Uno de los estadistas paraguayos de más relevante actuación pública en el último tercio del siglo 19, José Segundo Decoud fue también uno de los más polémicos. A la impugnación por haber integrado el ejército de la Triple Alianza se sumaron muchas otras críticas derivadas de sus posiciones políticas, de un denunciado proyecto de anexión del Paraguay a la Argentina y hasta de su aspiración a ocupar la Presidencia de la República
Periodista, literato y hombre de Derecho y de vastos conocimientos, José Segundo Decoud fue uno de los que más hicieron por rescatar a la república de la desolación moral y material ocasionada por el sangriento lustro que involucró al Paraguay y a otras tres naciones americanas, en una guerra vergonzosa
Militaba en la oposición al gobierno de los López y al comienzo de la guerra se enroló, en 1865, en la Legión Paraguaya formada en Buenos Aires; pero se retiró de ella, arrepentido, al conocer el texto del inicuo Tratado de la Triple Alianza.
En 1877, fue Secretario de la primera misión diplomática ante el gobierno de los EE. UU. de América. Comenzaba su carrera diplomática; a partir de entonces y por más de 20 años, fue el mentor y ejecutor de la política exterior del país. Fue Canciller en los gabinetes de Cándido Bareiro; Bernardino Caballero, Patricio Escobar, Juan B. Egusquiza y Emilio Aceval. En tal carácter fue el negociador y firmante en 1879 con el boliviano Antonio Quijarro, del primer Tratado de límites, que cedía a Bolivia la mitad del Chaco. Por dicho Tratado, firmado el 15 de octubre de 1879, sin discusión de títulos ni antecedentes, el Chaco quedaba dividido en 2 sectores por el paralelo de la desembocadura del río Apa; el sector norte se adjudicaba a Bolivia y el del sur al Paraguay. Hacía apenas unos meses, mayo de 1879, que la República había recuperado, en virtud del Laudo Hayes, el territorio entre el río Paraguay, el Verde y el Pilcomayo. Acerbamente criticado por la prensa, el Tratado fue rechazado en el Congreso.
Fue representante brillante de la intelectualidad paraguaya de la época. Su aporte intelectual fue muy importante, en una época en que salvo no muchas excepciones, los hombres de gobierno eran de escasos estudios; cuando las más de las decisiones estaban en función del “pea che gustá ó pea nda che gustai”; razones valederas más que suficientes. Y fue partícipe intelectual de no pocas circunstancias vinculadas con la educación paraguaya, así la Ley de creación de la Universidad Nacional y los Colegios Nacionales del interior
José Segundo Decoud fue uno de los fundadores de la Asociación Nacional Republicana y el redactor de su carta constitutiva. En las postrimerías de su vida política, José Segundo Decoud se vio acusado de traición a la patria promovida por Juan Silvano Godoi apoyado en la idea de una posible anexión del Paraguay a la República Argentina; pero fue absuelto por el alto cuerpo legislativo tras la brillante defensa ejercida por el doctor Manuel Domínguez
La revolución de 1904 que produjo la caída del Partido Colorado y consecuentemente, la toma del poder por sus compañeros de ideales de la primera hora; de cuyos ideales había abdicado, le habría creado un trauma emocional que no pudo superar. No obstante desempeñar su banca en el Senado, José Segundo Decoud se encontró política y socialmente marginado, lo que le llevó a una trágica determinación; se suicidó el 3 de marzo de 1909. Había nacido en Asunción en 1848.
La carta de despedida a su esposa,Benigna Peña Guanes. según la conserva la familia de su nieto Francisco Legal, dice:
“Benigna mía: ¡Qué dudas terribles afligen mi espíritu! ¡Haber pensado tanto en una solución y luego vacilar en el último instante! Un frío sudor, sombrío como el anuncio de una inminente desgracia, recorre mi cuerpo aterido y experimento la insondable sensación de hallarme en los umbrales de dos mundos”.
“Pasajeros de la vida, en fin, ese es nuestro destino. Nuestro albedrío solo puede alargar una agonía por años o beber la copa en un instante. He ahí, en pocas palabras, la cruel duda que se apodera de mí. Y solo yo debo tomar la decisión. Pasaran por mi retina, como un caleidoscopio mágico, los lejanos recuerdos de la juventud. Las cruentas batallas contra la tiranía en la guerra grande. Nuestro amor, santificado ante el altar. El nacimiento de nuestros hijos. Mis desvelos por la cosa pública. Y debo confesarte un pecado. Te sacrifiqué a ti y a mi adorada familia, ante el altar de la Patria. Todos mis afanes se centraron en ella y postergué a los míos. ¿No es hora que yo, finalmente, me sacrifique? ¿Que beba de la copa de la amargura? ¿Que en un acto terriblemente sublime, pague la culpa de haberos olvidado?”
“Nunca escuché de tus labios ningún reproche, solo alguna que otra velada advertencia sobre los que se decían mis amigos, al menos, a quienes yo tenía por tales, que nunca me comprendieron, y que más bien me vilipendiaron. Jamás acepté el despojo de la nación. Por eso no acumulé fortuna. Mientras tanto, otros, cubiertos bajo el palio de mi entrega total a la República, forjaron inmenso patrimonio poniendo el pueblo en almoneda.”
“Decían por ahí que mi honestidad me tornaba peligroso, porque mientras yo sabía el abordaje consumado contra el Tesoro público, no me complicaba con nadie, lo que me permitía ser juez de todos ellos. Y alguna vez podría sentarlos en el banquillo. Sacaron a luz mi ambición. ¿Acaso mi ambición no estaba colmada con creces, habiendo servido a mis compatriotas desde 1864 hasta la víspera? Tantos años trabajando por la Patria, ¿no refutan acaso la falsa imputación? Dicen mis detractores que yo fundé la Asociación Nacional Republicana para mi provecho. Pero ¿quienes son los favorecidos? Los que tienen opulentos palacios en Asunción y grandes estancias en la campaña y puertos en el litoral que compiten con el capitaleño, pero con un tráfico reconocidamente ilegal”.
«No faltan los que me llaman “traidor a la Patria”, por haber participado de una cruzada americana para libertarla de un tirano. En Grecia y Roma se llamaba “Pater Patri” (Padres de la Patria) a quienes la liberaron de sus tiranos. ¡Oh, tiempos; oh, costumbres! Con esa propaganda han enviciado el corazón de los paraguayos y solo la Providencia sabe las pruebas que el destino depara a nuestros hijos! “A todos ellos les digo: ¡Vade retro, Satanás! Con mi casa hipotecada y mis compromisos que, por honor, trabajosamente voy pagando y que me matan de a poco cada día. Benigna mía: Quise escribirte una carta íntima y personal, y de nuevo cometo el error de hablarte de la cosa pública. Es que llevo el amor a mi Patria en el corazón y solo se extinguirá cuando este deje de latir… que es igual a decir pronto. Los ciudadanos de la antigüedad clásica preferían la muerte a una vida estéril y truncada por las bajas pasiones de los hombres. He concebido así la idea de una inmolación, como un sacrificio personal ante el ara sagrada de la Patria. ¡Ojalá que este holocausto cierre la nómina de los que habiéndole entregado toda su vida, sucumben también ofreciéndole su propia muerte! ¡Que los muertos entierren a sus muertos!
Hoy, 3 de marzo de 1909. Adiós… José Segundo Decoud”
(Fuentes principales: Edit. Tiempo de Historia, Asunción, 2011 /portalguaraní /ecured.com/tiempodehistoria.org)
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Don Juan Silvano Godoi lo acusó a él y a su hermano, Francisco; de ser las dos cabezas que dirigieron al grupo de paraguayo que apoyaron a la Legión Paraguaya. Es cierto que Benigno Ferreyra también estuvo allí, pero no como cabeza sino simplemente como seguidor de los mismos. Ferreyra no tuvo el predicamento de los Decoud. Sin embargo, la bien tramada estructura de la ANR acusó siempre a los del Centro Cívico como "los legionarios" , a sabiendas de que el creador del ideario que llevó a Caballero a dirigir el partido fue precisamente JOSE SEGUNDO DECOUD y FRANCISCO DECOUD. Habría también que revisar TODOS los tratados sobre el límite con Bolivia, sus promotores-negociadores desde el año 1878 en adelante. Grandes sorpresas se van a llevar los que siempre tiraron las culpas al otro lado de la raya. Pero es el pasado... e incuestionablemente no se la puede modificar. Sería bueno informarnos para dejar de ser tan "pasionales" a la hora de denostar sin antes habernos informado en las páginas de los archivos tanto de Paraguay como de la Argentina y Bolivia. No me siento culpable por las malas cosas que ha hecho mi partido o sus ocasionales hombres, pero tampoco los seguidores de otros partidos deberán sentirse culpable. Son cosas que tan sólo nos sirve para no volver a repetirlos.