Rafael Luis Franco (frarafael@gmail.com)
EN EL 85° ANIVERSARIO DE LA PAZ DEL CHACO
El Dr. Juan Stefanich, quien fuera canciller durante el gobierno popularmente conocido como “Febrerista”, es autor de varias obras, entre ellas el libro “Renovación y liberación”, donde en un capítulo cuenta a grandes rasgos cómo encaró el gobierno de Rafael Franco tanto la defensa diplomática de posguerra como la preparación del Ejército; sin casi ocuparme de la parte diplomática, es interesantísima pero muy extensa, tocaré solo lo atinente al nuevo Ejército y la defensa en el plano militar que organizaron.
Me atrevería a decir que si los preparativos llevados adelante por el gobierno de Rafael Franco se hubieran hecho décadas atrás, si no todos la mayoría de ellos, quizás aquella guerra se podría haber evitado. La famosa frase “si vis pace para bellum” se aplica en toda su intensidad en el caso del conflicto boliviano-paraguayo, ya que nuestra deficiente preparación, un territorio sumamente desguarnecido, la débil situación posguerra del 70 y las continuas luchas internas que lo debilitaban aún más junto a nuestra floja diplomacia “liberal”; este conjunto de cosas fueron el caldo de cultivo de la guerra, que insufló a los sucesivos gobiernos de Bolivia a alentar la invasión del Chaco haciéndoles creer que podían obtener una fácil conquista si se lanzaban a la aventura guerrera; porque por la otra vía, la legal y diplomática, la que se discute en una Corte internacional, sabían perfectamente que no lo conseguirían.
Entonces, a la luz de esta nueva preparación, nuevo rearme y ante los resultados adversos que tuvieron los bolivianos frente al viejo Ejército paraguayo, además de que ahora habían probado la temeridad del soldado guaraní, el “pata pila”, ¿alguien puede creer que Bolivia iniciaría una nueva aventura guerrera en el Chaco si no se aceptaban sus límites? Es evidente que no, que este argumento fue solo una artimaña política para justificar lo injustificable.
Así el “verso” de que si no se firmaba se podía reanudar la contienda queda totalmente fuera de juego; aquello fue y es una justificación histórica falsa, que sus “descendientes” políticos siguen utilizando y no cesan de tergiversar la historia, ocultarla y acomodarla a intereses que no responden a la nacionalidad; lamentable la falta de consciencia de muchos. A partir de aquí transcribo parte de lo escrito por Juan Stefanich, lo resaltado en mayúscula y negrita son míos.
“La diplomacia del viejo régimen vivió siempre a la defensiva, acosada por la enérgica acometida adversaria. El resultado fue siempre el retroceso, las cesiones y la capitulación. Después de la defensa paraguaya victoriosa que abatió espectacularmente el poderío bélico de Bolivia no se explicaba semejante derrotismo, pero los gobernantes «liberales» persistían bajo el influjo del «peligro» boliviano y seguían actuando como perseguidos y derrotados.
“La Cancillería de Febrero cambió la táctica de la diplomacia paraguaya. PASÓ A LA OFENSIVA. Tenía en su apoyo: LOS TÍTULOS LIMPIOS Y SANEADOS PARA GANAR EL PLEITO, LA VICTORIA MILITAR ABSOLUTA Y TOTAL, LA SIMPATÍA POPULAR DEL MUNDO ESPECTADOR Y EL SUFRAGIO DE LAS CONCIENCIAS RECTAS Y DE LOS JUECES IMPARCIALES. AÚN DENTRO DE LOS TRATADOS YA CONSENTIDOS PODÍA GANARSE LA PARTIDA.
“Un Ejército nuevo, decidido y bien equipado iba a apoyar a la nueva diplomacia. Las fuerzas armadas serían puestas en un pie de eficacia tal que pudiesen responder a las exigencias de la situación, apoyando la acción de la Cancillería. TODO SE HIZO CON CELERIDAD DESCONOCIDA.
“Una misión militar francesa FUE CONTRATADA PARA INSTRUIR Y PRESIDIR LA REORGANIZACIÓN DEL EJÉRCITO. Una misión de doce jefes y oficiales paraguayos FUE ENVIADA A EUROPA E INCORPORADA A LOS INSTITUTOS Y CUERPOS MILITARES FRANCESES. El Ferro Carril Central del Chaco de Puerto Casado, línea vital de la defensa paraguaya, FUE PUESTO EN CONDICIONES DE PROLONGAR SUS VÍAS HACIA LA FRONTERA DE BOLIVIA. El Ferro Carril del Norte, hacia las fronteras con el Brasil, línea complementaria de apoyo y abastecimiento del Chaco, se entregó a un cuerpo de ingenieros y zapadores del Ejército a fin de prolongarlo en conexión con los ferrocarriles brasileros del Atlántico.
Dos barcos de guerra –el Paraguay y el Humaitá– fueron enviados a dique seco en la Argentina, carenados, reparados y revisados en toda su estructura a fin de seguir prestando servicios conforme lo reclamasen las circunstancias. La flota de transporte de río para el Ejército se constituyó con un plantel de varios vapores, iniciando sus servicios con la botadura del Prat Gill.
“Los arsenales de la Marina fueron considerablemente MEJORADOS Y REFORZADOS. Sus talleres recibieron NUEVAS MAQUINARIAS POR UN VALOR APROXIMADO DE UN MILLÓN DE PESOS ARGENTINOS. Sus existencias de materiales y explosivos para proveer a la aviación de bombas y proyectiles de guerra se acrecentaron en proporciones considerables. Su potencialidad estaba en condiciones de HACER FRENTE A CUALQUIER EMERGENCIA VENTAJOSAMENTE.
“Constituyéronse grandes planteles de ganado vacuno y caballar para el Ejército. Organizáronse granjas agrícolas para el abastecimiento militar y se adquirieron tractores mecánicos a su servicio.
Se votaron los fondos para construir la nueva Escuela Militar y se eligió el sitio para su ubicación conveniente. Se proyectaron nuevos cuarteles modernos y se constituyó una Comisión Militar permanente para proyectar todo el sistema de construcciones requerido por las Fuerzas Armadas.
“Las experiencias amargas de la guerra nos recordaban el papel heroico pero impotente de nuestra gloriosa aviación. La superioridad boliviana en los cielos del Chaco fue una realidad angustiosa durante la contienda. El bravo Ejército paraguayo de la defensa nunca pudo contar con la protección de una aviación suficiente, con aparatos modernos y equipos correspondientes a los de la aviación boliviana. (…)
“(…) El Gobierno de Febrero resolvió reorganizar la aviación en condiciones tales que, respetándose los pactos vigentes, adquiriese el Paraguay la potencia aérea indispensable para dominar los cielos de la patria indisputablemente.
(…) Los tratos con la casa Caproni fueron concluidos… y dictáronse los decretos correspondientes. (…) Más de cincuenta aparatos, entre aviones de combate, de caza, sanitarios y de transporte, constituirían la base primera de la nueva aviación paraguaya. Paralelamente y anexa a la aviación militar se formaría un cuerpo de aviación civil, cuyos materiales serían obtenidos en Francia.
“Una misión de ingenieros y técnicos integrada por doce personas se trasladaría al Paraguay a fin de armar los aparatos, formar el personal apto para su uso y manejo e ilustrar a los pilotos paraguayos en todas las interioridades de la estructura, armamentos y equipos técnicos de los flamantes aviones. Seis oficiales aviadores paraguayos se trasladarían a Europa a recibir instrucciones de perfeccionamiento en su arma, seis cadetes ingresarían en institutos de aviación y seis mecánicos paraguayos trabajarían en los talleres de la casa Caproni a fin de recibir los conocimientos técnicos y prácticos necesarios. EL MINISTERIO DE HACIENDA HIZO ENTREGA DE LA PRIMERA CUOTA DE TRESCIENTOS MIL DÓLARES A CUENTA DE LA ADQUISICIÓN.
“(…) En menos de seis meses se había improvisado un nuevo ejército, conservándose virtualmente el recio plantel de los ex Combatientes del Chaco. El 12 de octubre contempló la nación entera el espectáculo impresionante de un desfile militar, intachable por su presentación, su calidad y su espíritu.
“Cuatro mil hombres del nuevo ejército de la activa. Once mil excombatientes de la reserva. Toda la marina de guerra reorganizada. Y toda la aviación paraguaya en despliegue sobre la capital…”
“(…) El Gobierno de Febrero dictó un conjunto de medidas de protección y asistencia, entre las cuales pueden citarse los siguientes decretos-leyes:
“(…) Además de los tres puertos y colonias cuya fundación dispusieron… en el Alto Paraguay y el Alto Paraná, adoptaron medidas gubernativas numerosas para promover el progreso y desarrollo de las poblaciones fronterizas.
“Instalóse una Subprefectura marítima en Puerto Presidente Franco, del Alto Paraná, con una guarnición permanente a cargo de un oficial responsable; organizáronse varias Subprefecturas sobre los ríos Paraguay y Pilcomayo con instrucciones de promover el progreso de la región y la repatriación de connacionales.
“El Ministerio de Guerra creó un Comando Militar en la frontera norte con el Brasil, con un destacamento militar suficiente y lo confió a un alto jefe… Colonización, repatriación, dignificación de las poblaciones fronterizas de la zona y franco estímulo de las buenas relaciones con los vecinos constituían fundamentalmente sus objetivos.
“El titular de aquel Comando, coronel García, cumplió su misión con inteligencia y patriotismo. Pronto llegaron al Ministerio de Guerra informaciones que hablaban del acierto de sus gestiones y de la confianza que inspiraban su rectitud y su competencia.
“La Cancillería, entretanto, gestionaba acuerdos convencionales con las naciones vecinas, a fin de fundar el intercambio fronterizo sobre bases de recíproca conveniencia y de promover la prosperidad de las ciudades y pueblos de dichas zonas. La República Argentina y el Brasil acogieron con buena disposición nuestras gestiones y firmáronse los acuerdos necesarios… La Revolución plantaba los jalones de un vigoroso despertar en nuestras fronteras.”
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