Rafael Luis Franco (frarafael@gmail.com)
Como se sabe, el Imperio brasileño tenía rotas las relaciones con Inglaterra desde 1863, relaciones que reanuda plenamente en septiembre de 1865; esto para el Brasil era un inconveniente, ya que sin la ayuda monetaria de los británicos y su industria poco podía hacer para llevar adelante sus fines expansivos y de dominio continental; y también como hemos visto necesitaba la alianza con la Argentina para poder primero invadir el Uruguay y así generar el conflicto con el Paraguay y la guerra, un alianza que se tejió sibilinamente desde mucho antes.
Aquí los entremeses del arreglo a que llegaron con los ingleses, luego de dos años de disputas legales, relatado por Joaquim Aurélio Barreto Nabuco (1849-1910). Las mayúsculas y comentarios entre corchetes son míos.
“La historia diplomática de la guerra [contra el Paraguay] se enlaza en cierto modo con el restablecimiento de nuestras relaciones con la Gran Bretaña, interrumpidas desde 1863 a consecuencia de las represalias de la fragata ‘Forte’, en la entrada de la Bahía de Río de Janeiro, merced a las cuales el gobierno inglés se había cobrado, no sin la protesta del brasileño, el importe de la reclamación hecha por el naufragio del ‘Prince of Wales’, aceptando después el arbitraje del rey de los belgas, en lo referente al trato de los oficiales de dicha fragata ‘Forte’. … El 18 de junio de 1863, el árbitro escogido, Leopoldo, tío de la reina Victoria, sentenció el litigio en nuestro favor. … El rey de Portugal ofreció su mediación … Desechada esta mediación, ofreció la Gran Bretaña (1864) términos de avenencia que tampoco admitió el Brasil, por no reconocerse en ella nuestro derecho a la indemnización de los perjuicios sufridos con la captura de los buques mercantes.”
[Aquí Nabuco convenientemente omite decir que dichos barcos “mercantes” eran barcos que traían esclavos de África, a los que los ingleses, cuando encontraban uno de estos, capturaban y liberaban a los mismos, siendo los portugueses los mayores traficantes de esclavos desde siglos atrás. Al final copio de la wikipedia el proceso por el cual se prohibió este tráfico con poder internacional de policía, para que vean el inmenso negocio, del que Inglaterra participó tiempo atrás, en el cual también estaban implicados muchos líderes o “reyes” africanos, además de las atrocidades que cometían los esclavistas].
En 1865 se renovaron las negociaciones con la misión Thorton, el enviado especial al Brasil, que luego llegó a feliz término, aunque sin reparación pecuniaria; lo que causó controversia de si debían o no aceptar la propuesta del enviado inglés sin el pago de la indemnización, a lo que el emperador escribió: “Cedí a la opinión de casi todos los ministros y consejeros de Estado. SI HUBIERA HECHO LO CONTRARIO Y HUBIESEN OCURRIDO GRAVES COMPLICACIONES EN LA CUESTIÓN DEL PARAGUAY, ¿QUÉ HABRÍAN DICHO DEL IMPERIALISMO?” [o sea de su gobierno].
Si en 1863 y en 1865 así lo hicimos, es porque no considerábamos a Inglaterra como enemiga Y QUE ESTA NO APROBABA POR COMPLETO LA CONDUCTA DE SU MINISTRO MR. CHRISTIE; SI LA HUBIESE APROBADO NO HABRÍA COMETIDO LA LIGEREZA DE SUSCRIBIR UN EMPRÉSTITO LANZADO POR LOS GRANDES BANQUEROS ROTHSCHILD, Y QUE PODÍA HABER SERVIDO PARA APRESTOS MILITARES; NI PALMERSTON LE HUBIERA TOLERADO.
LA DEFENSA QUE DEL BRASIL HICIERON HOMBRES COMO Cobden y Bright, lord Malmesbury, Mr. Fitzgeral, Mr. Osborne, Mr. Roebuck, Mr. Bramley Moore, lord Brougham, sir Hugh Cairns y el actual lord Salisbury, entonces lord Cecil y otros muchos, compensó con creces la desagradable situación en que, respecto de nosotros, vinieron a encontrarse, por culpa de su agente secundario, lord Russell y lord Palmerston.”
[Creo que si se investigara en los archivos de las logias se podría ver que la mayoría, sino todos, de estos nombres figuran como miembros de las mismas].
Prosigue Nabuco: “…Ninguna atención más delicada podía tener el gobierno inglés que la de hacer que su enviado especial fuese a presentar al emperador EN SU BARRACA DE URUGUAYANA las excusas de Inglaterra y a expresarle el deseo de la reina de reanudar las relaciones con el imperio. Recibiole el emperador lleno de patriótico orgullo, del que todos los presentes participaron, COMPRENDIENDO LA IMPORTANCIA DEL ACTO. … Oído el mensaje, dijo el representante de S.M. británica: “Veo renovadas, CON SINCERA SATISFACCIÓN, las relaciones diplomáticas entre el gobierno del Brasil y la Gran Bretaña. La circunstancia de haberse verificado tan feliz acontecimiento en aquellos mismos parajes EN QUE EL BRASIL Y SUS DIGNOS Y VALIENTES ALIADOS ACABAN DE PROBAR QUE SABEN HERMANAR LA MODERACIÓN CON LA DEFENSA DEL DERECHO, AUMENTA MI CONTENTO Y ES PRUEBA DE QUE LA POLÍTICA DEL BRASIL CONTINUARÁ INSPIRÁNDOSE EN UN ESPÍRITU DE ARMONÍA, JUSTA Y DIGNA EN SUS RELACIONES CON LOS DEMÁS PUEBLOS”.
Bien, la pregunta del millón es: ¿qué es lo que hizo cambiar esta posición?
Si no fue la mano larga, oscura y criminal de la hermandad que ha actuado de la misma manera en Europa, ¿quién fue? Creo que en esta declaración, en el lugar donde fue hecha, Uruguayana y a pocos días de la rendición de las tropas paraguayas, donde observó seguramente a los miles de prisioneros, y cómo eran obligados a enfrentar a su patria, esto para el embajador inglés era «moderación» y tal vez luego «este feliz acontecimiento» pondría más feliz a los tenedores de la deuda del Imperio, ya que del hecho habrá informado rápidamente a su gobierno y al banquero amigo, ya que este último gustaba de estar bien informado, algo esencial para los negocios de la guerra como le habrá enseñado su antecesor, que presenció la derrota de Waterloo y supo antes que nadie en Londres del resultado, pero claro, esto no se lo contó a nadie].
(Fuente: Joaquin Nabuco “La guerra del Paraguay”, cap. XXV.)
Aquí va lo de la Wikipedia que hace referencia a la abolición del comercio atlántico de esclavos:
“El 23 de febrero de 1807, veinte años después de que comenzara su cruzada, Wilberforce y su equipo fueron recompensados. Luego de un debate de diez horas y con una abrumadora mayoría de 283 votos a favor y 16 en contra, la Cámara de los Comunes aprobó la moción para abolir el comercio Atlántico de esclavos. La ley recibió el consentimiento real el 25 de marzo de 1807.
El Reino Unido utilizó su poder internacional para presionar a otras naciones para que pongan fin a su propio comercio de esclavos. Estados Unidos abolió su comercio Atlántico de esclavos el 2 de marzo del mismo año (aunque no abolió el comercio interno de esclavos). En 1805 un decreto británico había prohibido la importación de esclavos a colonias que habían sido capturadas de Francia y los Países Bajos.
Los británicos continuaron presionando a otras naciones para que pongan fin a su comercio con una serie de tratados: el tratado anglo-portugués de 1810 a través del cual Portugal acordó restringir su comercio en sus colonias; el tratado anglo-sueco de 1813 a través del cual Suecia hizo ilegal el comercio de esclavos; el Tratado de París de 1814 a través del cual Francia concluyó junto al Reino Unido que el comercio de esclavos era «repugnante para los principios de la ley natural» y acordó abolir el comercio de esclavos en cinco años; el tratado anglo-neerlandés de 1814 a través del cual los Países Bajos ilegalizaron su comercio de esclavos; y el tratado anglo-español de 1817 en el que España acordó suprimir su comercio para 1820.
Las leyes crearon multas para los capitanes que continuaron con el comercio. Estas multas podían ser desde £100 por esclavo que se encontrase en el navío. Los capitanes algunas veces arrojaban a los esclavos de la borda cuando veían venir a los buques de la Royal Navy para evitar estas multas.
La Royal Navy, que en ese entonces controlaba los mares del mundo, estableció el West Africa Squadron (lit, el Escuadrón de África Occidental) en 1808 para patrullar la costa oeste de África, y entre 1808 y 1860 confiscó aproximadamente 1.600 navíos y liberó a 150.000 africanos que estaban siendo transportados a bordo de ellos. La Royal Navy declaró que los barcos que transportaban esclavos serían tratados de igual manera que los piratas. También se tomaron acciones en contra de los líderes africanos que se rehusaron a aceptar los tratados británicos que hacían ilegal esta actividad, por ejemplo, en contra del «Rey usurpador de Lagos», depuesto en 1851. Se firmaron tratados anti-esclavitud con más de 50 líderes africanos.
En los años 1860, los reportes de David Livingstone de las atrocidades del comercio de esclavos árabe en África despertaron el interés del público británico, reviviendo al movimiento abolicionista. La Royal Navy trató de suprimir «este abominable comercio oriental» a lo largo de los años 1870, en particular en Zanzíbar. En 1890 el Reino Unido intercambió el control de la estratégica isla de Heligoland en el Mar del Norte con Alemania a cambio del control de Zanzíbar, en parte para poder controlar la prohibición del comercio de esclavos.
(Edward Thornton, o conde de Cacilhas, título portugués heredado.)
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Muy bien escrito, con un tema poco conocido, y menor divulgado.