sufrir problemas de abastecimiento. Esto fue posible gracias al trabajo de las mujeres, quienes ya desde hacía mucho tiempo producían para la economía de autoabastecimiento. Mientras que los hombres sostenían la producción de bienes de exportación”.
Las mujeres desempeñaron distintas y heroicas tareas durante el conflicto, desde la enfermería en el campo hasta la dirección de batallones agrícolas para la alimentación de soldados. Lo que les demandaba intensivas jornadas de trabajo en el cultivo de más de 14 horas. “Hacia el final de la guerra, las mujeres se armaron de piedras y botellas rotas para defender las últimas trincheras ante el avance del ejército invasor”, recuerda la escritora.
A pesar de su vital aporte, desde la reconstrucción del país hasta el presente, aún no se le han reconocido la igualdad de derechos a las mujeres, reclamó Bogado.
“La guerra nace a partir de la ambición y el colonialismo de Inglaterra. Paraguay tenía una visión futurista en su economía, en su tecnología, en su tierra. Muy avanzado para la región y su época”, cuenta la licenciada en Comunicación Social, Francilene Martins, de Brasil.
Según Martins, se trató de una guerra “injusta y desigual”. Además, denunció que en su país no se generó todavía un movimiento revisionista acerca de la infamia de la Guerra, a diferencia de Argentina y Uruguay. Para la historiografía oficial del Brasil, la Guerra sigue siendo la “gran epopeya patriótica”, se lamentó.
Por otro lado, en base a la propuesta de la charla, Martins repasó la persecución que aún vive la comunidad afrodescendiente en su país. “La esclavitud es una guerra que aún no se acaba, porque el Estado es un Estado represor donde en pleno siglo XXI matan jóvenes y mujeres negras como si fuese un campo de concentración”.
En esta misma línea, la uruguaya Susana Villarrueta, reivindicó a las mujeres afrodescendientes quienes “desde hace 500 años están en la búsqueda constante de su libertad”. Villarrueta denunció que, a pesar de su protagonismo en las luchas por la independencia del continente, este colectivo aún hoy sigue sufriendo pérdidas de derechos.
La historia de Sara Rus, quien décadas antes de convertirse en Madre de Plaza de Mayo fue prisionera en un campo de concentración nazi en su Polonia natal, fue la que mejor graficó el horror de la guerra y la importancia de la memoria. Sara relató el hambre, el trabajo esclavo, las torturas y la muerte que le tocó en carne propia. “Mi historia es difícil de contarla, pero yo no voy a parar nunca de contarla porque el mundo tiene que saber”, afirmó entre aplausos.
Al finalizar, Bogado recordó una anécdota de su tatarabuelo, contada a ella por su abuela cuando era niña, la cual refería a los duros años de posguerra y la tarea de reconstrucción de un país totalmente arrasado. La funcionaria rescató así la importancia de la tradición oral en la lucha contra el olvido: “Mediante estas memorias podemos hablar, estamos presente y tenemos voz”.
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