Elisa Alicia Lynch, más conocida en el Paraguay como “Madama Lynch» fue una descollante figura pública de la Historia de Paraguay, compañera del Mariscal Francisco Solano López hasta el holocausto de Cerro Corá. Ella está enterrada en el Cementerio de la Recoleta de Asunción.
Hoy en el 128° aniversario de su muerte (1886-27 de julio- 2014) queremos rescatar la obra escrita sobre ella por Josefina Plá – (Edición póstuma) de Criterio ediciones y prólogo de Lita Pérez Cáceres
Josefina Plá fue poetisa, dramaturga, narradora, ensayista, novelista, ceramista, crítica de arte, pintora y periodista. Nació el 9 de noviembre de 1903 en Fuenteventura, Isla de Lobos, España y falleció11 de enero de 1999, Asunción, Paraguay. considerada una de las principales representantes de la Generación del 40 y una de las precursoras del feminismo en el Paraguay. Su personalidad innovadora trajo la modernidad al arte y la literatura paraguayos del siglo XX y guió varias generaciones de escritores y artistas.
Muy joven viajó a Paraguay para casarse con el artista y miembro de la aristocracia de Asunción Julián de la Herrería (1888-1937), a quien había conocido en 1924 en Alicante, España. No fue muy bien recibida: la llamaron «gitana advenediza», y durante décadas fue marginada de los círculos sociales de la ciudad, provincianos y conservadores, que desaprobaban la forma en que se desenvolvía. Pero eso no le impidió una rica producción artística e intelectual.
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“Después de Francisco Solano López, de quien fue compañera, quizá sea Elisa Alicia Lynch la figura de la historia paraguaya quien más ha movilizado la curiosidad dentro y fuera del país. Desde luego, entre las figuras femeninas es la única que ha tentado la imaginación del escritor”.
Estas son palabras de Josefina Plá, autora del presente volumen donde presenta al personaje de Elisa Alicia Lynch ubicado en su tiempo y en su circunstancia y con una visión objetiva de los hechos.
Además de una breve biografía de la compañera del Mariscal López, Josefina Plá se aboca al estudio de las diferentes obras que se han escrito sobre la mujer amada por López. Josefina Plá desmenuza los motivos de ciertos ataques y desnuda las intenciones de varios biógrafos de Madame Lynch.
PRÓLOGO
** Mucho se ha escrito sobre la personalidad y la vida de Elisa Alicia Lynch, compañera amorosa del mariscal Francisco Solano López y madre de sus hijos. Calificada por Josefina Plá, en el título de esta obra, como la gran infortunada, la existencia de madame Lynch concitó la atención de historiadores, biógrafos, escritores y escritoras, tanto extranjeros como paraguayos.
** Son escasos los hechos concretos que se conocen de la vida de esa mujer que acompañó con lealtad al hombre de su vida, hasta su muerte. Se sabe dónde había nacido, quiénes fueron sus padres y otros familiares, se conocen algunos detalles de su vida de casada con el médico francés Xavier de Quatrefages y fueron menos difundidos aún los hechos protagonizados por ella luego de la tragedia de Cerro Corá en 1870. Pero esa ignorancia no fue problema para quienes quisieron escribir sobre ella y sobre su influencia en la política y en la vida social del Paraguay. Algunos autores recurrieron a un seudo barniz de investigación y otros se valieron de la fantasía y de la imaginación para llenar huecos en la historia de esa mujer que dejó huellas profundas en la historia nacional.
** De allí la importancia de este material elaborado por Josefina Plá, que permanecía inédito hasta ahora. Ella ha tratado de desentrañar los motivos que impulsaron a los diferentes autores a escribir sobre la vilipendiada Lynch.
** Se reproducen en este texto las palabras de uno de los mayores defensores de Elisa Alicia Lynch, Juan E. O’Leary, quien definía la posición de esta heroína como igual a las de las mujeres que unen su suerte a hombres como Francisco Solano López «amigo de las cumbres y, por tanto, imantador de rayos». Como tal estuvo expuesta a la desconfianza, la malevolencia y el resentimiento.
** Una mujer cuyos orígenes no eran claramente conocidos, una mujer que había estado casada y que se unió libremente a otro hombre, abandonando a su marido, una mujer que no vaciló en acompañar al Mariscal en todos los hechos azarosos de la guerra, que vio morir a dos de sus hijos en el transcurso de la misma y, por último, tuvo que cavar con sus manos la tumba del Mariscal y de su hijo Panchito…, una mujer de ese calibre, es un bocado demasiado tentador para los historiadores y novelistas. Ella, bajo la mirada benevolente de algunos que se ocuparon de su historia, fue como una Ana Karenina digna de compasión y de tolerancia, cuya única falta fue el amor.
Para otros, en cambio encarnó lo inmoral, la ambición más despiadada y una crueldad cargada de resentimiento. Ni una posición ni la otra son justas, pero la justicia histórica no es la meta de quienes se ocuparon de Elisa Alicia Lynch.
** Entre la primera biografía sobre madame Lynch, escrita por Héctor Varela, hasta la última que pudo conocer Josefina Plá – hubo otras que se publicaron cuando ella ya estaba enferma o muerta- cada uno de sus autores y autoras tuvieron motivaciones no muy objetivas para escribirlas y es Plá quien ha investigado sobre ellas y desglosa en este libro esas motivaciones que pueden servir de guía quienes deseen tener acceso a tal bibliografía.
** Luego de finalizada la guerra, los ataques a la viuda de López arreciaron; los vencedores paraguayos, miembros de la Legión, como Héctor Francisco Decoud, la atacaron sin piedad y la acusaron hasta de haber eliminado a 1.000 familias asuncenas para quedarse con los bienes de las mismas. Ella no pudo defenderse, había sido expulsada del Paraguay luego del 1º de marzo de 1870. Los brasileños la dejaron partir en puente de plata acompañada por sus hijos sobrevivientes, por una criada fiel y por una antigua amante del mariscal López: Juanita Pesoa
Desde este momento Elisa Alicia Lynch inicia la lucha para recuperar los bienes que le había legado López y que se encontraban en poder del Dr. Stewart, quien se negó a devolverlos. En esa situación ser víctima de la maledicencia es casi inevitable. Se afirman hechos sin probarlos, se destila odio en los relatos seudo históricos y, para personificar la culpa en alguien, qué mejor que maldecir a la extranjera y cargarla con los defectos más ruines. Al pueblo, privado de hablar en su lengua nativa, prohibida por los vencedores, le duele aún la herida de la guerra y recurre a esa sabiduría que le ha permitido sobrevivir a largas dictaduras y otras tragedias: se calla y aguarda a que pase la tormenta. Y hasta inicios del siglo siguiente no aparecieron defensores del mariscal López y mucho menos de madame Lynch.
** Es así que se publican las obras de Villavicencio, de Héctor Francisco Decoud y otras donde la Lynch es pintada con los rasgos más grotescos y terribles, en ellas se ve a una ambiciosa mujer, capaz de todas las bajezas y de todas las abyecciones para lograr sus objetivos: dominar el Paraguay y hacerse de una gran fortuna. Para lectores atentos y capaz de razonar, los textos mencionados son fáciles de desmenuzar y de discutir, tienen el inconfundible color de la falta de perspectiva histórica, están escritos con rabia y la objetividad se encuentra ausente. Pero hay otros lectores dominados por la pasión, por el rencor que sobrevive y ellos han preferido creer hasta ahora todas las calumnias que se publicaron sobre madame Lynch
** Años más tarde se suceden otras biografías noveladas: la de Héctor Pedro Blomberg, argentino; luego la de Concepción Leyes de Chaves, paraguaya; la de William Barret, norteamericano, y la de Henry Pitaud, francés.
** Todas esas obras fueron analizadas por Josefina Plá y el resultado es este texto de innegable importancia y que tiene el atractivo de develar también su propia posición -la de Josefina- en la sociedad asuncena. Una sociedad que -en el caso de Plá- al final de sus días la premió con justicia y se enorgulleció de haberla tenido entre sus miembros, pero que hasta hoy día permanece dividida y apasionada cuando se trata de Elisa Alicia Lynch-
** Ambas, Elisa Alicia Lynch y Josefina Plá, habían tenido una educación esmerada, ambas poseían la inteligencia y ese raro convencimiento de su valía, cosa rara en un tiempo en el que las mujeres eran consideradas adornos para el goce estético y, que una vez casadas, pasaban a ser sacerdotisas del hogar, sin derecho a inmiscuirse en otras actividades que trascendieran los ámbitos hogareños.
** Las similitudes entre ambas mujeres continúan, madame Lynch fue el gran amor del mariscal López y lo acompañó hasta el último minuto, allá en Cerro Corá. Rechazada por las «buenas familias» asuncenas, excluida de las reuniones sociales y de los actos compartidos por un grupo que se creía depositario del honor y de las buenas costumbres, Lynch decidió dedicarse por completo a su amante y padre de sus hijos y, a la vez, crear su propia corte, sin hacer caso a los comentarios que corrían libremente en las calles ardientes de una Asunción que no preveía la tragedia que estaba avecinándose.
A Josefina Plá no la acobardó ningún comentario, si es que los hubo, y suponemos con razón que su juventud, su belleza y su talento los habían despertado. A ella le gustaba rememorar historias de aquellos primeros años con su marido, en la casa que habían inaugurado. Es la misma de la calle Estados Unidos, donde vivió hasta el final de sus días, un sitio por entonces retirado del centro y rodeado de quintas con vegetación generosa y huertas que brindaban sus frutos a todo el que quisiera tomarlos. Josefina Plá no necesitaba ser aceptada por los extraños, ella se autoabastecía con el amor de su marido y su pasión por el arte, que ambos compartían. Ella también buscó a sus pares, los artistas, los creadores, los que rompen moldes obsoletos y crean nuevas formas
** Elisa Alicia Lynch y Josefina Plá fueron mujeres fundamentales en la historia y la cultura paraguaya, ellas aportaron su sensibilidad, su sabiduría y manera de sentir, a una nación que amaron como propia. Lita Pérez Cáceres – 20-II-2007
Fuente principal. portalguarani.com.py
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